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TESTIMONIO Y REALIDAD: El periodismo: una gratificante pasión de vida

Escribe: Juan Vejarano Vergara (*)
Edición N° 1223

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  • Profesión se sumerge en la actualidad en una crisis por manejos interesados de los propietarios de medios de comunicación y carencia de valores.

Hace 29 años ejerzo el periodismo de manera ininterrumpida y sostenida. Mi entusiasmo por esta profesión nació cuando cursaba estudios universitarios en mi natal Trujillo, donde me formé académicamente e hice gran parte de esta apasionante carrera. El 2007 arribé a la acogedora ciudad de Chiclayo, la empresa donde laboré por 23 años me asignó nuevas responsabilidades y obligaciones, fue una experiencia gratificante plasmar todos los conocimientos adquiridos. He tenido la oportunidad de desempeñarme en radio, televisión y medios impresos; pero ha sido en este último campo donde he consolidado todo este aprendizaje. Sabía que la ruta por recorrer sería larga, con tropiezos y victorias, con alegrías y sinsabores, con incomprensiones; pero también con espaldarazos que siempre te animan a seguir adelante.

 

Hoy puedo decir con orgullo que llevo en la sangre esta noble profesión, que ha marcado mi pasado y mi presente, y seguramente lo hará en mi futuro. El periodismo me ha dado grandes satisfacciones personales, he alcanzado metas y objetivos importantes donde he trabajado; pero no han faltado los golpes arteros que he sabido superar con entereza. El periodismo ha sido un vehículo para consolidar mi vocación de servicio y me ha hecho una persona con más sensibilidad, gracias a él he conocido verdaderas historias de superación en tiempos de adversidad; desde mi época como reportero y redactor he visto de cerca la problemática socioeconómica que padecen miles de familias en situación de pobreza, del esfuerzo y tenacidad de emprendedores por salir adelante y ver coronados sus anhelos.

En este lapso también he conocido el dolor y la angustia de miles de personas que claman por igualdad y mejores condiciones de vida, que se topan con una realidad frustrante que les estropea en la cara, con un Estado indiferente e indolente para atender sus necesidades más urgentes -sobre todo en los últimos 40 años-, con un sistema de justicia aletargado, impredecible y sin reacción ante una andanada de abusos y atropellos, con un sistema de salud que los excluye o que los considera fríamente solo una cifra, con escasas posibilidades de acceder a un sistema educativo de calidad, y que para nuestra clase política conservadora y grupos empresariales con poder de dominio, siempre buscarán invisibilizar a las grandes mayorías y sus exigencias postergadas.

 

Intereses económicos

Pero en este tiempo también he podido constatar el turbulento y sinuoso desarrollo de los grandes medios de comunicación, de aquellos que manejan la información de manera masiva a través de consorcios empresariales, y que más que estar al servicio de la ciudadanía por la información pública que manejan (considerando que administran al espectro radioeléctrico que pertenece a todos los peruanos), se dedican a defender a ultranza intereses económicos de grupos de poder, para no ver afectados los suyos propios. Ello puede ser legítimo, pero tampoco pueden atentar contra el derecho de las personas de recibir información veraz, sin manipulaciones ni sesgos. La Fundación Gabriel García Márquez, señala que el propósito del periodismo es proporcionar información pública sobre los hechos que conciernen a todos, la cual es procesada para convertirla en conocimiento. Y recalca que es ajeno al propósito del periodismo hacer propaganda de cualquier clase: política, gubernamental, comercial, religiosa.

El escritor y periodista Ryszard Kapuscinski, decía que el deber de un periodista es informar de manera que ayude a la humanidad y no fomente el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Y agregaba que “para ejercer el periodismo, ante todo hay que ser buenos seres humanos. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”. Menciono a Kapuscinski, a raíz del comportamiento de la prensa en el reciente proceso electoral, donde los denominados grandes medios incurrieron en un abuso apelando a su poder de dominio, no les importó tirar por la borda sus principios rectores con tal de no perder su hegemonía y su statu quo. Se evidenció un claro desequilibrio informativo y un antojadizo manejo de la información en beneficio de una candidatura y en desmedro del contrincante.

 

Condición inexorable

En el verano del 2022 cumpliré 30 años de trajinar periodístico, y en este largo periplo siempre he preservado, sobre manera, que mi dignidad y mi honor como persona sea un bien preciado y que nadie me sindique de algún acto deshonesto, de recibir alguna prebenda o recibir un favor económico a cambio de ocultar o cambiar el rumbo de una noticia, porque ello habría ido en contra de mis principios y mi ética profesional. Algunas veces fui tentado; pero más pudo mi honestidad y decencia, nunca mancharía mi apellido por un poco de dinero. Esa ha sido una característica que he practicado toda mi vida y que viene de casa.

Una condición sine qua non que todo periodista debe conservar a lo largo de su carrera es su credibilidad, porque ello te posicionará como un referente del periodismo, serás materia de consulta porque tu palabra o tus ideas irradian confianza y certeza para el público. Ganarse la credibilidad de las audiencias no es de la noche a la mañana, es un proceso que se construye en el tiempo con acciones positivas apegadas a la verdad, con mensajes propositivos fundamentados en la verdad y nada más que la verdad. Porque cuando un periodista pierde ese bien preciado y termina en el fango de la mentira o las medias verdades, para volver a recuperar tu buen nombre el camino se hace cuesta arriba. Pero la mancha siempre quedará como un estigma, como una huella difícil de borrar.

 

Un abrazo y reflexión

Este 1 de octubre se conmemora el Día del Periodista, y más que una celebración nos debe llevar a reflexionar sobre el papel que cumple actualmente la prensa en el país, sobre la crisis de orden ético y moral que toca sus fibras más sensibles, en gran medida por la insensatez e intolerancia de los propietarios de los medios, que no han sabido interiorizar y comprender sobre la importancia que significa administrar estas empresas, de la enorme responsabilidad que tienen entre manos con el público, que es finalmente a quien se deben. Lo acontecido en el reciente proceso electoral presidencial evidenció la purulencia en que cayó el denominado “cuarto poder”, nunca antes se había visto una cobertura tan desigual en el plano noticioso. Los fake news (noticias falsas) se pusieron de moda en plena pandemia, constituyendo un peligro para la sociedad por su poder de manipulación.

El panorama nos hizo recordar a lo sucedido con los medios de comunicación en la década del 90, cuando después del autogolpe de 1992 los dueños fueron comprados con dinero sucio de la corrupción, para cambiar las líneas editoriales, los contenidos informativos. Claro, esta vez no compraron a los propietarios, pero su apoyo a los propósitos de la candidata de la derecha conservadora y en defensa de sus propios intereses, fue groseramente abismal. Esta crisis también atañe a los periodistas de calle, a los que buscan la noticia de primera mano, quienes deben tomar conciencia que ellos tienen una alta responsabilidad en la construcción de la noticia, y deben ceñirse a contar los hechos en base a la verdad, buscando siempre la objetividad y transparencia, con el mayor respeto hacia el trabajo que realizan.

El periodismo es un vehículo que genera fuertes corrientes de opinión y concientiza a la ciudadanía sobre hechos que suceden en su entorno, de allí la importancia sustancial de los medios para guiar adecuadamente esos sentimientos, esas ideas, para no caer en extremismos ni sectarismos. Que el futuro sea alentador y promisorio para el periodismo y los periodistas.

 

(*) Licenciado en Ciencias de la Comunicación.

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