Luego de una cura de silencio de cinco años, el excongresista por Lambayeque Javier Velásquez Quesquén vuelve a la escena, esto en el marco de los 100 años de la fundación del APRA. El también expresidente del Consejo de Ministros afirma que fue blanco de ataques y hasta de una campaña financiada con tal de dañar su imagen política, por la que se abrieron investigaciones y acusaciones que han sido archivadas.
¿Qué debe representar para los apristas la conmemoración de los 100 años de fundación del movimiento gestado por Haya de la Torre?
Llegar a los 100 años nos demanda una apreciación un poco más contextual de lo que sucede en el mundo, para poder proyectarnos hacia el próximo siglo. Raúl Arellano ha dicho que el gran problema de la democracia en el Perú es que los electores votan con el corazón y no con la razón. La última elección del 2021 es la prueba, porque de los 20 candidatos el país eligió al que menos experiencia de gobierno tenía, por eso hemos pasado los estragos que ya conocemos.
Me he callado cinco años para dejar espacio a quienes decían: “Velásquez es un tampón, impide que surjan nuevos cuadros”, lo cual fue una mentira.
Lo que quiero es que se entienda que vivimos una nueva era. Los jóvenes que se incorporan al partido ya no se dejan imponer un mandato, son autosuficientes, el Internet es una herramienta inmediata y les permite información muy fresca. Además, los sectores sociales se están segmentando mucho y eso alcanza a los partidos.
¿Cuál es la autocrítica que hace por lo sucedido con el Partido Aprista Peruano en el último tiempo?
Lo primero que debo decir es que el partido en adelante no será el mismo de los últimos 100 años. El mundo ha cambiado, la forma de interactuar con los ciudadanos es diferente y de informar también. Tenemos que cambiar las formas de hacer política y nos preparamos para eso.
Cuando Martín Vizcarra cerró el Congreso, yo consideré que se había acabado un ciclo y que era una oportunidad para que otros rostros, jóvenes, puedan tomar la posta del partido en Lambayeque. Luego vino la pandemia, fui acusado de que tenía hoteles, que tenía negocios, leyendas urbanas que me hicieron daño, pero lo más importante es que pude tomarme el tiempo suficiente para reflexionar sobre lo que nos faltó hacer.
Cinco años me alejé por una decisión unilateral, tiempo para que mis adversarios, que también son militantes del partido, se conviertan en una voz que lidere al aprismo en Lambayeque y no lo hicieron.
¿Y cuál es la autocrítica entonces?
Puedo decir que es bueno descansar. Gracias al pueblo de Lambayeque fui elegido cinco veces consecutivas como congresista, pero en estos cinco años en silencio he podido ordenarme, reflexionar y reconectar con la gente.
Yo entré al partido a los 20 años, no por un cargo, sino por la ilusión de servir desde muy joven. Fue en el camino, en la lucha y la perseverancia que he tenido el honor de representar cinco veces a Lambayeque, ser presidente del Congreso y presidente del Consejo de Ministros. Hoy veo con tristeza lo que pasa en Lambayeque y que el partido no tenga una voz oficial, problema que se repite en todo el país.
¿Esa ausencia exige una reorganización total del Partido Aprista Peruano?
Quienes militan o se inscriben en la organización deben saber que no están en un partido efímero, que se forma para un proceso electoral, sino en uno que tiene 100 años y ha influenciado la vida política del país habiendo gobernado dos veces. La mitad de la vida republicana está pintada con la actividad del aprismo. Para bien o para mal, hemos construido la vida democrática del Perú.
Insisto que los tiempos han cambiado y que la forma de mirar al país también. Ahora ya no es importante sólo hablar bonito y ser joven, sino ofrecer estándares superiores a los que tienen los otros partidos.
¿Qué tiene que decir sobre las acusaciones que presentó en su contra el exfiscal Juan Manuel Carrasco Millones, quien lo vinculó a dos presuntas organizaciones: ‘Los Wachiturros’ y ‘Los temerarios del crimen’?
Lo de ‘Los Wachiturros’ fue un invento del fiscal Carrasco, un invento que ha sido desbaratado por la Corte Suprema. Durante siete años se me investigó por eso y la Corte Suprema ha archivado ese caso en mi contra.
Luego vino lo de ‘Los temerarios del crimen’, caso por el que se formularon dos denuncias constitucionales en mi contra y las dos están archivadas.
Ahora estoy investigado junto a otros dirigentes del partido, porque según un exfuncionario de Odebrecht, en el 2005, a Luis Alva Castro le dieron dinero para la campaña. Eso se va a archivar. Le he perdido el miedo a eso. En todos esos casos me he defendido y la justicia me ha dado la razón.
¿Se enriqueció con la actividad política?
Podría dar una respuesta categórica, pero me gustaría que sea más pedagógica. Es cierto que al político no le alcanza la presunción de inocencia. Sin embargo, aquí ha habido empresarios de la actividad económica y empresarios de la política que han financiado una campaña contra mí. De eso he aprendido, no me he resentido.
A nosotros nos sacaron del Congreso en el 2019 y el señor Carrasco Millones siguió siendo fiscal y en el cargo tuvo la deshonestidad de decirle al actual contralor de la república: “Oiga, aquí se dice que Velásquez tiene un hotel”, y el contralor le dijo: “Pero si usted es fiscal, ¿Por qué no interviene?”.
El señor Carrasco me acusó de que me habían dado el 5 % por la construcción del Mercado Modelo, sólo por impulsar la ley de expropiación de las 38 tiendas. No se ha invertido ni un sol en el mercado, pero yo fui denunciado. Ese tipo de cosas se han hecho en mi contra.
Yo estoy en condiciones de decir que en mi carrera política nunca he tenido más de lo que he ganado limpiamente como congresista durante 23 años. Lo único que pude atesorar fue que mis hijos sean profesionales y gente de bien. No están en el sector público, así que aprovechamiento no hubo ni hay.
Todos los que hablaron de empresas, de testaferros, ¿por qué no hacen sus denuncias? Duermo tranquilo, vivo tranquilo con mi familia y los pocos amigos que tengo. A mí nunca me han allanado el domicilio ni me han detenido 24 horas. De los seis procesos cuatro ya se archivaron.
¿El APRA ha controlado alguna vez el sistema de justicia?
Una cosa es controlar y otra que personas que están en el sistema de justicia tengan su corazoncito aprista. Por ejemplo, aquí en Chiclayo tuvimos a don Manuel Becerra Barrantes, que fue presidente de la Corte, igual que Juan Manuel Méndez Osborn o el doctor Federico Peralta Rosas, quienes eran militantes apristas, pero jamás utilizaron la función jurisdiccional para hacer política.
Lo mismo pasó con la doctora Gladys Echaíz Ramos, que fue fiscal de la Nación, o José Peláez Bardales.
No confundamos con lo que ahora pasa con los caviares, que han tomado la fiscalía y otras instituciones.
¿En qué considera que se ha convertido la justicia en el Perú?
En una herramienta de persecución y descalificación política. Si dejamos que los caviares sigan extendiéndose, seguirán sometiendo a las instituciones.
Mientras más fortaleza tengan las instituciones, más fuerte será la democracia y eso no supone que los jueces o fiscales dejen de tener su corazoncito, lo que se necesita es que sean imparciales y garantistas.
¿Está de acuerdo con la restructuración del Ministerio Público?
El Ministerio Público tiene una falla estructural. El Decreto Legislativo 052, que es la Ley Orgánica del Ministerio Público, fue dado para un modelo de administración de justicia inquisitorial. Desde la reforma del Código Procesal Penal se ha pasado a un modelo acusatorio. Hay una diferencia, en el modelo anterior el que dirigía la investigación era el juez, ahora es el fiscal.
Por eso es que si se le da la herramienta de la función fiscal a un personaje como Carrasco Millones, suceden cosas como las que han pasado. Darle la función fiscal a personas que no tienen solvencia emocional genera ese tipo de peligros.
Ojalá alguien en el Congreso se atreva a presentar un proyecto de ley para que todos los que quieren ser fiscales pasen antes por un examen psicológico. Mañana o pasado un mal fiscal te malogra la vida y aquí no pasa nada.
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