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COLEGIO DE PERIODISTAS DE LAMBAYEQUE ORGANIZÓ HOMENAJE: Uchuraccay: 40 Años después

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 1286

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El Colegio Departamental de Periodistas de Lambayeque realizó un homenaje a los Mártires de Uchuraccay al conmemorar los 40 años de la desaparición de los 8 periodistas en las alturas de Ayacucho. La organización del certamen fue de la Dirección Académica de Asuntos Profesionales, a cargo del magíster Manuel Mezones Saavedra.

En este acto conmemorativo se desarrolló el panel foro "Los Mártires de Uchuraccay: significado y nuevo rostro de la violencia política en Perú" los panelistas a cargo del tema fueron los reconocidos profesionales lambayecanos: Norbel Mondragón Herrera, Presidente de la Comisión de Solidaridad, Desarrollo y Justicia – COSDEJ; Manuel Ulloque Sandoval, decano del Colegio de Sociólogos de Lambayeque; Martin Cabrejos Fernández, maestro e historiador y Faustino Pisfil Llontop, periodista.

Desde el punto de vista sociológico, Ulloque Sandoval dijo: “Uchuraccay se enmarca en un contexto de violencia desbordada que, en los años 80, generaba el terrorismo azotando varios pueblos de Ayacucho; los cuales representaban un rostro social de pueblos olvidados, con características similares a muchos pueblos del Perú profundo de hoy, con pobreza extrema, ausencia del Estado en la provisión de servicios básicos y como consecuencia de ello, sin oportunidades y con condiciones inadecuadas para vivir”.

La muerte de 8 periodistas, un guía y un comunero el 26 de enero de 1983; y posteriormente la muerte de más de 135 campesinos del pueblo de Uchuraccay, representan las inadecuadas e inoportunas acciones anti subversivas, la inacción del gobierno en los pueblos “olvidados”, la marginación y discriminación social, entre otros problemas que aún se encuentran pendientes en la agenda política.

Por su parte, el historiador y maestro Martín Cabrejos Fernández expresó su punto de vista desde la óptica histórica mencionando: “Para el periodismo, el sacrificio de 8 periodistas buscadores de la verdad, representantes de diversos medios con diversidad de posturas e interpretaciones de la crisis económica, social y política de aquel tiempo nos hace extrañar la economía del lenguaje, la justicia del uso de la palabra y la verdad como impronta que debe ser el lema ético de los periodistas de hoy. Se requiere información clara, bien escrita, independiente y hecha por personas cultivadas, educadas y aficionadas a la lectura y a todas las expresiones de la cultura”.

Desde el lado legal, el abogado Norbel Mondragón Herrera, defensor de Derechos Humanos, precisó: “Cuarenta años después hay una vigencia de temáticas ancestrales por resolver. Lamentablemente después de 40 años de ocurrido este lamentable hecho, aún sigue siendo complejo y doloroso lo acontecido.

También, aún aviva la esperanza de conocer la verdad; de lo que realmente sucedió en el asesinato de los periodistas, pese a que en un momento el gobierno de turno nombró una Comisión Investigadora a cargo del escritor Mario Vargas Llosa, pero que no satisfizo; por existir falencias en sus argumentaciones; y que para otros es el Estado Peruano, responsable de las muertes y que los juicios penales investigados tampoco llegan a clarificar el episodio.

Este fatídico suceso, cobra mucha vigencia en estos actuales momentos, donde se ha acrecentado la discriminación y el racismo; siendo el particular, los pobres, los nativos, los quechuahablantes y los afroperuanos. Más aún cuando estos pobladores han sido olvidados por todos los gobiernos de turno; verbigracia, sin ayuda mínima en la educación (analfabetismo); a la salud (secuelas del COVID 19); infraestructura (falta de carreteras) etc.”.

Con mirada periodística, el comunicador Faustino Pisfil Llontop precisó: “A 40 años de uno de los acontecimientos más penosos para el periodismo peruano y que se constituyó como ejemplo relevante del ejercicio de esta noble profesión y que es una muestra del compromiso social que asumen los hombres de la prensa con la sociedad. Hoy debemos reflexionar en relación a las actitudes profundas que fundamentan el conjunto de obligaciones que las y los periodistas hemos adquirido; y ello tiene que ver con investigar para acercarnos a la verdad.

Entender que nuestro trabajo pasa por tomar en cuenta los problemas de la sociedad, de aunar esfuerzos para edificar una sociedad más justa, equitativa, sostenible; ya que la sostenibilidad es una exigencia de carácter ético y moral. Ante ello, debemos evitar acceder a los halagos del poder, aferrándonos a la independencia y optando por la vía que la vocación profesional nos señala. Sin llegar a generalizar, mientras algunos periodistas insisten en conservar su autonomía profesional y ser fieles a su condición de comunicadores de la verdad y vigilantes de la gestión pública, otros se doblegan y rinden ante la seducción monetaria y los privilegios que el poder alegremente les concede”.

 

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