Uno de los principales problemas a nivel de salud en Lambayeque es la alta tasa de anemia en niños menores de tres años, la cual según las últimas estadísticas de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar – ENDES, alcanza el 36.2 %. Para acortar esta brecha y otras relacionadas hacen falta profesionales nutricionistas. Sin embargo, desde que la Universidad Particular de Chiclayo - UDCH, no alcanzó el licenciamiento Lambayeque se quedó sin casas de estudio que oferten la carrera de Nutrición, generando un perjuicio en la salud de la población, tal como revela Yvone Gálvez Berríos, decana del Consejo Regional III Amazonas Lambayeque.
“La deficiencia que tenemos es que en Lambayeque no contamos con ninguna universidad que cuente con la carrera de Nutrición. Lo que queremos enfatizar y pedir a las autoridades es que alguna universidad pueda gestionar la creación de esta carrera porque solamente teníamos en la UDCH, pero como sabemos ya no ha podido continuar. Necesitamos que las autoridades nos apoyen en la región con la creación de la carrera”, exhorta.
Nutricionistas
Yvone Gálvez señala que en Lambayeque hay alrededor de 230 nutricionistas, los cuales son muy pocos para la demanda de la población. Ella indica que se requieren mínimamente de 50 profesionales más para cubrir al menos los establecimientos de salud de la región.
Recientemente, la orden profesional incorporó a 14 nuevos nutricionistas, quienes en su mayoría culminaron sus estudios en la Universidad César Vallejo de Trujillo. “Ellos son colegas que quieren radicar en Lambayeque, por lo que han venido a colegiarse en este consejo regional. Eso nos favorece porque podemos crecer en número de colegiados para cubrir demandas en brechas negativas de nutricionistas en la región”, sostiene.
Consecuencias
Gálvez Berríos señala que dentro de las consecuencias de no contar con suficientes nutricionistas es que no se pueden diseñar estrategias para una alimentación balanceada. Como producto de esto surgen las enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes Mellitus tipo 2, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, síndromes metabólicos, entre otras.
“Teniendo en cuenta que hay diferentes tipos de obesidad es necesario cuidar la alimentación de los niños, así como su actividad física para evitar el sedentarismo y finalmente la obesidad, porque de originarse en la niñez estaríamos refiriéndonos a la obesidad hiperplásica, obesidad diferente a la que se inicia en la adultez, teniendo ya un niño con futuro de ser un adulto con una marcada tendencia a tener enfermedades crónicas”, comenta.
En el otro extremo también se encuentra la malnutrición por déficit. Aquí se presenta la desnutrición crónica, la cual ocurre cuando un niño tiene una ingesta energética muy por debajo de su requerimiento a lo largo de su vida, hecho que acarrea que no crezca de acuerdo a la talla que le corresponde para su edad.
“En este aspecto la OMS llama a la desnutrición ‘hambre’, es decir, que un niño con desnutrición crónica es un niño con hambre, esto conlleva a que este niño se contagie de alguna enfermedad infectocontagiosa con mucha facilidad y toda su capacidad orgánica estará disminuida”, menciona.
Añade a lo descrito la anemia ferropénica, la cual hace referencia a la deficiente ingesta de hierro hemínico en la alimentación diaria. Esto produce la disminución del período de atención, reducción de la lucidez mental y problemas de aprendizaje. “Quienes padecen de este tipo de anemia tienen mayor riesgo a tener alguna enfermedad infecciosa y suelen estar cansados y sentir fatiga”, precisa.
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