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CAMBIO CLIMÁTICO Y DESABASTECIMIENTO: Los dobles retos de la leishmaniasis: una enfermedad tropical desatendida

Escribe: Franklin Aguilar Gamboa (*)
Edición N° 1354

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En las últimas semanas se han reportado varios casos de leishmaniasis en diversas regiones del Perú. Esta enfermedad parasitaria es causada por especies del género Leishmania y trasmitida en nuestro país por mosquitos del género Lutzomyia. La leishmaniasis está fuertemente asociada a condiciones de pobreza y ha sido históricamente olvidada o desatendida por los sistemas de salud, dado que se manifiesta principalmente en zonas remotas del territorio nacional. Si bien el número de casos reportados en 2024 se encuentra dentro de los parámetros esperados, esto ha vuelto a evidenciar el problema recurrente de desabastecimiento de medicamentos esenciales en el país para hacer frente a esta enfermedad.

Las enfermedades tropicales desatendidas, son un conjunto de enfermedades infecciosas, muchas de ellas de origen parasitario, que afectan a las poblaciones que viven en condiciones socioeconómicas de pobreza y que tienen problemas de acceso a los servicios de salud. Estas enfermedades, como la leishmaniasis, la enfermedad de Chagas, la lepra, la hidatidosis, micetoma, entre otras, reciben poca atención y se ven postergadas en las prioridades de políticas de salud pública, lo que dificulta los esfuerzos por darlas a conocer y por destinar recursos para su prevención, tratamiento y control.

Lo que dice la OMS

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la leishmaniasis se encuentra entre las diez principales enfermedades tropicales desatendidas que afecta a más de 12 millones de personas a nivel mundial. Esta parasitosis puede manifestarse clínicamente de diferentes formas. La más frecuente es la leishmaniasis cutánea, que de no recibir un tratamiento oportuno y adecuado con antimoniales, ocasiona úlceras cutáneas que tienden a progresar en tamaño e invasividad con el tiempo. De los 9 países que reportan el 85 % de los casos de leishmaniasis cutánea a nivel global, tres se ubican en las Américas: Brasil, Colombia y Perú.

Desde finales del primer trimestre de 2024, en el Perú se ha notificado un número considerable de casos de leishmaniasis cutánea en las regiones de Lima, Cusco, Áncash y Lambayeque, y aunque la notificación de casos en las regiones mencionadas guarda cierto patrón periódico y no revelan un incremento considerable respecto a años anteriores, lo relevante es que este reporte ha vuelto a poner de manifiesto los problemas de desabastecimiento que afectan al tratamiento de la enfermedad. Problemas que no son un fenómeno nuevo, habiéndose agudizado situaciones críticas durante la pandemia de COVID-19.

Caso peruano

Tradicionalmente en Perú, el tratamiento de primera línea para la leishmaniasis cutánea ha consistido en el uso de antimoniales pentavalentes como el estibogluconato sódico. Ahora, se sabe que los nuevos lotes que llegaron al país en 2024 corresponden a meglumina antimoniato, fármaco que según estudios previos ha demostrado ser más efectivo.

Es necesario asegurar la sostenibilidad del abastecimiento de tratamiento para esta enfermedad a largo plazo, de modo que se evite el riesgo de que eventuales interrupciones permitan la propagación de la leishmaniasis. Esto adquiere especial relevancia si consideramos que los cambios ambientales inducidos por la actividad humana, como la deforestación y el cambio en el uso del suelo, podrían influir en la expansión geográfica de los vectores de la enfermedad. Lamentablemente existen antecedentes que demuestran cómo estas alteraciones pueden incidir en la propagación de los insectos transmisores de la enfermedad.

En 2012 se reportó un brote de leishmaniosis humana en el municipio de Fuenlabrada, provincia de Madrid, España. Estudios recientes indican que este foco de la enfermedad se generó debido a cambios ambientales inducidos por la acción humana sobre una superficie de terrenos degradados. Y aunque la especie del vector es distinta a la de América latina, se sabe que la modificación del territorio de estos mosquitos pudo haber influido en su propagación, dando lugar a la aparición y expansión de casos de leishmaniosis en la zona que ha tenido nuevos brotes en 2020 y a pesar de estar a la fecha controlado aún representa un riesgo para la comunidad

El cambio climático

Además de la actividad humana, es necesario no desestimar que factores como el calentamiento global podrían en realidad hacer estos eventos de trasmisión más frecuentes en zonas nunca antes reportadas. Las altas temperaturas y variaciones en el régimen de precipitaciones que trae este fenómeno podrían estar propiciando que el vector transmisor de la leishmaniasis colonice zonas donde antes no lograba establecerse de manera permanente debido al clima. Además, no sería sorprendente que Lutzomyia esté evolucionando biológicamente, desarrollando mecanismos que le permitan sobrevivir y reproducirse con éxito en los nuevos microhábitats producto de los cambios climáticos actuales.

Este flebótomo es especialmente proclive a la diversificación alopátrica, es decir, a la especiación causada por la presencia de barreras geográficas. Por su susceptibilidad a este proceso, los cambios ambientales podrían generar las condiciones para su diversificación futura, dada la fragmentación y creación de nuevas barreras en el paisaje.

Por este motivo, los biólogos monitorean las poblaciones de Lutzomyia para detectar señales tempranas de adaptación o inicio de procesos de especiación ligados a la transformación antrópica del hábitat. Esto en la actualidad es posible con las nuevas herramientas de biología molecular, las cuales mejoran la comprensión de la respuesta evolutiva de estos organismos ante los cambios ambientales, y permite, en cierta forma, anticipar posibles consecuencias para la salud pública como la expansión de zonas de riesgo de transmisión de leishmaniasis. Sin embargo, la inversión estatal en investigación sobre leishmaniasis es limitada. Esto ha propiciado que dicha labor se circunscriba en muchas ocasiones a esfuerzos individuales de investigación.

Para reflexionar

El escaso interés del Estado por implementar de manera constante medidas de prevención, vigilancia epidemiológica y acceso universal a tratamientos en zonas endémicas, se complica muchas veces con incapacidades derivadas de problemas crónicos como la corrupción. Resulta preocupante que en el siglo XXI el desabastecimiento de medicamentos siga siendo un problema. En este sentido, recientemente Brasil donó 20.000 dosis para tratar la enfermedad, una gestión probablemente motivada ante la presión mediática. Aunque esto representa una buena noticia para los afectados, se requiere que el Estado garantice el tratamiento de forma sostenida, como parte fundamental de su labor en salud pública.

Para ello, es necesario un marco de políticas públicas intersectoriales a largo plazo, con énfasis en la prevención, vigilancia y acceso equitativo, especialmente donde factores socioeconómicos exacerban su impacto. Sólo así se puede asegurar el derecho a la salud de las poblaciones más vulnerables.

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(*) Decano del Colegio de Biólogos del Perú – Consejo Regional III – Lambayeque.

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