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¿SOMOS GRATOS LOS CHICLAYANOS?

Escribe Fernando Noblecilla Merino para la edición N 1075

Si mal no recuerdo fue allá por los 80´del siglo pasado, cuando se le empezó a llamar “Capital de la Amistad”, a Chiclayo. Y a todos nos gustó. Nos hizo sentir importantes, generosos. Es que la “Amistad”, es uno de los valores más preciados que tiene el ser humano.

A través de ella, Dios, deja a nuestro libre albedrio, escoger a quienes serán nuestros “Amigos”, es decir aquellos, que sin ser de nuestra sangre, resultan ser los hermanos que la vida nos da. De allí la expresión muy popular, “A la familia, no la escoges, la aceptas tal como viene. A los amigos los escoges y los aceptas tal como son.

Durante mucho tiempo, los chiclayanos (hombres y mujeres) hemos sido muy desprendidos, muy dados a dar todo lo que teníamos, cuando de atender a visitantes se trataba. Nos enorgullecía el brindarles nuestras comidas, mostrarles nuestra ciudad, nuestras playas, los lugares de diversión y en muchos casos, exagerando las situaciones, asumiendo los costos.

No me equivoco, si digo que nunca lo hicimos esperando algo a cambio. Por lo menos la misma atención. Cuántas veces nos habrá sucedido que a gente que nos visitaba y atendíamos con amplitud, a la hora de ser visita, siempre había una excusa, para que no hubiera reciprocidad. Que la distancia, que el trabajo, que el tráfico, siempre una excusa.

Hasta que fuimos aprendiendo y lo de la “Capital de la Amistad” fue perdiendo vigencia y los chiclayanos, nos fuimos volviendo menos abiertos, menos desprendidos y claro las cosas también fueron cambiando. Empezamos a preocuparnos más por nosotros mismos, por ver de qué manera solucionábamos los problemas que teníamos en la ciudad y aun cuando no perdíamos nuestra ancestral alegría, nos empezamos a medir en la demostración de nuestros afectos.

¿Fue para bien o fue para mal? Quién sabe señor. Dicen que la “gratitud” es un sentimiento. Yo añado que es uno de los valores que engrandece la amistad. La gratitud es algo indisoluble entre “AMIGOS”. Y no es porque uno le proporcione algo al otro. Es que entre amigos, no hay concesiones, ni cortesías forzadas. Hay amistad, esa que implica tolerancia, comprensión, afecto y llegado al máximo AMOR.

Puesto en esa situación, me pongo a pensar ¿qué tal si nos revisamos, para saber a qué nivel tenemos nuestra GRATITUD?

Estamos en el 2018, en poco tiempo se va a conmemorar la gesta de Angamos. Allí murieron como todos sabemos, Elías Aguirre Romero y Diego Ferré Sosa. Quién sabe si Elías Aguirre y José Quiñones Gonzáles, resultan ser los más emblemáticos de nuestros héroes. A Quiñones, la FAP lo recuerda no solo en el mes de su acción heroica, sino respetando como un altar, la habitación que ocupaba en el Grupo Aéreo y en su casa en Pimentel.

¿Y a Elías Aguirre? Bueno lo recordamos, con su nombre en una de las más tradicionales calles de nuestra ciudad, también en el estadio y en una plazuela. Pero ¿y su casa? Allí dónde nació y que está apenas a un par de cuadras del Parque Principal, que luce cada vez más abandonada y es testimonio vigente de nuestra ingratitud, ¿no nos interesa?

A Aguirre y a Quiñones, les hemos erigido dos monumentos. Ambos se limpian, en octubre y en julio. Nada más. ¿Tanto cuesta limpiarlos? Hace algunos años, les pedí a los bomberos si podían limpiarlos, me dijeron que costaba 100 soles. ¿La MPCh, el GRL, la FAP o la Marina de Guerra, no tienen un presupuesto de esa cantidad o quién sabe algo más, para limpiarlos por lo menos una vez al mes?

O las organizaciones que se hacen llamar “Legiones”, no pueden realizar actividades, o sus miembros aportar el dinero, para hacer esas limpiezas. ¿Acaso Elías Aguirre y José A. Quiñones, no se lo merecen?

No somos gratos entonces.

Hace algunos años, se hizo todo un escándalo en la MPCh, cuando a una avenida nueva que fue planificada con el nombre de “NN”, se le puso el nombre de “Guillermo Baca Aguinaga”. ¿Por qué la batahola? Porque muchas veces a los chiclayanos, nos gana la mediocridad y entonces, le damos más valor a los hechos accesorios, que a las virtudes mostradas, por nuestros paisanos.

Don Guillermo Baca Aguinaga, fue un hombre desprendido de toda dependencia material. Entregó los bienes heredados de su familia, para que les sirvieran a otros. ¿Lo negaban por qué fue aprista? Y finalmente que importaba. Si fue una persona digna, consecuente con sus ideas. Amauta de la educación, el chiclayano más culto que he tratado y le retaceaban ponerle su nombre a una avenida escondida. Ingratos y miserables.

Y dónde pondremos el nombre del insigne monsefuano, Alfredo José Delgado Bravo, de NIXA que si bien tiene un parque cerca a la casa familiar, no tiene una calle que ayude a perennizar su recuerdo. ¿Costaría mucho eso?

Podrían por favor preguntar, quiénes fueron Fizcarrald y Santos Dumont. ¿Qué relación tuvieron con Chiclayo?  Yo les doy la respuesta: NINGUNA, pero a alguien se le ocurrió pone sus nombres a dos avenidas y muchos chiclayanos no saben por qué. Pero tampoco nos importa. ¿Acaso no podrían ser rebautizadas?

Gratitud señores, es lo que nos está haciendo falta. Gratitud, con los que hicieron posible a Chiclayo. Empecemos a vivir más integra y profundamente nuestra CHICLAYANIDAD. Es decir dejemos que ese sentimiento que nos genera la tierra donde vivimos, nos permita preguntarnos ¿LOS CHICLAYANOS SOMOS GRATOS?     

 

*Escritor y Periodista.        

Fernando Noblecilla Merino
Fecha 2018-08-13 14:13:54