Los efectos devastadores del ciclón Yaku pusieron a prueba la capacidad de respuesta del Gobierno Regional (Gore) de Lambayeque y de las municipalidades provinciales y distritales, para atender la emergencia por inundaciones producto de las intensas lluvias, los desbordes de ríos y la activación de quebradas.
La primera precipitación del jueves 9 de marzo, casi al filo de las seis de la tarde y que se prolongó hasta la pasada la una de la madrugada, puso las barbas en remojo del gobernador regional Jorge Pérez Flores y su equipo de gerentes, quienes tuvieron que planificar desde muy temprano las acciones que tomarían para constatar in situ los primeros daños que dejaba a su paso el ciclón, que en quechua significa “agua”.
Uno de los primeros lugares afectados fue el distrito de Pacora (provincia de Lambayeque). El desborde del río La Leche, en varios tramos de su recorrido, inundó cientos de hectáreas de cultivos, viviendas y colegios. El puente que cruza este torrentoso río en época de lluvias y que conduce al nororiente peruano, había alcanzado su máximo nivel y amenazaba con colapsar. El alcalde José Sipión Bornáz, clamó por ayuda para su pueblo que atravesaba duros momentos.
Tras sostener una reunión de coordinación con su equipo técnico, el gobernador Jorge Pérez se trasladó hasta Pacora y constató los daños que habían ocasionado las inundaciones. Dispuso que un tractor oruga realice labores de limpieza en las bases del puente, para sacar la palizada que se había formado en la base y así evitar que el cauce lo rebase. Apostado cerca de la ribera del río La Leche, la autoridad señaló que la empresa a cargo de las obras de reconstrucción en Lambayeque, tuvo el tiempo necesario para realizar los trabajos preventivos en el cauce y evitar este tipo de situaciones; pero no se hizo nada.
El segundo gran susto
El domingo por la noche se produciría una segunda lluvia de fuerte intensidad, la cual vino acompañada de truenos y relámpagos, inusual en Chiclayo. En esta ocasión los distritos más afectados fueron Íllimo, Mórrope y Túcume, en la provincia de Lambayeque, y los distritos de Oyotún, Zaña, Cayaltí y Chongoyape en la provincia de Chiclayo. El río La Leche siguió haciendo de las suyas en estos pueblos ubicados en la parte sureste de la región, mientras que los ríos Zaña y Nanyoc, que nace en las alturas de Cajamarca, así como la activación de quebradas, arrasaron con tierras de cultivos y afectaron las carreteras y caminos vecinales en Oyotún.
El gobierno regional envió un tractor oruga a Oyotún para realizar trabajos de limpieza, pero era insuficiente para atender toda la emergencia que había dejado la lluvia. Su alcalde Moisés Fernández refirió que pobladores de diez caseríos no pueden trasladarse a ningún lado por la crecida de los ríos y quebradas, y todos los días va gente a la municipalidad a pedir ayuda, pero lamentablemente no tienen recursos.
El burgomaestre de Íllimo, Juan Pablo Santamaría, demandó la ayuda de las autoridades regionales para atender la emergencia, y pidió la reubicación de decenas de familias damnificadas cuyas viviendas resultaron anegadas. La respuesta del Gore fue inmediata, tras una coordinación con el ministro de Educación se dispuso que cinco centros educativos y el Instituto Superior Tecnológico de Íllimo sean utilizados como albergues temporales para las familias afectadas por las fuertes lluvias.
El dolor de la muerte
Pero las precipitaciones también hicieron añicos a la infraestructura urbana de la ciudad de Chiclayo, urbanizaciones y pueblos jóvenes se vieron seriamente afectados. El agua inundó calles y avenidas (parecían verdaderas piscinas), provocó la muerte de cuatro personas por electrocución, y las viviendas quedaron inundadas. El sistema de alcantarillado colapsó en diversos lugares, provocando olores nauseabundos.
El agua empozada en la vía pública permanece hasta hoy en algunos sectores. Ante esa situación, el gobierno regional con apoyo de la Plataforma Provincial de Defensa Civil, trabajan en la eliminación de dichos aniegos que son un dolor de cabeza para los vecinos y conductores. Pérez Flores señaló que el objetivo es evacuar totalmente las aguas acumuladas en calles y avenidas en el menor tiempo posible.
Por otro lado, la autoridad regional explicó que ha dado instrucciones precisas de canalizar la ayuda humanitaria que llega desde el Gobierno nacional, sin muchas trabas o demoras a los damnificados, y para ello pidió a los alcaldes tener más criterio a la hora de la distribución. "Acá estamos para sumar, y los que no suman, restan, se largan (...) Los criticones que se vayan a su casa", aseveró en una reunión donde cuestionó las trabas burocráticas de los burgomaestres para ejecutar acciones en la emergencia.
Otra decisión que adoptó el gobernador fue poner en práctica los vuelos humanitarios, para evacuar a familias que quedaron aisladas por las fuertes lluvias. En esta acción conjunta participaron el Ejército y la FAP. Así, en uno de esos vuelos se rescató a una familia en el sector La Puntilla, en el distrito de Chongoyape. También tres gestantes con factores de riesgo procedentes de Motupe y Olmos fueron trasladadas a hospitales de Chiclayo para recibir atención especializada.
Se viene un segundo episodio
Este es un primer acontecimiento que le ha tocado enfrentar al gobierno de Jorge Pérez, el cual ha puesto en escena su carácter y temperamento para dirigir acciones y tomar decisiones oportunas; pero ahora se anuncia la presencia un posible fenómeno de El Niño, que aún no se sabe cuál será su intensidad. Seguramente con esta experiencia más que ingrata le servirá de base para encarar lo que se viene.
Claro, hasta ese momento a lo mejor la nefasta Autoridad para la Reconstrucción con Cambios es cambiada por otro organismo, que asumirá la tarea de reconstruir todo lo dañado por el ciclón Yaku y los rezagos de lo que fue el fenómeno del año 2017.
Las torrenciales lluvias que se registran en las regiones de la costa y sierra norte del país, dejan hasta el momento 8,222 damnificados, 23,000 afectados, 58 fallecidos, 57 heridos y 8 personas desaparecidas, según informó el jefe del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), Carlos Yáñez.
Dijo que las fuertes precipitaciones también destruyeron 41 aulas de centros educativos, otras 375 están afectadas y 123 quedaron inhabitables, además de 60 establecimientos de salud dañados.
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