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VOCES QUE TRANSFORMAN: CRÓNICA DE UN COLEGIO QUE DECIDIÓ ESCUCHARSE

Escribe: Semanario Expresion
Edición N° 1424

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A 3700 metros sobre el nivel del mar, en un rincón llamado El Empalme, el Colegio José Antonio Encinas se convirtió, por un día, en un templo de la palabra. Era 23 de octubre, y desde temprano, los estudiantes llegaban con algo más que cuadernos: traían historias. Historias contadas por sus abuelos, por sus madres, por vecinos mayores que aún recuerdan cómo se tejía la vida antes de que llegaran las pantallas.

El colegio, enclavado en la provincia de San Miguel, Cajamarca, no tiene todo lo que quisiera. Le faltan equipos de grabación y edición. Pero ese día, tenía lo esencial: tenía voz. Y tenía escucha.

El taller se llamó “Comunicación y radio escolar”, parte del proyecto “Voces que transforman”. Lo facilitó José Heredia Pérez, pedagogo y comunicador, que llegó con una consigna clara: “Las historias y la voz no solo informan, sino transforman”.

Inicio de los relatos

José Heredia no comenzó hablando de tecnología. Comenzó hablando de linaje. De cómo su abuelo construía casas como quien construye relatos: piedra por piedra, palabra por palabra. Y los estudiantes entendieron que sus relatos también podían ser casas. Casas sonoras. Casas que abrigan.

También habló de su bisabuelo y de otros integrantes de su linaje paterno, arrieros de caminos, tejedores de rutas entre la sierra y la costa. Contó que ellos no solo llevaban y traían productos por los caminos entre la montaña y el mar; sino que llevaban y traían palabra, historias, y que así sembraban conocimiento.

Los estudiantes compartieron sus historias. Las reescribieron con estructura narrativa. Aprendieron a marcar dónde va la voz, dónde entra la música, dónde el silencio dice más que mil palabras. Realizaron presentaciones de sus cápsulas narrativas, y descubrieron que la esencia de la radio y los pódcasts es el lenguaje sensorial, aquel que permite imaginar y soñar.

Mucho por contar

El director, Ausberto Hernández Hernández, lo dijo con claridad: “nuestros estudiantes tienen mucho que contar, pero muchas veces no tienen los espacios ni las herramientas para hacerlo. Este taller les ha permitido descubrir que su voz tiene poder, que sus historias merecen ser escuchadas”,

Y es que el problema no es menor. El 93 % de los estudiantes tiene dificultades para comunicarse oralmente en su lengua materna. No por falta de ideas, sino por falta de espacios, de estrategias, de acompañamiento. Por eso nació “Voces que transforman”: para revertir el silencio, para devolverle a la escuela su sonido.

La jornada se vistió de relatos, presentaciones, grabaciones y ceremonias de escucha. José Heredia quiso que quedara una frase en la mente de los participantes: seamos arrieros, albañiles, sastres de la palabra. Amantes de la vida. Y tejamos, juntos, nuevas realidades.

Ese día, en El Empalme, no solo se hizo un taller. Se sembró una promesa: que la voz de cada estudiante puede transformar su escuela, su comunidad y su destino.

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