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ANÁLISIS SOBRE LA REALIDAD: La desigualdad y la pobreza en el Perú

Escribe: Roger Santa Cruz Carranza (*)
Edición N° 1351

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Reducir la desigualdad y la pobreza no sólo es un factor idealista y ético, sino también una estrategia determinante para potenciar el crecimiento económico sostenible y la estabilidad social.

La desigualdad económica obstaculiza el desarrollo al limitar el acceso equitativo a oportunidades educativas, de empleo y de inversión, lo que conduce a la exclusión social y a la falta de movilidad ascendente para amplios sectores de la población. Además, la pobreza extrema genera un círculo vicioso que perpetúa la escasez de recursos, la falta de consumo y la debilidad del mercado interno, frenando el dinamismo económico.

La reducción de brechas es una tarea aún pendiente para el Perú. Tras largas décadas de crecimiento económico constante, no hemos sido capaces de traducir estas cifras en mejores condiciones de vida para nuestra gente. La riqueza generada en nuestro país si bien ha permitido mantener una estabilidad monetaria, no termina de impulsar el cierre de brechas, beneficiando principalmente a algunos grupos económicos mientras el común denominador de los peruanos no percibe estas bondades en su día a día.

Pobreza hoy

Según el informe “Perú: Evolución de nuestro país más de 9 millones 780 mil peruanos subsisten con menos de 446 soles mensuales. La pobreza en el Perú se ha incrementado por segundo año consecutivo alcanzando el 29 % de la población. El PBI peruano se incrementó tan solo en 0.5 % en el último trimestre del año pasado y los indicadores macroeconómicos nos indican que hemos retrocedido considerablemente.

Si analizamos la dinámica de la pobreza, podemos percibir que esta se ha desplazado principalmente de las zonas rurales hacia las urbanas generando aproximadamente un 25 % de pobres en las ciudades, esto es uno de cada cuatro ciudadanos.

Según los especialistas existen múltiples factores que podrían explicar estos resultados. Los fenómenos naturales del 2023 por ejemplo, dejaron al descubierto una pésima gestión de desastres, lo que terminó ocasionando pérdidas económicas, así como infraestructura que al día de hoy no ha logrado recuperarse, a pesar incluso del programa de “Reconstrucción con cambios” que tampoco mostró avances concretos. Otro factor significativo que perjudica nuestra situación económica es el intenso ruido político que ya es una constante en nuestra coyuntura nacional. Los constantes escándalos de corrupción y la voraz lucha por la supervivencia política, han permeado en la economía, desacelerándola sobremanera.

También contribuye a esta situación la inflación a la cual se viene enfrentando nuestro país, lo cual ha generado un aumento importante respecto al precio de los alimentos de primera necesidad, podemos resaltar por ejemplo que según el mencionado informe el precio de 95 de los 110 productos que conforman la canasta básica de alimentos se ha incrementado considerablemente afectando la capacidad de abastecimiento de las familias.

Resultados extremos

Un dato no menor en este balance de resultados es la agudización de la pobreza extrema. Esta se caracteriza por la incapacidad de un individuo para costear la canasta básica de alimentos, incluso si todos sus recursos se destinan exclusivamente a ese fin. Ello también es un factor determinante dentro de este razonamiento puesto que crea un círculo vicioso que perpetúa la escasez de recursos, la falta de consumo y la debilidad del mercado interno, frenando el dinamismo económico.

Según INEI tenemos una pobreza extrema que está bordeando los 2 millones de peruanos, es decir un 5.7% superando los niveles incluso de la época de pandemia cuando alcanzamos un 5.1%. Con ello, 3 millones 290 mil personas han caído en situación de pobreza desde el 2019.

Si analizamos a nivel regional la situación es aún más particular, la pobreza se ha elevado en 21 regiones, teniendo en cuenta regiones como Lambayeque, Tumbes, Ucayali y Loreto, podemos notar por ejemplo que en dichas jurisdicciones la pobreza se ha incrementado en 4 puntos porcentuales en el año pasado.  Si a este grupo le añadimos las regiones de Cajamarca, Madre de Dios, Tacna y Lima Metropolitana, podemos percibir que sus resultados son aun peores que los mantenidos en la pandemia, experimentando un incremento de 10 puntos porcentuales desde el 2020, esto es 43.5% en 2023, tal y como lo ha señalado el Instituto Peruano de Economía.

La situación se agrava si nos referimos a Loreto. La región nororiental es la que más ha sufrido este retroceso, llegando a alcanzar un crecimiento del 32% al 44%.  Mientras que la situación en la capital también empeora. Lima Metropolitana pasa de concentrar el 22.8% de personas pobres en 2019 a tener el 32.6% del total de personas pobres del país (2023).

Servicios básicos

Existe además un contraste respecto a la cobertura de servicios básicos entre la capital y los demás departamentos. En el año 2023, el acceso al conjunto de servicios básicos integrados, como agua, saneamiento, electricidad, telefonía móvil e Internet, no está disponible para aproximadamente el 83,5% de la población en el departamento de Puno. Esta situación se repite en los departamentos de Ucayali (83,1%), Loreto (82,8%) y Huancavelica (81,1%). Por otro lado, el porcentaje de acceso es significativamente menor en la Provincia Constitucional del Callao (23,7%), Lima Metropolitana (27,5%), Moquegua (32,7%) e Ica (39,7%).

A pesar de la existencia de programas sociales y políticas dirigidas específicamente al cierre de brechas, es necesario recuperar terreno frente a las cifras nada alentadoras a la que nos enfrentamos.

Al reducir la desigualdad y la pobreza, se aumenta el poder adquisitivo de las personas más desfavorecidas, lo que impulsa la demanda interna y estimula la actividad empresarial. Además, se fomenta la inversión en capital humano, lo que fortalece la productividad y la innovación. La reducción de la desigualdad también puede mejorar la cohesión social y política, contribuyendo a la reducción de conflictos y la inestabilidad que pueden obstaculizar el desarrollo económico a largo plazo.

Así pues, abordar la desigualdad y la pobreza no solo es una cuestión de justicia social, sino también una medida pragmática para promover un crecimiento económico inclusivo y sostenible que beneficie a toda la sociedad.

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(*) Politólogo | santacruzcarranza@gmail.com

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