La gestión del territorio involucra definir cuáles son los riesgos que este presenta frente a los desastres naturales y conocer los espacios vulnerables a fin de construir ciudades más seguras. En el Perú, pocas son las urbes que han avanzado en esta dirección, algunas de ellas pese a tener importantes herramientas técnicas que hubieran permitido, en la última década, organizar de mejor manera su crecimiento.
Este es el caso de Chiclayo, que desde el 2004, gracias al trabajo realizado por expertos convocados por el Instituto Nacional de Defensa Civil – INDECI, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD, tiene guardado en algún escritorio del municipio provincial el completo estudio de Mapas de Peligros, Riesgos y Vulnerabilidades, donde se define con detalle los espacios más inseguros de la ciudad para la construcción, sea ante probabilidades sísmicas, de inundación u otras eventualidades.
Casi nula es la atención que se ha dado a los resultados y recomendaciones del estudio, que señala, por ejemplo, que la zona más peligrosa por riesgo sísmico es el Parque Principal de Chiclayo y sus alrededores, además de la zona sur con orientación a las urbanizaciones Santa Victoria, San Eduardo y Villarreal, debido al fenómeno de licuación de suelo que se originaría por el elevado nivel de la napa freática (agua del sub suelo). Sin embargo, en la última década se autorizó, muchas veces de manera irregular, la construcción de edificios de más de cinco niveles, yendo incluso contra la especificación técnica del Plan Director de 1992, que aunque desfasado, sigue vigente a falta de un nuevo plan de desarrollo urbano implementado por la municipalidad.
CRECIMIENTO EXPLOSIVO
¿Es posible aún poner en ejecución dichos estudios? La arquitecta Jenny Parra Small, coordinadora del Programa Nacional de Ciudades Sostenibles del INDECI, explica que aún es posible porque el plazo de vigencia de los estudios así lo permite. Sin embargo, el caso de Chiclayo es particular por el crecimiento demográfico y habitacional de los últimos años, lo que amerita trabajos de actualización de la herramienta.
“El crecimiento ha sido explosivo lo que tiene que ver mucho con las actividades económicas que aquí se han desarrollado. Normalmente los estudios pueden tener una vigencia de diez años, aquí ya han pasado 12 y vemos que la ciudad ha evolucionado más allá de las expectativas”, explica.
Parra Small refiere que es competencia municipal el control del crecimiento horizontal de la ciudad, sobre todo el caso de Chiclayo que se ha convertido en una urbe extendida y prolongada hacia determinados corredores: hacia Pimentel, hacia Lambayeque y hacia Reque.
“Hay suelos que no son los más adecuados para esta densificación u ocupación urbana y ahí hay que evaluar también otro instrumento que es la zonificación, la que define la altura de edificaciones mirando o teniendo el enfoque de la gestión de riesgos de desastres. Actualmente se está trabajando una nueva zonificación de la ciudad y se quiere que tenga ese enfoque y que solo se autorice construcción con alturas concordantes con lo que señala el estudio de gestión de riesgos de desastres”, indica.
OLVIDADOS
En el 2003 Chiclayo fue incluido al programa de Ciudades Sostenibles del convenio INDECI – PNUD, y esto posibilitó que se elaborara el Plan de Prevención ante Desastres: Usos de Suelos y Medidas de Mitigación, que nació como paliativo inmediato a los efectos del Fenómeno El Niño, cuyas consideraciones tampoco fueron aplicadas en su totalidad en el caso de Chiclayo.
“En total fueron 14 estudios los que se realizaron para Lambayeque y esto como parte de un proyecto mayor que comprendió a ciudades de Tumbes y Piura por el Fenómeno El Niño. Lo que se encontró en el caso de Chiclayo no solo fue la vulnerabilidad por El Niño, sino también por la calidad del suelo, el nivel de la napa freática, y el silencio sísmico, que es algo de mucha preocupación. Es por estas razones que urge que se actualicen esos documentos y se puedan ejecutar, ojalá este año se pueda hacer”, menciona.
Los estudios que ahora formula el INDECI con su programa de Ciudades Sostenibles consideran aspectos ambientales y peligros tecnológicos y antrópicos que afectan a las ciudades, como incendios, explosiones, derrames de sustancias químicas o peligrosas, contaminación de suelos, aires y aguas.
“En la gestión de riesgos también se debe tener una mirada a los ecosistemas y al patrimonio tan rico que tienen ciudades como Chiclayo. Son 18 años que cumplirá en octubre el programa y a la fecha tenemos más de 180 estudios realizados en distintas partes del país, como también de manera binacional, en ciudades fronterizas con Ecuador. Esta experiencia queremos replicar en el sur, con Chile, justamente por el silencio sísmico”, explica Parra Small.
GESTIÓN
El Instituto Nacional de Defensa Civil – INDECI, brinda asistencia técnica a los municipios para que estos puedan poner en marcha sus planes de riesgo, los mismos que deben ser aprobados por el concejo local y por ordenanza, que tiene carácter de ley en el Perú, lo que enmarca su cumplimiento.
“Otro paso importante es el de la gestión de los proyectos, porque si no se ejecutan los proyectos de nada valen los estudios y, además, estos tienen que incorporarse en los planes de desarrollo urbano, definiendo las mejores zonas para el crecimiento de la ciudad en extensión y en altura”, señala Parra Small.
En el caso de Chiclayo, entre el 2008 y el 2010 se elaboró un Plan de Desarrollo Urbano – PDU, con el concurso de los colegios profesionales, las universidades y el municipio provincial, el mismo que fue validado por la sociedad civil. Sin embargo, pese a que fue aprobado a fines del 2014 por el concejo municipal fue rechazado por la actual administración, la que anunció el año pasado la formulación de un nuevo plan, definido como de visión metropolitana, aspecto que ya consideraba el estudio previo.
La experta del INDECI comenta que si bien aún existen organismos cooperantes para la realización de estudios de planificación, ordenamiento y control de riesgos, el apoyo con recursos hacia el Perú se ha reducido debido al crecimiento económico logrado por el país en los últimos años, lo que ha permitido que este salga del grupo de países pobres. Hoy la asistencia se enfoca a naciones con condiciones mucho más limitadas que la peruana.
“El Perú ya es considerado un país de ingresos medios y, por tanto, la cooperación a restringido un poco sus aportes, llevándolos hacia otros países que tienen menos recursos. En consecuencia, el Estado, en sus tres niveles de gobierno, debe asumir los costos de estudios de este tipo, porque estamos en condiciones de financiarlos. No son caros”, señala.
Añade que por esta razón es importante la unión de esfuerzos entre las instituciones gubernamentales, más aún porque se requiere de decisión política para concretar proyectos de planificación.
“Tenemos muy buenas experiencias de apoyo de gobiernos regionales a municipalidades. Por ejemplo, el estudio de la ciudad de Iquitos, que es muy grande y muy compleja, fue financiado íntegramente por el Gobierno Regional de Loreto. Hubo entonces una articulación muy importante”, manifiesta la especialista.
Destaca los avances realizados en Sullana con la ejecución de varios de los estudios formulados por el INDECI, así como los de la municipalidad de Aguas Verdes, en Tumbes, que pese a ser una comuna pequeña ha tenido la capacidad de emprender proyectos binacionales con el Ecuador.
“En Aguas Verdes se avanzó articulando con diversas instituciones peruanas y ecuatorianas, prácticamente sin contar con recursos. En estos aspectos tiene que ver mucho la gestión municipal”, indica.
Jenny Parra sostiene que con la aplicación de los planes y estudios que se formulan desde el INDECI es posible no solo prevenir errores futuros, sino también corregir los errores existentes en cuanto al desarrollo de las ciudades y el manejo demográfico. “Los estudios de riesgo son base de los instrumentos de desarrollo y zonificación, por lo que es posible con ellos implementar medidas que mitiguen los riesgos y hagan más seguras a las ciudades”, explica.
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