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Navidad en Belén, en Greccio y en cada rincón del mundo

Escribe: Francisco Reluz Barturén (*)
Edición N° 1382

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En el mundo occidental, y en muchas partes del orbe cristiano, al llegar el último mes del año, se vivencia la Navidad – desde la convicción de fe- el nacimiento de Dios en la persona del Niño Jesús y que es expresada en diversas manifestaciones contextuales de lugar y experiencias de vida, siendo el común denominador de todas ellas el amor de Dios que viene humildemente al encuentro de cada persona. Hecho tan revelador como misterioso, incluso absurdo para muchos desde un entendimiento cognitivo, al igual que transcendente, intenso y de profundo sentido desde una comprensión espiritual; y, en ambos casos, suscita la necesidad de reflexión que lleve al compromiso.

La primera Navidad: Belén

Los evangelios narran que el nacimiento de Jesús fue en la aldea de Belén, cuya antigua denominación del 1400 a.C. proviene del hebreo Bit-Lahmi, que se traduce como “casa de la fertilidad”, “casa del pan” / “del alimento”. Este dato resulta profundamente significativo, pues allí nacería siglos después de surgido el topónimo quien es llamado “El pan vivo bajado del cielo”, (Juan 6, 51-56).

El contexto que circunda el nacimiento de Jesús es socialmente complicado. Según el dato bíblico, el emperador Augusto César había ordenado un censo en toda región conquistada, por lo que cada grupo familiar debía volver a su lugar de origen para que fuesen censados (Lucas 2, 1ss). Bajo tal contexto, José con María en gestación fueron a Belén, quien según la Biblia pertenecía a la tribu de Judá, cuna también del rey David, lugar profetizado en que nacería el Mesías, (Miqueas 5, 1-2).

La primera complicación social que rodea a la primera Navidad -el nacimiento de Cristo- es que toda la región de la antigua Palestina estaba subyugada por el imperio romano. Otra complicación es la vivida por la propia madre de Jesús, María, cuya gestación virginal no entendida humanamente, era causal de repudio y muerte por apedreamiento según la legislación judía, al ser confundida como un acto de infidelidad. Finalmente, una tercera complicación está más situada al momento del nacimiento de Jesús: al no hallar lugar apropiado como hospicio, tuvieron que guarecerse en un pesebre, (Lucas 2, 4-7).

Las vicisitudes vivenciadas por María gestante y José no pasan desapercibidas, puesto que revelan un amor resiliente y esforzado en medio de la adversidad en la que quiso venir Dios al mundo, vicisitudes que no cesarán a lo largo de su vida humana, como la persecución y matanza de los inocentes, las tentaciones, la envidia y prejuicios a las que estuvo sujeto, la traición de Judas y el ajusticiamiento hasta la muerte en cruz. 

La primera navidad en Belén de Judá muestra el sentido del amor de José y María, y del mismo Jesús de Nazareth, que no es idilio o romanticismo, sino humildad, donación, esfuerzo y sacrificio, es afrontar y mantener la paz del ánimo ante lo adverso. Es, en otras palabras, como lo entendiera Pablo de Tarso, lo que el mismo Jesucristo hizo, que siendo Dios se hizo hombre, siendo rico se hizo pobre (2 Corintios 8, 9) a fin de redimir a la humanidad por el amor.

Navidad en Greccio: Francisco de Asís

Greccio es un pueblito situado en el corazón de Italia, rodeado de verdosos bosques de robles y encinas alrededor de cuevas rocosas. En la época medieval, fue el contexto en que, el 24 de diciembre de 1223, tuviera inicio la primera representación de un Nacimiento de Jesús en vivo, a creativo y espiritual ingenio de Francisco de Asís -el santo fundador de la Orden de Frailes Menores- conocidos ahora como franciscanos.

Según los hagiógrafos, la iniciativa de Francisco de Asís tuvo un componente contemplativo y espiritual del nacimiento de Jesús como lo enfatiza el autor contemporáneo a san Francisco, Tomás de Celano (1185-1226), pero también por el contexto social de la época (lucha entre el papado y el Sacro Imperio Romano-Germánico y las cruzadas). Según otros autores también la razón pudo haber sido disuadir a los cristianos de no peregrinar a Belén y otros lugares de Tierra Santa, ya que estaba bajo el control de los turcos, evitándose muertes.

Cualquiera que fuese la verdadera motivación del santo de Asís, lo cierto es que enfatizaba siempre en su vida misma la pobreza voluntaria a ejemplo del mismo Jesucristo, en especial el escenario de su nacimiento, diciendo: “Dios, por amor a nosotros, se hizo pobre en este mundo” o “Cristo por amor tomó nuestra humanidad y fragilidad, haciéndose pobre y humilde". Entreviendo que el amor y la humildad son los pilares de las enseñanzas de Jesús.

Navidad en cada rincón del mundo

Tradicionalmente -en la actualidad- se conmemora la Navidad el 25 de diciembre, no tanto porque sea la fecha exacta en que nació Jesús siendo aún desconocida, sino debido a una interacción pertinente de factores históricos, teológicos y simbólicos, establecida por la iglesia primitiva para reemplazar festividades de diversas tradiciones culturales, marcando el nacimiento de Cristo como un evento central de la fe en él.

Hoy en día las celebraciones navideñas se han ultra comercializado, tanto que más de las veces solo son asumidas como festejos de fin de año (y más de las veces solo eso), donde el “amor” es asumido frívolamente como idilio y romance, que solo se satisface con comida y licores abundantes, además del toma-daca de regalos como medio de demostración de afecto, pero sin convicciones, esfuerzos ni reales compromisos.

La Navidad o el nacimiento de Jesús en el portal de Belén, más que una fecha exacta es un acontecimiento que, para los creyentes en Cristo, es una demostración del amor de Dios que debe ser emulado con el compromiso de vida auténtica por cada quien que profesa la fe; y para los no creyentes es una invitación a la interacción comprometida y del esfuerzo solidario por ser cada vez mejor y, quien sabe, una motivación a la metanoia o cambio de vida desde “la convicción del corazón”. En ambos, es una invitación a la reflexión y al compromiso de que es posible vivir en armonía, respeto y servicio unos con otros.

Concluyo esta reflexión parafraseando los conocidos versos de la clásica canción navideña de José Luis Perales: “Navidad en la nieve y la arena, en la tierra y el mar… mientras haya manos trabajando en paz, cuidando una flor, mientras pare una guerra y duerma un cañón” -agrego- mientras mis acciones no dañen y hagan el bien al otro, de seguro habrá Navidad en cada rincón del mundo.

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(*) Filósofo, investigador RENACYT. Docente universitario.

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