En el Congreso de la República, los parlamentarios nos tienen acostumbrados a sorprendernos con súbitas decisiones inesperadas, que siempre aparecen revestidas con intereses de índole personal o partidario, a pesar de su fragmentación política e ideológica plasmada a la luz de ciertos cuerdos que, como siempre, son tomados en bloque para favorecerse, y en este caso para nombrar como Defensor del Pueblo a un personaje que no reúne las condiciones mínimas para ocupar un cargo público de tal envergadura.
Josué Gutiérrez Cóndor es un político quemado y desgastado, cuyo único mérito es haber sido regidor, consejero y vicepresidente regional, elegido parlamentario por el Partido Nacionalista liderado por Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, catalogado como escudero de la pareja presidencial allá por los años 2011 al 2016, que incluso, como bien se recuerda, al inicio del mandato de Humala viajó a Rusia con Alexis Humala, hermanísimo del otrora mandatario, para hacer los lobbies que por esos tiempos salieron a la luz.
Y hay más
Posterior a su trabajo parlamentario, Gutiérrez Cóndor, en el 2021, fue elegido autoridad en Huánuco, luego se desempeñó como abogado defendiendo a Vladimir Cerrón, líder del partido Perú Libre, para luego ocupar el cargo de coordinador de la bancada de este partido hasta antes de ser propuesto y nombrado Defensor del Pueblo, a pesar de arrastrar una investigación por peculado y otros cuestionamientos en su contra, probablemente no consignados en su hoja de vida.
Por si fuera poco, ingresó 17 veces a Palacio de Gobierno cuando Pedro Castillo era presidente, razones que no lo hacen la persona idónea para ocupar el cargo para el que fue nombrado.
La gesta de su nombramiento
Por cierto, cuando el Congreso se propone desmadrar su ya alicaída imagen, la mayoría de bancadas se unen como perro, pericote y gato, es decir, los votos de las bancadas mayoritarias (Fuerza Popular y Perú Libre) y las tiendas políticas que le siguen en menor proporción – sin esfuerzo alguno y con total desfachatez -, hacen y deshacen de su labor, utilizando para ello el voto de cada uno de sus integrantes, que casi siempre, por no decir todos, votan a favor o en contra cuando sus intereses personales o partidarios requieren ser puestos a buen recaudo.
El rol del Defensor del Pueblo
Como bien sabemos y la denominación del cargo lo indica, el Defensor del Pueblo es el representante del pueblo – qué duda cabe -, es decir, quien debe velar y cautelar los derechos ciudadanos y, como tal, rendirle cuentas al soberano cuando lo demande hacerlo y no depender de aquellos desgastados políticos de turno, para actuar y propender acciones en contra de la ciudadanía, como al parecer será en este caso, ya que su elección proviene de un vómito de intereses y una avalancha de sugerencias oscurecidas, a pesar de la convulsión social imperante en el país donde la Defensoría tiene que cumplir su rol de cautelar los derechos fundamentales ciudadanos enmarcados en la Constitución.
La duda en ciernes
La elección del nuevo Defensor del Pueblo, que por cierto “no pinta bien”, al margen de no contar con el respaldo ciudadano, bien podría ser catalogada como una antítesis de un gobierno a favor del pueblo y el blindaje a personajes sometidos a la justicia por casos emblemáticos de corrupción, donde los jueces jugarán un papel determinante para decidir quién se queda y quién se va.
En ese contexto, Josué Gutiérrez, el año venidero 2024, por mandato imperativo presidirá la comisión de alto nivel que tendrá la función de nombrar a los miembros de la Junta Nacional de Justicia – JNJ, quienes de acuerdo a sus atribuciones nombrarán a jueces y fiscales encargados de buscar la verdad e impartir justicia, donde seguramente verán los casos emblemáticos de corrupción en el cual se encuentran involucrados ex mandatarios de la nación, líderes partidarios, excongresistas y algunos en actividad, como así también funcionarios de alto rango y demás.
El hecho consumado
El grotesco e insólito nombramiento del actual defensor, no puede ser mirado de costado por la ciudadanía en general, cuando vemos que la actitud interesada de los que dicen representarnos juega a su favor, por lo tanto no es posible abstraerse de no estar vigilantes del actuar del seudo defensor recién nombrado, quien a la luz de los hechos no mostraría una moralidad comprobada y un arraigado propósito de defender los derechos ciudadanos cada vez más conculcados y empobrecidos como tales.
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(*) Consultor en Contrataciones del Estado.
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