En tiempos donde la incertidumbre económica y social pone a prueba la resiliencia de las instituciones, la historia de la Azucarera Pomalca sigue siendo un ejemplo de esfuerzo, gestión y compromiso colectivo. Han pasado 156 años desde que se fundara la empresa y también han transcurrido 21 años de gestión empresarial innovadora, desde aquel punto de quiebre en que se inició el proceso de reactivación, apostando por la producción, la innovación y, sobre todo, por la gente. Hoy, más que una industria, Pomalca representa un símbolo de esperanza y perseverancia en Lambayeque.
Por ello, en este renovado aniversario manifiesto mi reconocimiento al Directorio encabezado por Carlos Andrade Villar e integrado por Elvis Oviedo Picchotito como vicepresidente y a los directores Edwin y Octavio Oviedo Picchotito, y José Carlos Isla Montaño. Asimismo, al gerente general Walter Culqui Carrera y a los gerentes de línea en Administración, Campo, Fábrica, Recursos Humanos, Imagen Institucional y Responsabilidad Social, cabezas visibles de lo logrado en estas más de dos décadas en que se recuperó, para orgullo pomalqueño, esta empresa que sobresale en producción de azúcar en Lambayeque.
Este aniversario encuentra a la empresa en una etapa de consolidación. Con una inversión superior a los S/27 millones destinada a un nuevo sistema eléctrico y un moderno turbogenerador, Pomalca da un paso decisivo hacia la autosuficiencia energética y la eficiencia productiva. No se trata solo de tecnología, sino de visión: producir su propia energía para sostener el crecimiento, garantizar la molienda y proyectar el futuro con estabilidad. Este logro reafirma una premisa esencial: el desarrollo sostenible no se alcanza sin planificación, inversión y compromiso con la productividad.
Pero si algo distingue a Azucarera Pomalca es su sentido de responsabilidad social. En medio de un contexto económico nacional desafiante, la empresa cumple con su palabra: pagará cerca de S/21 millones en sueldos, CTS y gratificaciones a todos sus trabajadores entre octubre y diciembre de este año. Ese cumplimiento no solo es una obligación, sino una declaración de respeto hacia quienes, día a día, sostienen el corazón de la fábrica y del campo. En Azucarera Pomalca, el trabajador no es un número, sino el motor humano de una historia que se sigue escribiendo con sacrificio y orgullo.
Detrás de cada avance técnico y financiero hay un mensaje institucional poderoso: cuando se administra con transparencia, visión y compromiso, las empresas pueden ser agentes de transformación regional. Lo que Pomalca ha logrado en dos décadas —levantarse, modernizarse y proyectarse— demuestra que la reactivación no es una meta pasajera, sino una actitud permanente de renovación y confianza en el porvenir.
En Lambayeque, hablar de Azucarera Pomalca es hablar de identidad, de raíces que se niegan a rendirse, de una herencia que se adapta a los nuevos tiempos sin perder su esencia. Por eso, celebrar estos 21 años no es solo conmemorar un aniversario empresarial, sino rendir homenaje a la constancia, a la fe en el trabajo y al liderazgo que mira hacia adelante con responsabilidad.
Hoy, cuando el país necesita ejemplos de gestión que generen empleo, bienestar y estabilidad, Azucarera Pomalca se presenta como un referente de que la reactivación económica es posible cuando se apuesta por las personas, por la innovación y por el cumplimiento de los compromisos.
Gracias a sus directivos, he tenido la oportunidad de editar dos importantes publicaciones que recogen, en el primer libro, la historia de la caña de azúcar en Lambayeque, en el que Azucarera Pomalca juega un importante rol dentro el relato que describí del papel de la caña en nuestro departamento; y, en la segunda publicación, la historia de lo que significaron dos décadas -20 años de nueva gestión empresarial- donde hay mucha historia para recuperar lo que hoy se mira como ejemplo admiración y demostración de que no hay imposible que detenga el cambio que tanto pedía la masa de trabajadores, actores directos del cambio que hoy gozan.
No hay persona más feliz de ver los resultados en Azucarera Pomalca, que día a día consolida su crecimiento y sostenimiento, que el trabajador pomalqueño, quien pone su esfuerzo, sacrificio y entendimiento de trabajar de manera organizada, planificada y respetuosa.
Hoy rindo homenaje a quienes pusieron las bases de este cambio como fueron el señor José Gamarra Mizrraji y Antonio Becerril Rodríguez, por no retroceder al objetivo del cambio, ya que ni el más crítico momento los hizo declinar. Sabían que las bases debían estar bien cimentadas para ver en el corto plazo el resultado de hoy. Y, si bien es cierto, no están con nosotros, su recuerdo lo traemos a la memoria como un gesto de gratitud por lo que les toco hacer.
Que este aniversario sea, entonces, una invitación a seguir construyendo —con energía, con transparencia y con esperanza— un futuro digno para Lambayeque y para el Perú.
No queda duda que Azucarera Pomalca es ejemplo de resiliencia empresarial.
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Editora / Directora fundadora.