Lambayeque tiene todas las condiciones para ser una región líder en el norte: tierras fértiles, agroexportación consolidada, riqueza cultural y ubicación estratégica. Pero la realidad que viven los ciudadanos es muy distinta. La sequía y las inundaciones golpean sin piedad, las obras se paralizan, la inseguridad crece y la corrupción sigue minando la confianza en las instituciones.
Los indicadores lo confirman. Según el INEI, más del 30 % de los hogares lambayecanos aún carece de acceso a agua segura. En el sector agrícola, miles de hectáreas han tenido que reducirse en campaña en los últimos años por falta de dotación oportuna desde Tinajones. En infraestructura, la Contraloría reporta que varias obras de reconstrucción presentan retrasos superiores a dos años. Y en seguridad, la percepción de inseguridad se disparó de 34 % en 2020 a más de 60 % en 2024, con un crecimiento sostenido de denuncias por extorsión y robos.
El reservorio Tinajones simboliza esta paradoja. En abril de 2025 estaba lleno, con 331 millones de metros cúbicos asegurando la campaña agrícola. Pero solo unos meses antes, en octubre de 2024, se suspendió el riego por falta de agua. Entre la abundancia y la escasez, los agricultores viven en zozobra. El problema no es solo climático: es de gestión. Canales sin mantenimiento, poca tecnificación y represas que nunca llegan más allá del papel. Mientras tanto, los agricultores pierden cosechas y las familias pagan el precio de la improvisación. Lo mínimo que debería hacer el gobierno regional es asegurar limpieza de reservorios, turnos de riego justos y acelerar, mediante asociaciones público-privadas, nuevos proyectos de almacenamiento.
Riesgos y pérdidas
Los desastres naturales han costado más de S/ 500 millones en pérdidas. El CENEPRED ya advirtió 44 zonas críticas. Y sin embargo, las defensas ribereñas, los drenajes pluviales y los hospitales siguen inconclusos. No sorprende que la desconfianza ciudadana aumente: en 2024, la ejecución presupuestal regional en inversión no llegó al 70 %, mientras decenas de proyectos se mantienen paralizados. La región no puede seguir reconstruyendo lo mismo cada temporada. Se necesita prevención, no solo reacción. Para eso hace falta algo que ha escaseado: decisión política. Reactivar proyectos, coordinar mejor con la Reconstrucción con Cambios y abrir la supervisión a la ciudadanía son pasos inmediatos. De lo contrario, los millones seguirán gastándose en expedientes y no en concreto ni ladrillos.
Inseguridad
La inseguridad ya es el tema número uno en Lambayeque. Entre enero y agosto de 2025, las denuncias por extorsión aumentaron 10 % respecto al año anterior. Además, la tasa de homicidios regional supera el promedio nacional, según cifras de la PNP. El presupuesto para seguridad existe —más de S/ 40 millones—, pero la gente no percibe resultados. Los patrullajes son escasos y la coordinación entre autoridades es débil. Aquí no se necesitan más diagnósticos: se necesita ejecutar todo el presupuesto, rendir cuentas con cifras claras y fortalecer a las juntas vecinales. Sin seguridad, ninguna inversión será sostenible.
Lambayeque no necesita más discursos: necesita resultados. Agua disponible todo el año, defensas que protejan, hospitales que atiendan y calles seguras. El tiempo se acaba, pero aún hay margen para actuar. Lo que hagan —o dejen de hacer— las autoridades regionales en los próximos meses marcará la diferencia entre una región que avanza o una que sigue atrapada en la frustración ciudadana.
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(*) Director ejecutivo de Videnza Instituto.
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