La muerte de Alberto Fujimori Inomoto representa el fin de un ciclo para el Perú. Su presencia fue protagónica desde 1990, año en el que apareció como el primer “outsider” presidencial, hasta el miércoles 11 de septiembre, en que su vida terrenal se apagó. Personaje controversial, encarnó un liderazgo pragmático, ensombrecido por la corrupción de su gobierno, las violaciones a los derechos humanos y su afán de perpetrarse en el poder.
El 15 de junio de este año Alberto Fujimori se convirtió en tendencia nacional luego que, a través de un video difundido en sus redes sociales, anunciara su inscripción como militante del partido Fuerza Popular, fundado por su hija, Keiko Fujimori Higuchi, tres veces candidata a la presidencia de la república sin éxito.
Aquel acto fue un mensaje poderoso para la militancia fujimorista, que en las últimas tres elecciones generales representa aproximadamente el 50 % del electorado. Días después, el propio Alberto Fujimori anunció su retorno a la política activa y expresó su voluntad de “trabajar por el Perú”.
Lo que vino más tarde fue la confirmación de un rumor que hace mucho corría en los pasillos de las redacciones periodísticas: Keiko Fujimori confirmó en una entrevista que su padre sería el candidato presidencial de cara al 2026. Con 86 años, el reto era complicado.
Hasta ese momento no se sabía que el patriarca de los Fujimori, que había sido diagnosticado con un cáncer de lengua hace años, enfrentaba un tratamiento médico intensivo, de quimio y radioterapia para combatir una nueva afección: cáncer de pulmón. Al haber logrado la reducción tumoral en un 40 %, según han explicado sus médicos, optó de manera voluntaria por ingresar a un tratamiento inmunológico, con la administración de diversos medicamentos que tuvieron efectos colaterales.
De acuerdo a lo explicado por sus médicos tratantes, esos efectos precipitaron su deceso al promediar las 6:00 p. m. del miércoles.
Ascenso al poder
Alberto Fujimori Inomoto, hijo de inmigrantes japoneses, fue ingeniero agrónomo y dos veces rector de la Universidad Nacional Agraria La Molina. Para las presidenciales de 1990 apareció como candidato de un nuevo partido: Cambio 90, que rompía la tradicional presencia de partidos viejos como el APRA, Acción Popular, el PPC y las múltiples izquierdas. En las urnas, para sorpresa de todos, se impuso y venció al candidato con más posibilidades: Mario Vargas Llosa.
Asumió un país sumido en una crisis económica y cercado por el terrorismo y una de sus primeras decisiones fue el llamado fujishock, con drásticas medidas de austeridad para estabilizar la economía, lo que permitió reinsertar al país en el sistema financiero internacional.
El 5 de abril de 1992, inesperadamente, dio un autogolpe, que contó con apoyo de las Fuerzas Armadas. Disolvió el Congreso, intervino los demás poderes del Estado y convocó a nuevas elecciones a la cabeza del Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional que aprobó en 1993 la Constitución vigente hasta el día de hoy.
De este primer momento de su gobierno destacan la privatización de las empresas públicas con consiguiente despido de trabajadores, la implementación de una política económica de libre mercado y el impulso de la lucha contra Sendero Luminoso y el Movimientos Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), cuyos líderes fueron capturados y sus organizaciones criminales desarticuladas. Si bien su gobierno se atribuyó la captura del cabecilla de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reinoso, este hecho fue en realidad un resultado del trabajo de inteligencia policial iniciado a fines de la década del 80. De hecho, Fujimori no sabía nada del operativo.
También aparece en escena pública Vladimiro Montesinos, asesor presidencial y jefe de hecho del Servicio de Inteligencia Nacional, quien luego fue denunciado por actos de corrupción y vinculado al narcotráfico y el tráfico de armas. Montesinos fue el cerebro del gobierno de Fujimori y este lo reconoció con una compensación por tiempos de servicios de 15 millones de dólares, caso por el que años después fue condenado.
Segundo gobierno
Los resultados en el manejo de la economía, la derrota del terrorismo y su alta popularidad fueron sus principales argumentos para postular a la reelección en 1995 y ganar por segunda vez la presidencia de la república.
En este quinquenio, su gobierno enfrentó la crisis de los rehenes del MRTA en la residencia del embajador japonés y la operación Chavín de Huántar, y la guerra con Ecuador, que concluyó con la firma de la paz delimitando un tramo de 78 kilómetros de frontera.
Sin embargo, también empezaron a hacerse evidentes las denuncias por violaciones a los derechos humanos, como los crímenes de La Cantuta y Barrios Altos, denuncias de corrupción que implicaban a su gobierno, altos mandos militares y a su asesor Vladimiro Montesinos.
Los vladivideos
En el 2000, Alberto Fujimori presentó su tercera candidatura presidencial pese a la imposibilidad legal y lo señalado en la Constitución que él mismo había diseñado. Para postular destituyó a magistrados del Tribunal Constitucional, manipuló a los organismos electorales y aplicó la famosa interpretación auténtica. Así, asumió la presidencia en medio de una masiva protesta llamada la marcha de los Cuatro Suyos, con la que se denunció el fraude en dichas votaciones, y acusaciones de compra de congresistas para tener mayoría en el Congreso.
A poco de iniciado su tercer mandato, el 14 de septiembre del 2000, su gobierno se vio sacudido por la difusión del video Kouri-Montesinos, donde se veía cómo Montesinos pagaba sobornos a congresistas, lo que marcó el declive de su gestión.
Fujimori anunció que desactivaría el Servicio Nacional de Inteligencia, apartó a Montesinos de su entorno y señaló que convocaría a nuevas elecciones, en las cuales no participaría.
En medio de la inestabilidad política generada por los vladivideos, el exmandatario se fue del país el 13 de noviembre del 2000 para participar en la cumbre del APEC, en Brunéi, de la cual no volvió. Se instaló en Japón, desde donde remitió al Congreso su renuncia a la presidencia por fax.
El Congreso de la República rechazó su renuncia y lo destituyó por "incapacidad moral permanente".
Postula al senado de Japón
En Japón, Fujimori estuvo protegido por su doble nacionalidad de los pedidos de extradición formulados por la justicia peruana por casos de corrupción derivados de los vladivideos que evidenciaron el pago de sobornos a políticos, medios de comunicación, empresarios, así como por violaciones a los derechos humanos.
Además, en junio de 2007, se supo que Fujimori postuló al senado de Japón, al amparo de su nacionalidad japonesa. No ganó las elecciones.
Extradición de Chile
El 6 de noviembre de 2005, Fujimori dejó Japón para trasladarse a Santiago de Chile, donde enfrentó un largo proceso de extradición al Perú para ser juzgado por delitos de corrupción y violaciones a los derechos humanos en el caso La Cantuta, Barrios Altos y secuestros en los sótanos del Servicio de Inteligencia del Ejército – SIE.
Siete años después de haber abandonado el país, Fujimori regresó extraditado el 21 de septiembre de 2007, para enfrentar a la justicia. Fue recluido en el penal de Barbadillo.
Entre las condenas que recibió, la de mayor gravedad fueron los 25 años de prisión por los casos La Cantuta, Barrios Altos y los secuestros del SIE, que lo mantuvo en prisión hasta diciembre de 2017, en que recibió un indulto humanitario del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski.
Indulto humanitario
El 24 de diciembre de 2017 Fujimori abandonó la prisión hasta enero de 2019, en que fue ingresado nuevamente al penal Barbadillo luego de que la justicia peruana revocó el indulto.
El 6 de diciembre de 2023, el Tribunal Constitucional le restituyó el indulto humanitario, lo que le permitió recuperar nuevamente su libertad.
Sus últimos años, Fujimori los pasó en casa de su hija Keiko Fujimori, en San Borja, atendiendo sus problemas de salud.
Murió a los 86 años en su vivienda, acompañado de sus hijos y de sus partidarios más cercanos.
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