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Perú sin rumbo económico: ¿Quién toma el timón?

Escribe: Bagner Salazar Salazar (*)
Edición N° 1403

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En los últimos años, el Perú ha pasado de ser un referente de crecimiento económico sostenido en América Latina a un país atrapado en la incertidumbre y la falta de liderazgo, el contexto actual, marcado por una débil recuperación tras la recesión de 2023, refleja un panorama preocupante: escasa inversión pública y privada, una inestabilidad política crónica y una ciudadanía cada vez más desconectada del Estado; este artículo de opinión analiza las principales causas del estancamiento económico en el país y propone reflexiones urgentes sobre la necesidad de retomar el rumbo.

Por años, el Perú se destacó como una de las economías más dinámicas de América Latina, su crecimiento sostenido, anclado en una política macroeconómica responsable y en el auge de las exportaciones mineras, fue motivo de elogios internacionales, sin embargo, hoy esa imagen de estabilidad y proyección ha sido reemplazada por un panorama desolador: el país avanza sin dirección clara, atrapado entre la parálisis política, la desconfianza empresarial y una ciudadanía que ya no espera soluciones, sino milagros.

El crecimiento económico se ha estancado. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en 2024 el Producto Bruto Interno (PBI) creció un 3.3%, superando las expectativas tras una recesión en 2023, sin embargo, en febrero de 2025, la economía registró un crecimiento de solo 2.68%, por debajo del 3.5% proyectado por analistas, aunque sectores como agricultura y pesca mostraron incrementos significativos, sectores clave como minería y energía se contrajeron, reflejando una recuperación desigual.

La falta de confianza empresarial es alarmante, diversas encuestas del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) muestran que los índices de expectativas empresariales se mantienen en terreno pesimista desde hace varios trimestres. ¿Por qué los empresarios no invierten?; la respuesta es clara: inestabilidad política, ausencia de liderazgo técnico en el Ejecutivo, y una clase política más interesada en su supervivencia que en el bienestar del país, mientras tanto, proyectos estratégicos como la modernización del Puerto de Chancay, la masificación del gas natural o la reconstrucción del norte siguen avanzando a paso lento o envueltos en controversias burocráticas.

La economía, como un barco en mar abierto, necesita un timonel que sepa hacia dónde va, hoy, el Perú carece de una hoja de ruta clara, el Ministerio de Economía y Finanzas lanza medidas aisladas que no forman parte de un plan integral, la presidenta Dina Boluarte y su gabinete han demostrado poca capacidad para generar consensos o impulsar una visión de desarrollo sostenible y descentralizado, mientras tanto, las regiones siguen postergadas, y los sectores productivos —como agricultura y manufactura— padecen la falta de apoyo técnico, crédito accesible e infraestructura adecuada.

Lo más preocupante es la desconexión entre el Estado y los ciudadanos, mientras las autoridades hablan de cifras y proyecciones, millones de peruanos enfrentan a diario la precariedad: hospitales colapsados, colegios sin agua potable, carreteras intransitables y una inseguridad que ya no respeta fronteras ni clases sociales, en este contexto, no es sorprendente que aumente el desencanto con la democracia y el avance de discursos autoritarios.

¿Quién debe tomar el timón del país? La respuesta no recae solo en una persona, sino en una clase dirigente que asuma con responsabilidad y visión de largo plazo los desafíos del desarrollo, urge un pacto mínimo entre los sectores políticos, empresariales y sociales para recuperar la gobernabilidad, la confianza y, sobre todo, la esperanza, el Perú tiene recursos, talento humano y potencial. Lo que le falta —y con urgencia— es dirección.

El Perú enfrenta una encrucijada, aunque mantiene fortalezas macroeconómicas —como reservas internacionales robustas y un sistema financiero solvente—, la falta de visión estratégica y liderazgo político impide canalizar esos recursos hacia el desarrollo inclusivo y sostenido, la economía nacional no solo requiere de crecimiento, sino también de dirección, institucionalidad y legitimidad democrática, sin un rumbo claro, la estabilidad se convierte en una ilusión, y el progreso, en una promesa incumplida.

Recomendaciones

Impulsar un pacto nacional por la estabilidad económica y política, que incluya al Ejecutivo, Legislativo, sector privado y sociedad civil, para recuperar la confianza y garantizar reglas de juego claras.

Reactivar la inversión pública con enfoque territorial, priorizando proyectos de infraestructura básica, conectividad y acceso a servicios esenciales en regiones con alta pobreza.

Fortalecer la institucionalidad y la lucha contra la corrupción, a través de reformas que garanticen la meritocracia en la administración pública y transparencia en los procesos de contratación.

Fomentar la formalización y la diversificación productiva, con políticas específicas para pequeñas y medianas empresas, acceso a financiamiento y capacitación laboral.

Garantizar liderazgo técnico en el manejo económico, con funcionarios capacitados que articulen políticas coherentes de corto, mediano y largo plazo, alejadas de cálculos electorales.

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Correo: esalazars@usmp.pe

Teléfono: 979217638

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