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Autoritarios & Co.

Escribe: Luis Rolando Alarcón Llontop (*)
Edición N° 1363

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  • Chávez y Fujimori sirven perfectamente para ilustrar como ejemplos los perfiles de dos tipos de líderes autoritarios: 1) aquél que siempre lo fue y 2) aquél que pasó a serlo.

Los recientes acontecimientos ocurridos en Venezuela, con sus elecciones generales que terminaron el pasado 28 de julio en el bochornoso anuncio del Consejo Nacional Electoral (CNE) dando por ganador a Nicolás Maduro sobre el opositor Edmundo González, en lo que es a todas luces un fraude colosal, nos invitan a poner la mirada en el fenómeno político del autoritarismo, y más precisamente en quienes lo hacen posible.

El líder todopoderoso

La figura del dictador ha sido ampliamente estudiada de Lintz (1987) a Arendt (2006), de Benda (2008) a Stenner (2019), de Levitsky y Ziblatt (2018) a Applebaum (2021) en una larga tradición académica en la que uno(a) ha recogido los aportes de los(as) otros(as) para erigir un constructo que siendo a la vez uno, muta también. Como ejemplo están las vías con las que los líderes autoritarios se hacen del poder: 1) el golpe de estado sí (y no tenemos que mirar hasta la Rusia de Lenin ni a la España de  Franco si en el Perú sobran las figuras de militares como Odría o Velasco que los han asestado entre tantos otros para proclamarse presidentes); y 2) las propias vías democráticas (que fue como Mussolini y Hitler llegaron a dirigir la Italia fascista y la Alemania nazi, respectivamente; y más cerca en tiempo y espacio, Chávez a la Venezuela del chavismo y Fujimori al Perú del fujimorato, si bien aquellos fueron elegidos por voto indirecto y estos por voto directo). Literalmente, la democracia contra sí misma, parafraseando el título del libro de Gauchet (2004).

Chávez y Fujimori, a su vez, sirven perfectamente para ilustrar como ejemplos los perfiles de dos tipos de líderes autoritarios: 1) aquél que siempre lo fue y 2) aquél que pasó a serlo, resumiendo a Levitsky y Ziblatt. En ambos casos, para los autores le corresponde a los partidos y no al electorado filtrar de perfiles autoritaristas sus nóminas de candidatos. ¿Cómo reconocer a quien será irremediablemente un dictador? Levitsky y Ziblatt han construido sobre una propuesta de Lintz una tabla de indicadores clave de comportamiento autoritario, una matriz de análisis con la que se podrá hurgar en la historia del sospechoso, sobre la base de 15 preguntas que apuntan a una de cuatro dimensiones: 1) Rechazo (o débil aceptación) de las reglas democráticas del juego, 2) Negación de la legitimidad de los adversarios políticos, 3) Tolerancia o fomento de la violencia y 4) Predisposición a restringir las libertades civiles de la oposición, incluidos los medios de comunicación.

El séquito sostén

En su libro El Ocaso de la democracia (2021), Anne Applebaum se detiene en la figura, más bien, de los pseudo intelectuales que le amortiguan el quehacer al dictador con una suerte de base ideológica. La periodista y escritora polaco-norteamericana recoge las ideas y pistas que el francés Julien Benda dejara sobre lo que tituló La Traición de los intelectuales (2008, año de la más reciente edición en español). Applebaum no deja de reconocer que los dictadores en ejercicio necesitan de mano de obra violenta, para atropellar contra la oposición en mítines y eventualmente perseguir y castigar a sus cabezas; pero también requiere de profesionales del pensamiento que le justifiquen el accionar a su sátrapa la necesidad de patear el tablero democrático.

“En la antigua Roma, César hizo que los escultores reprodujeran múltiples versiones de su imagen. Ningún autoritario contemporáneo puede triunfar sin el equivalente moderno: los escritores, intelectuales, panfletistas, blogueros, asesores de comunicación política, productores de programas de televisión y creadores de memes capaces de vender su imagen a la opinión pública.”, sostiene Applebaum. A cambio, el séquito sostén será privilegiado con puestos de trabajo y posiciones en el gobierno -tradúzcase en riqueza monetaria y acomodos- a lo que no llegaría por meritocracia.

Finalmente, los medios

En 2016, cuando ya bullía el chavismo, fui invitado como profesor a una maestría de periodismo de la Universidad Central de Venezuela. Expuse sobre la situación de la libertad de expresión en los regímenes autoritarios de Juan Velasco (1968 - 1975) y Alberto Fujimori (1990 - 2000), a partir del trato que cada uno tuvo con los medios de comunicación. Como se sabe, el primero -en el marco de una fallida revolución totalitaria- confiscó diarios, radioemisoras y televisoras y los repartió entre sindicatos adeptos a su causa; el segundo compró líneas editoriales a su favor con dinero contante y sonante vía tratos en la salita del SIN llevadas a cabo por su némesis, Vladimiro Montesinos. Dos caminos de asir prensa y liderazgo de opinión en lo que es el tercer actor importante de toda dictadura.

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*Colaborador y articulista

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