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REMENBRANZA A MI HIJA KATHERINE MONCAYO GIL

Escribe: Semanario Expresión el 2021-05-27

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Escribe: Yolanda Gil Ludeña

A 24 años de tu partida terrenal, siento tu ausencia y presencia.

Dios te trajo a este mundo terrenal un 25 y te llevó un 25.

Todavía está latente en mi corazón y fluye a través de mi pensamiento tu increíble madurez mental, emocional y espiritual y ello en atención al reflexionar y justificar mi actuar permanente, exclusivo y dedicación total a la función de Administradora de Justicia terrenal, situación esta que tardé

mucho en asimilar e internalizar tu comprensión.

Fuiste increíblemente brillante, destacándote en el nido San Juan, en el Colegio Beata Imelda, Nuestra Señora del Rosario, en las Universidades Nacional de Trujillo, Ciencias Biológicas y la Universidad de Chiclayo, Ingeniera de Sistemas e informática y en todos estos centros educativos, ocupaste o engalanaste el primer lugar.

Supiste administrar tu tiempo y espacio, dedicándote a la enseñanza del Catecismo, a cantar e integrar el coro de la Iglesia de Santa Victoria, a tocar instrumentos musicales: órgano y quena.

A salir y acompañarme los días sabatinos, y el último de ellos cuando me dijiste: “mamita me voy a ir a un lugar muy lejos, a donde tú por ahora no vas a poder ir, pero no te preocupes, que yo voy a estar bien, pero después estaremos nuevamente juntas”, me reprocho y hasta hoy no me perdono

el no haberle preguntado ¿A dónde, cuándo y para qué? En mi adelanto y pre juicio raciocinio pensé que me estaba adelantando un proyecto de estudiar maestría profesional, ahora entiendo que su espíritu blanco, limpio, diáfano, puro, estaba hablando, pero claro mi espíritu no pudo entender ya

que no estábamos en el mismo nivel espiritual, no había compás entre

ambas.

Definitivamente, su permanencia en esta tierra estaba delimitada por Dios a cumplir encargos divinos y finiquitados ellos, tenía que regresar a integrar el cuerpo celestial para continuar los fines infinitos del Supremo Dios.

Katherine, se fue muy jovencita, con su ida se fueron todas mis lágrimas y  sentí que una parte mía se murió, pero con el transcurrir del tiempo entendí que la muerte es solo una pausa en el tiempo.

Ahora me encantaría dirigirme a las madres que perdieron un hijo: Que claro que tenemos que pasar un duelo y es una aflicción, una angustia, un dolor que sólo nosotras sabemos sentirlo, pero no explicarlo.

Perder la presencia física de un hijo recién entrando a la plenitud de esta vida es mucho más difícil; pero el verdadero y gran amor de madre, requiere fortaleza, valentía para aceptar y no enturbiar los designios de Dios y para que ellos continúen su labor angelical divina, tienen que morir, revertirse de un cuerpo puramente espiritual y tener un lugar donde vivir, y los cielos son el sitio destinado y establecido de la morada de Dios.

Y entonces la madre tiene que pedir, gritar al Espíritu Santo para que la consuele y entregarle el corazón quebrantado, hecho trizas, Y la tercera persona de la Santísima Trinidad nos ofrece todos los recursos espirituales accesibles por medio de Jesucristo y el Dios Padre nos repara el corazón y además recurrir a la Virgen quien como intermediaria, nos ayuda como ejemplo de madre terrenal y celestial.

Ahora sé, y siento en mi corazón que las aflicciones y todo el dolor por ausencia de mi Katty se ha tornado en alegría, porque como fruto de un crecimiento espiritual y después de cumplir con la purificación de mi alma, se que algún día, me reuniré con mi hija.

Gracias Dios Padre, gracias Dios Hijo, gracias Dios Espíritu Santo, por tener en gozo Espiritual Divino a mi Katherine.

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