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MARCIANO CANTERO EN EL RECUERDO: Te quiero, Verde

Escribe: Eloy Seclén Neyra (*)
Edición N° 1269

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Horacio Eduardo Cantero Hernández, vocalista de la banda de rock Los Enanitos Verdes, ha dejado este mundo apenas a los 62 años. Como podrá imaginar, el concierto programado para el 7 de octubre en la ciudad de Chiclayo tendrá que suspenderse. En algún momento, podrá reprogramarse. ¿Cómo y cuándo?, pregunta la incrédula tristeza. “Mañana será ese día, si todos queremos”, responde el corazón.

“Ya, pero tocan rock de los ochenta, ¿verdad?”. La pregunta de rigor la plantea algún chiclayano que, la verdad, puede ser cualquiera de nosotros. Un día le tocó contratar orquesta para celebrar en casa lo que se pueda celebrar mientras la vida lo permita. Y resulta que ese rock de los ochenta también es de los noventa, y de los 2000. De ahora mismo.

Los Enanitos Verdes es de esas bandas que ha logrado trascender el tiempo y el espacio. Cumple entonces con la condición que distingue la música del momento con la de siempre. Es la banda que no sonó en blanco y negro sino en los colegiales plomo y blanco. Es el recuerdo de los primeros amores y sus primeras revelaciones. El fuego en los campamentos y la osadía en los karaokes. Si hasta en las tribunas y en las parroquias ha sido capaz de catequizar los sentimientos.

Su historia inicia en 1979, tiempos en los que tomarse una fotografía podía ser un suceso. Así le ocurrió al infectólogo mendocino Juan Nobiltá, quien realizaba un paseo familiar en la zona conocida como Puente del Inca. Una de las tomas reveló un detalle inquietante: una figura claramente humanoide, diminuta, que los expertos reconocieron rápidamente como libre de trucos o artimañas. Pocos repararon en su original color naranja. La gente la asoció con una presencia extraterrestre a la que llamaron, hasta con cariño, el enanito verde. Los niños, que nunca mienten, contaban que lograban verlos.

Con el tiempo, los vería todo Latinoamérica. En su natal Mendoza, Horacio Cantero, Felipe Staiti y Daniel Piccolo hicieron del descubrimiento del doctor Nobiltá el nombre de su banda. Tras su primer disco homónimo, el álbum Contrarreloj (1986) dio a conocer temas como La muralla verde, Cada vez que digo adiós, Tus viejas cartas, y muchos temas que se convirtieron en clásicos a fuerza de su gran versatilidad y poder melódico.

Algunos le llamaban rock comercial, seguramente, con toda la pretensión que puede contener utilizar dicho adjetivo. Tal vez no consideraron que bandas así representaron la posibilidad de acercarse al rock para muchas personas. Fueron la educación sentimental de quienes escribían canciones a mano en los cuadernos y podían asociarlas a sus vivencias. Que era parte del stablishment mediático, decían, usando términos más complicados aún, pero hay que ver cuánto casete pirata y grabado de la radio ha circulado de generación en generación con el puro argumento de la calidad sonora. Algunos de esos oyentes se convertirían luego en estrellas. Que lo digan sino los reggatoneros Bad Bunny y J. Balvín, quienes no ocultaron la emoción de alternar con el gran Marciano Cantero, como ocurrió en 2019 con la grabación de Un peso.

Eran Enanitos Verdes con una humanidad muy de este planeta. Con la misma prestancia de un espectáculo en Lima, llegaron a muchas ciudades del Perú. Desde una discoteca alternativa en Iquitos hasta el inmenso Jardín de la Cerveza Cusqueña. Gozaron por igual el rocoto arequipeño y la chicha norteña. “Por favor, ¡que nos dejen bailar acá!”, gritaban, en todos lados, los extraños de pelo largo que pudimos ser alguna vez.

Igual que ayer

Habitaciones extrañas (1987), Igual que ayer (1992), Big Bang (1994), fueron discos de verdad con grandes éxitos. El sonido de esa vieja psicodelia llegó a los recordados conciertos Unplugged en 1998 con Tracción Acústica. En él podemos escuchar a una joven Julieta Venegas y su acordeón acompañando El Guerrero: “Las piedras del camino le dieron la clave, la muerte no termina con todo”.

El éxito que conocieron fuera de casa no necesariamente fue el mismo que obtuvieron en su país. De hecho, Cantero radicó por muchos años en Sonora, México. Tras reencontrarse con Viviana, un gran amor de juventud, retornó a Argentina. Se casaron ese mismo 2019 sin imaginar, quién podría haberlo hecho, que al año siguiente el mundo de verdad empezaría a girar locamente, y uno que ya está cansado de estar tan cuerdo.

Complicaciones renales nos arrebataron a Marciano Cantero hace una semana. En declaraciones para la revista Rolling Stone, su hijo Javier transmitió un mensaje conmovedor. “Quiero que lo recuerden no solo como el compositor, el cantante, el artista que era, sino también como una persona maravillosa y mi mejor amigo en el mundo. Él siempre decía en todas las entrevistas que Amigos la compuso porque quería que su hijo fuera su mejor amigo, y se cumplió y él lo sabía, así que eso me deja tranquilo”.

Por todo el mundo, la música popular habla del amor. Es precisamente por ello que la sentimos así. Es por ello que logra trascender el tiempo. Al contemplar el camino recorrido, comprobamos que es verdad eso de que hay que correr el riesgo de levantarse y seguir cayendo.

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(*) Sociólogo y docente universitario. 

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