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LA MALDICIÓN DE CHICLAYO CON SUS AUTORIDADES MUNICIPALES: A tres meses de terminar gestión de Marcos Gasco, la ciudad está en total abandono

Escribe: Juan Vejarano Vergara (*)
Edición N° 1269

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En los últimos quince años, las distintas administraciones ediles -desde Torres hasta Gasco- han contribuido al deterioro progresivo de Chiclayo, que lo han condenado al atraso en perjuicio de sus habitantes. Esta ha sido una constante incluso desde finales de la década de los noventa, los burgomaestres de turno y sus equipos de gobierno fueron incapaces de generar políticas públicas, que permitan aprovechar todas las potencialidades de la Capital de la Amistad para convertirla en la metrópoli que su población aspira. La corrupción ha sido el gran lastre en la comuna, los alcaldes se hicieron de costado y no lo enfrentaron con la valentía y la voluntad política que se requería, provocando un serio daño a la ciudad. Por ello es imprescindible que este 02 de octubre en las elecciones municipales y regionales, la ciudadanía emita un voto responsable, de conciencia y racional, para escoger las mejores opciones y no al menos malo.

Mala suerte, infortunio, maldición, desgracia, calamidad, son las palabras más cercanas a la realidad para describir el aciago panorama que exhibe Chiclayo, a solo tres meses de culminar la gestión del alcalde Marco Gasco Arrobas. Las nefastas experiencias ediles de los últimos quince años han maltratado enormemente a la Capital de la Amistad y lo han condenado al retraso, y hoy parecieran haberse reencarnado en el actual régimen, porque la ciudad en lugar de avanzar y de dar el salto cualitativo, se ha detenido en el tiempo, no ha tenido un desarrollo sostenido que coadyuve al bienestar de sus habitantes, pese a las grandes potencialidades y condiciones que reúne para destacar y llegar a convertirse en la metrópoli que su población aspira. Las autoridades municipales de turno han hecho muy poco por generar políticas públicas que viabilicen esta pretensión, no han sido capaces de plasmar obras de envergadura a todo nivel que permitan apuntalar un crecimiento sostenido con visión de corto, mediano y largo plazo. Cada autoridad siempre ha trabajado de acuerdo a sus propios criterios y conveniencias políticas, se dedicaron a copar el aparato administrativo con gente de su partido o que los apoyó en la campaña electoral, y sus gestiones no pasaron de ser mediocres y corruptas. Qué duda cabe que las administraciones ediles más deplorables han sido la de los exalcaldes Roberto Torres y David Cornejo, quienes purgan condenas en el penal por corrupción y otros delitos.

Tras estos dos gobiernos repugnantes en la comuna chiclayana, y ante la incertidumbre y la desesperanza que había en la población producto de estos hechos, en los comicios municipales y regionales del 2018 Marcos Gasco fue elegido alcalde para el periodo 2019-2022. Se abría un camino de esperanza y de optimismo ante tanta desolación. Sin embargo, las grandes expectativas que se habían cifrado sobre el burgomaestre, se fueron diluyendo con el paso de los días por errores garrafales que tuvo desde un comienzo, los cuales empañaron su desempeño. Entre ellos, la controversial decisión de subirse el sueldo junto con sus funcionarios de confianza, pese a la grave crisis económica que atravesaba la comuna, cuando lo que se exigía en ese momento era prudencia y sensatez. También, el nombramiento de personas con serias objeciones para la función pública, con investigaciones judiciales pendientes -caso gerentes municipales-, y otros que no reunían el perfil para determinados cargos. Pero él ni se inmutó y siguió adelante, pese a todos los cuestionamientos que le hacían los medios de comunicación y organismos de la sociedad civil. Las consecuencias de esta improvisación se ven ahora, con una ciudad prácticamente abandonada y a la deriva, y una gestión edil que se irá sin pena ni gloria, porque al parecer Gasco y compañía no tienen las armas para revertir la imagen negativa que tiene la comunidad sobre ellos.

Contaminación ambiental

La situación de la ciudad en el tema urbanístico es caótico, muy lamentable, con obras de saneamiento y asfaltado de calles inconclusos, generando una grave contaminación ambiental y enfermedades producto del afloramiento de aguas servidas expuestas en la vía pública, en distintas urbanizaciones, ante la pasividad pasmosa de las actuales autoridades municipales por dar solución a esta problemática que ha sido una constante en los últimos quince años. La comuna alegremente abre las calles so pretexto de mejorar las pistas y veredas, abre zanjas profundas y luego por problemas técnicos la empresa a cargo de la obra paraliza los trabajos, provocando un serio malestar a los habitantes de las zonas afectadas. Pero eso no es todo. Producto de esas obras las tuberías de alcantarillado colapsan y las aguas residuales salen a la superficie permaneciendo por varios días empozadas, emanando olores putrefactos que afectan al vecindario. Los casos más álgidos se han presentado en las urbanizaciones San Eduardo y Santa Victoria, sin que las autoridades ediles hagan algo al respecto. Ante la indolencia de la municipalidad y del propio alcalde, el ciudadano Jorge Chávez Pita denunció el hecho ante la Fiscalía Penal Corporativa de Chiclayo, que dispuso una investigación contra el alcalde Gasco por los presuntos delitos de exposición o abandono peligrosos y omisión de actos funcionales en agravio de los vecinos de la cuadra 9 de la calle La Florida en San Eduardo. Esto ejemplos grafican la ineficiencia de esta gestión para dotar de mejores servicios a los más de 700 mil habitantes del distrito de Chiclayo, pese a los presupuestos que reciben del Gobierno nacional para la ejecución de obras, pero que no los gastan justamente por este tipo de incapacidades.

Tal es el abandono en que se encuentra la ciudad que incluso la noticia de que las pistas están hechas añicos y que muchas calles permanecen sin asfaltar, ha sido la burla de los comediantes del programa “Hablando huevadas”, que entre la sátira propia de los conductores advierten tal situación, dejando por los suelos la imagen del burgomaestre y de todo su incompetente aparato gerencial que no lo ayudado a gobernar bien. Tal ha sido la falta de criterio y sentido común de Gasco para designar a sus gerentes municipales, que en lo que va de su gestión ha nombrado a seis gerentes municipales (el último, Marlow Oblitas Niño fue sentenciado a 4 años y 6 meses de prisión efectiva por el delito de omisión de funciones), lo que evidencia que no se han aplicado los filtros de rigor para delegar a sus funcionarios de confianza. Entiéndase que el gerente municipal es la mano derecha del alcalde, es quien planifica, organiza, dirige, controla y evalúa la gestión administrativa, económica y financiera del ayuntamiento, orientados al buen funcionamiento institucional, en concordancia con la Ley Orgánica de Municipalidades Nº 27972; así como para la óptima prestación de los servicios a la comunidad. Asimismo, la Gerencia Municipal coordina con los órganos descentralizados para evaluar y mantener informado a los órganos de gobierno, sobre el estado de gestión y rentabilidad de las empresas municipales. Pero los cambios permanentes de este tipo de funcionarios no permite realizar un trabajo coherente y cohesionado en beneficio de la ciudad, por el contrario representan inestabilidad en una gestión.

Basura por doquier

Pero a este trance amargo debemos sumar el tema la limpieza pública, que también se ha convertido en el talón de Aquiles de la administración de Gasco, que se muestra incapaz de dar una solución integral y definitiva a esta problemática que es recurrente en cada administración edil. Solo cuando están en campaña ofrecen convertir a Chiclayo en un anís, en una ciudad ejemplo del tratamiento de los residuos sólidos; pero cuando llegan al poder esas iniciativas son encarpetadas y echadas al olvido, y solo se dan manotazos de ahogado que al final profundizan más el problema, en lugar de abordar el asunto con la seriedad y urgencia que demanda. Así ha sucedido con todas las administraciones ediles desde finales de la década del noventa hasta la actualidad, nadie de salva de esta crítica, porque los recursos existen, pero los alcaldes son cortoplacistas y resultadistas, y piensan que comprando más compactadoras van a solucionar este tema álgido para Chiclayo y sus distritos. Como se recuerda, en la gestión del exalcalde David Cornejo y con el apoyo de la Cooperación Suiza se comenzó a construir la planta de transferencia de residuos sólidos, la primera en su género en el norte, pero la corrupción -se denunció pago de coimas- impidió su avance, la obra quedó paralizada y toda la inversión se fue al tacho. La fiscal Karim Ninaquispe ha solicitado al Poder Judicial una pena privativa de la libertad de 6 años contra el alcalde Gasco por el presunto delito de colusión agravada. La acusación se sostiene en hechos ocurridos en abril de 2019, cuando luego de un supuesto desabastecimiento inminente que afectaría el recojo de los residuos sólidos, la comuna suscribió un contrato con la empresa Veolia para el alquiler de 10 de compactadoras, por el cual asumió un gasto de 2 millones de soles. Incurrió en una serie de incumplimientos a la Ley de Contrataciones para favorecer a Veolia, provocando un perjuicio económico a la comuna de 249,750 soles.

A estas alturas del mandato de Marcos Gasco es muy poco lo que se puede rescatar como obra pública, pues no hay proyectos de impacto que respalden su labor, y tampoco le alcanzará el tiempo para dar solución a los problemas más críticos que atraviesa la ciudad. Por el contrario, hay indignación en la población ante tanta indolencia, hay impotencia y desazón por ver que esta tierra no encuentra la dirección correcta para el despegue que requiere, pese a las excelentes condiciones que posee. Gasco es un nuevo fiasco para Chiclayo, que lamentablemente en su historia municipal reciente ha tenido la mala fortuna de elegir a personas que no han respondido a las expectativas de todo un pueblo. Por ello, hoy más que nunca se necesitan autoridades competentes, comprometidas con la labor para la que son elegidas, urge una cuota de honestidad, transparencia y liderazgo, y dejar de lado la improvisación y la chabacanería. Será responsabilidad directa del electorado elegir al mejor candidato en los comicios del 02 octubre, para no volver a equivocarse y arrepentirse los próximos cuatro años, porque de por medio está el futuro nuestro y el de nuestros hijos. Por eso es importante ejercer bien su ciudadanía, de manera libre y espontánea; pero para ello hay que estar debidamente informados para ejercer nuestros derechos con madurez y seriedad.

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(*) Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Primer Vicedecano del Colegio de Periodistas de La Libertad.

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