Cuando estalló el caso “Rolexgate”, que involucra a la presidenta de la república, Dina Boluarte Zegarra, y al gobernador regional de Ayacucho, Wilfredo Oscorima Núñez, el periodista Adrián Sarria Muñoz aportó información sobre aspectos hasta ese momento desconocidos sobre el denominado “Wayki”, siendo objeto de una serie de ataques con los que se pretendió frenar sus investigaciones. En su opinión, esta práctica es cada vez más frecuente entre quienes tienen el poder en las regiones y buscan actuar con total impunidad.
Sarria Muñoz, encargado de la Oficina de Derechos Humanos de la Asociación Nacional de Periodistas – ANP, recuerda que tras la publicación de los primeros informes relacionados a los Rolex que usó la mandataria, hecho revelado por La Encerrona, se inició una ola de ataques, varios dirigidos a periodistas de Estación Wari, la emisora ayacuchana en la que labora.
“Empezó toda una campaña para desinformar y además criticar no el trabajo de investigación, sino con mentiras sobre quienes éramos, pues los periodistas de Estación Wari. Empezó el acoso y las mentiras, siguiéndose un patrón común en todo el Perú, que es no atacar al mensaje, sino al mensajero. A esta gente ni siquiera les interesaba si lo que estaba dentro de nuestra investigación era cierto o no, sino atacar a los periodistas. A mí me pusieron como seguidor de Pedro Castillo y defensor de mil cosas más”, comenta.
Recuerda que varios de comunicación de Ayacucho también se sumaron al ataque, afirmando que se trataba el trabajo de investigación era parte de un ensañamiento personal contra el gobernador regional o que los periodistas de Estación Wari eran “enemigos del desarrollo”.
“A veces no se entiende que el trabajo de los periodistas es contar historias y que dentro de las historias tiene que haber protagonistas que nosotros no elegimos, sino que la realidad política y la coyuntura social impone, porque son nuestras autoridades, son ellas quienes han sido elegidas por el voto popular y quienes deberían ejercer sus funciones dentro del marco de la transparencia. Hacerlo o no es decisión suya y es trabajo nuestro revelar cuando no lo hacen”, indica Sarria Muñoz.
Seudo periodistas
En Ayacucho, tal como sucede en Lambayeque, se ha identificado a falsos medios de comunicación, principalmente en redes sociales, que no solo promocionan las actividades de la autoridad regional, sino también atacan a los periodistas críticos o difunden desinformación.
“En el caso particular de Ayacucho nosotros pudimos detectar incluso una lista de comunicadores y no comunicadores que cobraban por publicidad, pero en esta lista encontramos a parejas de directores de medios de comunicación que no tienen nada que ver nada con el periodismo y que cobran los mismos montos que medios formales y reconocidos. Estación Wari está próxima a los 40 años. Algunos medios de comunicación se han sumado a la de desinformación, con titulares tendenciosos y oh casualidad son los que cobran por publicidad. Estos señores no son periodistas sino operadores de la desinformación y cómplices de la corrupción. Nuestros informes han revelado irregularidades y si alguien te teniendo la información sigue defendiendo lo indefendible, no puede llamarse periodista, es un operador”, manifiesta.
Añade que incluso se omiten procesos básicos del periodismo como la corroboración de la información o la contrastación.
“Hemos hecho el simple ejercicio de revisar una nota de prensa que publica el gobierno regional, por ejemplo, en la que se dice que el gobernador entregó el estadio de tal ciudad al 100 % y encontramos que las páginas en Facebook publican exactamente lo mismo, sin cambiar siquiera una coma o verificar si eso es cierto o no. Se dedican a eso porque ahí está su ganancia”, afirma.
Bicentenario opaco
El próximo 9 de diciembre se conmemorará el bicentenario de la batalla de Ayacucho, con la cual se selló la independencia del Perú y América, tras casi 300 años de dominio español. Para las celebraciones – informa Sarria Muñoz – la gestión de Wilfredo Oscorima ha destinado importantes presupuestos, pero que no se traducen en mejoras para la población, al punto que en Quinua, lugar donde se desarrolló el encuentro entre las fuerzas patriota y realistas, no hay agua.
“Estamos llegando a los 200 años de la batalla más importante de lo que ha sido el proceso de independencia, no solamente del Perú sino de América Latina. Todos esperábamos que este bicentenario traiga para Ayacucho obras de impacto obras que ayuden al desarrollo de nuestra región, pero la no es así. Hace unos días revelamos a nivel nacional que para los Juegos Bolivarianos que se desarrollan de manera excepcional en Ayacucho se están desarrollando en obras cuyo avance físico mayor es del 80 %. El Estado de Las Américas, en el que se inauguraron los juegos, tiene un avance del 36 %”, expone.
Adrián Sarria señala que, para cubrir la ineptitud, el Proyecto Legado (responsable de la infraestructura deportiva en el país), el Gobierno Regional de Ayacucho y la Municipalidad Provincial de Huamanga, recurrieron a cubrir las obras con plásticos y gigantografías, pero una lluvia de moderada intensidad desnudó la realidad de las obras inconclusas.
“Cuando se logró que los bolivarianos sean en Ayacucho fue motivo de alegría para todos, porque el compromiso que asumió el Estado peruano era dotar a la región de proyectos deportivos y educativos, porque se suponía que 200 años no se podían celebrar en atraso. Ayacucho no debería tener un alto índice de desnutrición y de pobreza. Sin embargo, sucedió todo lo contrario, esto que pasa en los bolivarianos se traducen en otras áreas. Esto lo informamos todas las semanas y hay gente que piensa que a nosotros nos gusta la tragedia, pero es lo que nos toca comunicar”, indica.
Rechazo pasajero
Pero, ¿cuánto impacta lo que el periodismo revela sobre las autoridades regionales? Adrián Sarria señala que, lamentablemente, el impacto es mínimo o pasajero, pues se traduce únicamente en acciones del momento, como el rechazo público y los reclamos que recibió Wilfredo Oscorima tras el caso Rolex al visitar las provincias ayacuchanas. Sin embargo, cuando la población fue convocada a adherirse al proceso de revocatoria, no hubo respuesta.
“Pareciera que con tres gestiones de Oscorima en Ayacucho, la gente se ha vuelto permisiva con la corrupción, entonces no les interesa si es que las obras se desarrollan con dinero que se intercambió por relojes, vestidos, aretes o por pulseras, sino que simplemente sus obras se ejecuten. Ha sido tan ineficiente la gestión, que ni siquiera con esta preferencia que ha tenido del Ejecutivo ha podido ejecutar y terminar obras de impacto y ponerlas al servicio de la gente. En un momento en Huanta y otros distritos, la gente salió a protestar, lo rechazó, le tiraba botellas y se sintió el rechazo rotundo contra el gobernador, pero eso no se tradujo, por ejemplo, a lo que fue el proceso de revocatoria que pasó sin pena ni gloria y en el que apenas se lograron poco más de 30 mil firmas de más de 200 mil necesarias. La indignación ha sido poca”, explica.
Finalmente, Sarria Muñoz asegura que Wilfredo Oscorima no es el único “wayki”, sino que otros gobernadores regionales también ostentan el título.
“Oscorima no es el único ‘wayki’. Hay ‘waykis’ en la luz y también en la sombra. El gobernador de Cusco, Werner Salcedo, es uno de ellos; César Acuña, de La Libertad, también, y quizá varios de los gobernadores que hace unos días firmaron un pronunciamiento vergonzoso cuando se anunciaron las protestas en el marco del APEC o que respaldan al ministro del Interior. Son ‘waykis’ que se callan ante lo que pasa en el país porque reciben presupuesto del Ejecutivo”, enfatiza.