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El proceso de descentralización en el Perú republicano

Escribe: Santa Cruz Carranza (*)
Edición N° 1353

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El proceso de descentralización es esencial para un país, pues promueve la equidad y la eficiencia administrativa acercando la toma de decisiones a las realidades locales. En un diseño centralista, el poder y los recursos se concentran en la capital, marginando otras regiones y generando desigualdades. Este escenario debilita la unidad nacional y provoca conflictos sociales, haciendo la gobernabilidad un desafío.

Durante los primeros años de la República del Perú, las Juntas Departamentales jugaron un rol crucial. En esa época, la población estaba distribuida en varias ciudades, sin ninguna que concentrara más del 10% de la población total hasta 1931. Según Pedro Planas, los periodos de mayor estabilidad en el Perú coincidieron con tiempos de descentralización efectiva, sugiriendo que los órganos descentralizados aportaron estabilidad al régimen republicano.

En la constitución

Las constituciones que no incluían mecanismos de descentralización auténtica fueron promulgadas bajo líderes autoritarios como Santa Cruz (1826), Gamarra (1839), Leguía (1920) y Fujimori (1992). Particularmente, las intervenciones de Leguía y Fujimori fortalecieron el centralismo y debilitaron la institucionalidad. Durante el gobierno de Leguía, se crearon Congresos Regionales sin presupuesto ni capacidad ejecutiva, eliminando a las Juntas Departamentales y consolidando el centralismo. Este período también vio un aumento de funciones estatales y, por ende, una mayor concentración de poder en Lima, incrementando la desigualdad regional.

Entre 1940 y 1972, la población de Lima creció significativamente debido a políticas centralistas, pasando de concentrar el 9.4% de la población total a un 24.2%. Este crecimiento exacerbó la provisión desigual de servicios y la concentración de la riqueza en la capital. Durante el mismo periodo, se crearon órganos desconcentrados del gobierno nacional sin un criterio integral, sustituyendo a los organismos de administración descentralizada.

Fue recién el Congreso Constituyente de 1979 el que mostró una vocación descentralizadora, reflejada en su Constitución. Este definió al Perú como un "Gobierno unitario, representativo y descentralizado". Esta constitución impuso la regionalización como mecanismo para la descentralización, diferenciando regiones de departamentos y estableciendo un cronograma para el proceso, incluyendo la creación de un Fondo de Compensación Regional. Sin embargo, la creación de regiones a menudo respondió a la existencia de departamentos, ignorando criterios históricos, económicos y administrativos.

Entre 1988 y 1989 se crearon 11 regiones, pero la implementación fue deficiente. En 1990, se realizaron elecciones para establecer Asambleas Regionales, pero el proceso se complicó por la falta de recursos y personal capacitado. Con la llegada de Alberto Fujimori, se recortaron medidas favorables a la regionalización, culminando en el autogolpe de 1992 que disolvió los gobiernos regionales y los reemplazó por Consejos Transitorios de Administración Regional designados por el Ejecutivo.

La Constitución de 1993 estableció la descentralización como un proceso permanente, pero sus disposiciones fueron vagas y contradictorias. No definió claramente la autonomía política, económica y administrativa de las regiones, ni especificó los recursos o competencias de los mismos. Además, se creó el Ministerio de la Presidencia, encargado de las regiones, contradiciendo el espíritu descentralizador.

No existe alguna disposición que vincule la representación en el Congreso con las regiones, departamento o provincias. La ley electoral tampoco solucionó esta situación, la elección de Congresista s de 1995 fue por distrito único, lo cual agravó la situación siendo que finalmente se aprobó en la Ley de 1997. El Congreso pasó de tener una representación de provincianos de 76% en 1985 a 56% en 1995.

El Congreso de 1998 aprobó la Ley Marco de la Descentralización, que sustituyó los Consejos Transitorios de Administración Regional por Consejos Transitorios de Administración Departamental, señalando que la descentralización se haría a través de los departamentos y no de las regiones, contraviniendo las disposiciones constitucionales.

Del 2000 a la fecha

Desde el 2000, la descentralización en Perú ha tenido avances y retrocesos. Se lograron importantes pasos con la creación de los Gobiernos Regionales en 2002 y la elección de sus autoridades. Sin embargo, la falta de capacidad administrativa, problemas de corrupción y una inadecuada transferencia de recursos han limitado su impacto positivo. El centralismo persistente y decisiones clave concentradas en el gobierno central han generado desigualdades regionales. La crisis política recurrente y cambios frecuentes de liderazgo han impedido consolidar una estructura descentralizada efectiva. Fortalecer las capacidades institucionales y garantizar una distribución equitativa de recursos sigue siendo un desafío urgente.

En conclusión, el centralismo en Perú se ha fortalecido, especialmente a nivel político.

Restricciones en la formación de partidos políticos nacionales y la imposibilidad de poder gestionar los recursos generados en la propia región han dificultado la descentralización. Las campañas presidenciales nacionales también han sido una barrera para los movimientos regionales.

La experiencia peruana muestra que si bien se han iniciado algunos procesos descentralizadores estos luego han sido revertidos, por lo cual es fundamental un arreglo institucional que asegure un proceso gradual, permanente y democrático. La representación democrática y la rendición de cuentas son esenciales en un estado descentralizado y moderno, así como para que los políticos y autoridades sirvan a los intereses y necesidades de los ciudadanos.

(*) Politólogo | santacruzcarranza@gmail.com

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