Me asomo a la ventana de su domicilio en la calle Raimondi. Está radiante, atenta. Sentada en la misma sala donde la conocí por primera vez, hace más de treinta años, cuando la contacté por un taller de máscaras fabricadas con material reciclado. Su abrazo, como siempre: pleno y reconfortante; me eleva la temperatura.
Aunque han pasado algunos días desde que fue llamada al escenario del concurrido auditorio del Ministerio de Cultura en Lima para recibir el Premio que todo artista anhela -por lo menos una vez en la vida- Azucena Arrasco Ruiz, “Chena” para los amigos, mantiene vivo en su risueño rostro, el dulce gusto por el logro. Luce deslumbrante y emocionada frente al lente de mi cámara; y yo, me siento privilegiada de ser una de las primeras personas con quien comparte la notica.
Comenta y revive. Aquel 21 de marzo, precisamente en la misma fecha que se conmemora el Día Mundial del Títere, se alistó temprano porque el tráfico en Lima es caótico a cualquier hora y a ella le gusta ser puntual, más aún cuando es la invitada de honor del Ministerio de Cultura del Perú. Por atuendo eligió una blusa de color beige con flores estampadas (sus favoritas), un pantalón negro, un collar que guarda armonía con el color de su atuendo y un reloj de pulsera. Sin mayores luces ni artificios. En ese instante, lo más llamativo, lo más luminoso, su sonrisa.
La acompaña su mami, doña María Ruiz Agüero. Còmo no estar allí? Ella le dio vida dos veces: la primera, para traerla al mundo, y la segunda, para iniciarla en el arte.
Hay emoción en el ambiente. La figura prominente de Karen Smith, presidenta de Unión Internacional de la Marioneta- UNIMA se proyecta en la pantalla gigante. En un español casi masticado, da la bienvenida. Minutos después hace lo mismo el vicepresidente de UNIMA, Tito Lorefice. Finalmente, la propia ministra de cultura, Leslie Urteaga Peña, es quien dirige la entrega de reconocimientos. En este caso, primero es el turno de Victoria Azucena de María Arrasco Ruiz, Premio Nacional “Ño Valdivieso” a la Trayectoria titiritera 2024.
Imagino que en el trayecto desde su silla hacia al escenario, hay por lo menos unos 50 pasos en que la mente de Azucena vuela entre felices coincidencias. Como revela. Salta el recuerdo de la primera función, al lado de su hermano Pablo, cuando ella, apenas tenía 13 y èl 15. Ambos, como jugando, citaron a los vecinos de su casa en la cuadra 3 de Raimondi para representar una historia con los muñecos fabricados con medias de nylon y aserrín, ojos móviles, pestañas risadas. Pablo los había confeccionado en un taller de vacaciones útiles. Un taller que anecdóticamente dictaba en Chiclayo, Felipe Rivas Mendo, quien años después sería reconocido como el Padre del Títere Peruano.
Aún recuerda que aquella vez cobraron10 céntimos por el show. Desde ese momento, dice Azucena, vio el arte, no solamente como un gusto sino también como un estilo de vida, una forma de ocuparse profesionalmente. Por eso no es de extrañar que llegue a su memoria un segundo recuerdo, el día que eligió matricularse en un Taller de Teatro en lugar de seguir la carrera de Medicina. “Mi mamá me envió a Argentina, estaba deseosa que de que yo pudiera seguir la tradición familiar”; y claro que lo hizo, pero no por el camino de la ciencia sino del arte.
Resuenan los aplausos. La artista de provincia brilla en la capital. Se hace justicia a una carrera de más de cinco décadas. Para los titiriteros, esta incomparable dama chiclayana es una celebridad, una maestra que se ha ganado a pulso de esfuerzo y persistencia cada milímetro de su fama. Para sus seguidores, fácil de dos a tres generaciones, Azucena es parte de la crónica histórica de artistas lambayecanos tanto como es parte de su propia historia familiar.
SI bien es cierto, este galardón es el primero a nivel nacional, otros llegaron antes. En el 2014 por ejemplo, nominada “Mejor gestora del teatro en Lambayeque” por la Casa de la Cultura por la imparable promoción de Festivales, Concursos e iniciativas para que no muera el arte. El año pasado también recibió un emotivo agasajo de parte de la Institución Educativa Santo Toribio de Mogrovejo donde ha venido promoviendo la organización del mayor Festival Escolar de los últimos años en Chiclayo, el Talent Night que ha logrado poner en escena a más de cien niños al mismo tiempo en una combinación de teatro, danza y música, tal como se hace en otras metrópolis de avanzada donde los talentos se cultivan desde la infancia. En realidad, son innumerables las presentaciones, los aplausos y el gran amor que Chena ha recibido hasta ahora.
El retiro y el retorno
Este reconocimiento a nivel nacional llega acompañado de un cúmulo de emociones, precisamente porque, entre otras cosas, diciembre del 2023 fue la fecha que marcó su despedida de las aulas escolares a las que les ha dedicado gran parte de su vida.
“Me sentí triste, pensé que sería el fin de muchas satisfacciones”. Pero hace poco le comunicaron que el Talent Nigth seguirá siendo dirigido por Azucena, aunque ya no pertenezca al staff de docentes. La maestra Azucena se ha ganado un título vitalicio que nace del corazón agradecido de sus hijos y compañeros de este viaje.
Paralelamente, comenta que se ha embarcado en nuevos proyectos, uno de ellos, el compromiso de descentralizar el arte, tal como lo hizo en sus inicios, cuando solo tenía 18 años y recorría los lugares más recónditos de la sierra y la selva con su Teatro Rodante “El Arriero”. Es paradójico. pero este. que podría parecer el cierre de una etapa, en realidad se podría describir mejor como un reinicio.
Felicidades y palmas de pie para Azucena, que, afortunadamente para nosotros, es siempre fragante, vital, que, bajo luz o bajo sombre se imponente y despierta admiración. Se reinventa y vuelve y retorna. Larga vida para Azucena, nuestra emblemática flor del arte y la cultura en Lambayeque, el Perú y el mundo!!
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