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A LOS 800 AÑOS: EL PESEBRE DE GRECCIO

Escribe: Fr. Mauro Vallejo Lagos (*)
Edición N° 1332

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En la noche del próximo 24 de diciembre, todos nos uniremos a la familia franciscana en la conmemoración del 800 aniversario del pesebre de la pequeña gruta de Greccio (valle de Rieti, Italia).

 

Una gruta en Greccio

Francisco conocía las grutas del valle de Rieti. Un día, en sus caminatas por la región, se sorprendió al descubrir una de ellas que, a su juicio, era muy parecida a Belén. Francisco identificó aquella cueva como muy similar a la de Tierra Santa.

En diciembre del año 1223, a Francisco le vino el deseo de conmemorar el nacimiento de Jesús. Se lo comunicó a sus hermanos: «Deseo hacer memoria del divino niño que nació en Belén y de las incomodidades que sufrió al ser reclinado en un pesebre y puesto sobre húmeda paja junto a un buey y un asno; quisiera hacerme de ello cargo de una manera palpable y como si lo presenciara con mis propios ojos». La idea era totalmente nueva y sencilla. Había brotado en el corazón de Francisco como una chispa de amor.

 

¿Qué significaba para Francisco la fiesta de la Navidad?

Para el Pobre de Asís, la fiesta de la Natividad era “la fiesta de las fiestas”, el día en que Dios, hecho niño, mamó de un pecho humano. Por eso él «celebraba con inefable solemnidad la Navidad del Niño Jesús».

Al llamado de Francisco los habitantes de Greccio acudieron de diversos lugares, los franciscanos partieron hacia allí desde sus conventillos. Llevaban antorchas y velas, para hacer llenar de luz «aquella noche que iluminaba con su estrella centelleante todos los días y todos los tiempos». Aquella noche, Francisco experimentó un largo éxtasis, fijando su mirada en el pesebre, como si en él viese al Niño divino acostado sobre el heno, entre los animales. Greccio se convirtió en un nuevo Belén. El pesebre se convirtió así en el altar en el que se celebró la Eucaristía, con el buey y el asno al lado para hacer aún más clara su realidad.

La narración del Evangelio y la predicación por Francisco eran tan intensas y llenas de significado que uno de los presentes llegó a ver en el pesebre a un niño pequeño que se despertó y empezó a moverse cuando Francisco lo tomaba en sus brazos. Al escucharlo, la gente tenía verdaderamente la impresión de que en aquella noche el cielo se había vuelto enormemente próximo y fraternal. Al final los participantes regresaron a sus casas llenos de alegría por haber vivido la Navidad de Belén en la fe y envueltos en tantos signos.

 

¿Qué es la Navidad para Francisco?

Para san Francisco, la esencia del pesebre era la celebración eucarística, porque la Eucaristía y la Encarnación significan la misma realidad: Dios se hace hombre y se humilla para que el hombre pueda salvarse. En Belén y en la cruz, nos invita el Hermano de Asís a ver a un Jesús, Dios hecho hombre, humillado. Ese Dios, que en Belén es pobreza absoluta, es quien nos salva. La Navidad es nuestra salvación.

 

¿Inventó Francisco el pesebre?

Muchos atribuyen el honroso título de «inventor de los belenes o pesebres», aunque la escena de Greccio no sea propiamente la construcción de un belén, sino la contemplación del misterio de la encarnación pobre de Jesús. Lo sucedido allí suscitó tal fama que con el transcurso de los años va surgiendo la “tradición de los belenes”.

El Papa Francisco (2019), dice: “quisiera alentar la hermosa tradición de nuestras familias que en los días previos a la Navidad preparan el belén, como también la costumbre de ponerlo en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas…”.

“El que nació de María, permanece en la Eucaristía”. ¡Feliz Navidad 2023! ¡Y un nuevo año con Paz y Bien!

 (*) Padre guardián del Convento de Santo Antonio de Padua de Chiclayo. 

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