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LA VISIÓN DE PRÓSPERO PEREIRA GAMBA: El 28 de julio en el Lambayeque de 1859

Escribe: Freddy Centurión González (*)
Edición N° 1361

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La figura del escritor neogranadino Próspero Pereira Gamba (1825-1896) suele pasar desapercibida en el panorama literario sudamericano. Liberal radical, defendió en la prensa y la tribuna parlamentaria, la abolición de la esclavitud, la separación entre iglesia y Estado, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y hasta llegó a proponer la abolición del ejército. Exiliado en el Perú entre 1859 y 1863, y luego en Paraguay entre 1876 y 1880, su labor fue importante para la reconstrucción educativa paraguaya tras la devastadora guerra de la Triple Alianza, moderando su radicalismo juvenil, y escribiendo, junto al italiano Leopoldo López de Terán, un Compendio de Geografía e Historia del Paraguay (1879), texto hegemónico por casi medio siglo. Uno de sus textos olvidados, fue el artículo en dos entregas que publicó en “La Revista de Lima” en junio de 1860, titulado “Apuntes de un viajero”, donde relataba sus impresiones de la ciudad de Lambayeque.

El arribo a Lambayeque

Exiliado de su patria, a bordo del vapor “Bolivia”, Pereira arribó el 7 de junio de 1859 al entonces puerto mayor de San José. El escritor neogranadino notó que, debido a lo borrascoso del mar, “las balsas son los únicos vehículos que desde el tiempo de los incas se atreven a contrarestar el empuje estupendo de las olas”. Tras sufrir el embate de las olas, el viajero se sorprendió que la temperatura de San José fuese más fría que la de Paita, por lo que tras abrigarse mucho y montado en briosos caballos, emprendió viaje a Lambayeque, reflexionando en el camino, literato al fin y al cabo, sobre la “melancólica monotonía” de “aquel desierto sin vegetación”, y sobre la idoneidad del terreno para la construcción ferroviaria.

La urbe norteña impresionó al escritor neogranadino: “Lambayeque es una de las principales ciudades del Departamento de la Libertad (…) Su ubicacion, como la de todos los pueblos de la cosa del Perú, es en un plano de arena que á la simple vista parece lo mas estéril del mundo; pero apesar de esto y de que jamas llueve produce todo jenero de frutos tropicales y daria cabida á una inmigracion numerosa, debido á la excelencia de su clima y á la humedad atmosférica que suple aquí el riego fecundante de las lluvias”. Las calles eran “hermosas, rectas, bien empedradas”, el hospital “espacioso”, el teatro “sin disputa, de los mejores de la República”.

Sin embargo, apuntó Pereira, el puente “inspira ideas de recojimiento y de tristeza”, ya que “al contrario de lo que sucede en otros lugares, el rio que debia ser vehículo y motor de sus facilidades industriales y domésticas, es su enemigo capital por los destrozos que hace en sus periódicas inundaciones”, lo que llevaba a la reducción de la población desde los 18 mil habitantes de 1821 a las “siete mil almas” de 1859. ¿Cómo explicar esta decadencia, teniendo en cuenta el potencial lambayecano? Para Pereira, las causas podían ser las guerras civiles, la fuga de capitales, los daños de las inundaciones y el centralismo administrativo. “No puede ejecutar una obra pública, fundar un colejio, poner una casa de beneficencia, abrir un camino, sin autorizacion del Gobierno y para conseguir cualquiera de estos bienes le cuesta grandes esfuerzos (…) La descentralizacion administrativa y rentística seria el mejor remedio para salir de este penoso estado de inercia, porque ella aseguraría á Lambayeque el goce de sus elementos naturales de ilustracion y de riqueza”.

Tras apreciar la feracidad del suelo, las arboledas, las fábricas de jabón y “manufacturas indíjenas", y criticar la falta de un hotel “ó por lo ménos un café público”, Pereira concluía: “con espíritu público y libertad de accion, Lambayeque pudiera ser lo mejor del Departamento: hoy no puede aspirar á tanto”.

La sosegada vida social

Tras unos días en Lambayeque, alojado por amigos neogranadinos, Pereira se familiarizó con el ambiente, tan distinto de su patria, “en donde son desconocidos estos eternos arenales, lo mismo que la forma de las habitaciones y algunas costumbres que dan apariencia de poblacion árabe á la ciudad de Lambayeque”. Sin embargo, notaba que después de la rebelión de Vivanco en 1856-1858, “varias familias notables emigraron y las que han quedado viven casi en el mas completo aislamiento, habiéndose perdido poco a poco el hábito de visitarse con frecuencia”.

Si bien, se realizaban reuniones sociales durante las fiestas religiosas o cuando se presentaba una compañía lírica o dramática en el teatro, estas no bastaban para despertar a la sociedad adormecida, lo que obligaba a los jóvenes “á promover tertulias de otro género que son lo que en el lenguaje del pais llaman jaranas. En ellas hay por lo regular una cena, en que sobresale el pato con arroz que es el manjar favorito, y con sobrada razon, de todo el Norte del Perú; ó se sirve el té con algunos tragos de pisco, licor del pais, y sin contradiccion, el mejor aguardiente de uva que se conoce en la América española. El baile popular es la zamacueca, mas ajitado y elegante que el bambuco granadino; pero de música inferior, aunque parecida en ciertos movimientos y compases”.

Las fiestas patrias

Pero en contraste, Pereira apuntaba que sólo vio las danzas modernas de polca, mazurca y cuadrilla, durante las fiestas ofrecidas por las autoridades, por el aniversario de la independencia el 28 de julio. “Con gran pompa se festejó esa memorable fecha: el regocijo y entusiasmo general, los brindis y recuerdos patrióticos, cuyo tema venia á ser la union de las naciones del continente Sur-Americano bajo el réjimen de la libertad y del derecho, pusieron el colmo al placer, exaltado ya por la presencia de varias jóvenes bellas”.

El escritor neogranadino menciona un detalle interesante sobre las fiestas patrias: “Cuando oí al son de bien ensayada orquesta entonar la cancion nacional, y ví el retrato de Bolívar colocado en la plaza sobre un templete magnífico, bajo un dosel digno de la imájen del héroe y decorados sus estremos con los pabellones victoriosos de las repúblicas que surjieron de su mente creadora, me enorgullecí de que en el Perú los venezolanos, granadinos y ecuatorianos se consideren todos de la misma patria del Libertador por haber formado en otro tiempo la gloriosa República de Colombia. El majistrado que promovió esta fiesta supo corresponder á los sentimientos liberales del pueblo, pues este tiene la primacía en el grito de independencia, lo cual fué causa de que al Departamento se le pusiese el nombre de la Libertad”.

“Pero sea que se escuchen ó no mis votos por la felicidad de este pueblo, al despedirme de él llevo demasiadas memorias de amor y gratitud para que pueda olvidar la acojida que me ha dado y el cúmulo de favores que debo á varios de mis amigos”, escribió afectuosamente Pereira al cerrar sus apuntes.

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(*) Abogado, investigador e historiador.

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