Parafraseando el slogan informal de campaña que llevó a Bill Clinton a conseguir la presidencia estadounidense en 1992 (¡It’s the economy, stupid!) he querido resumir la idea principal de mi columna: ¡No permitas que politiqueros y burócratas pretendan manejar tu vida a su antojo!
El tan mentado “enfoque de género” no es más que una excusa ideológica- totalmente refutable con respecto a rigurosidad académica, honestidad intelectual y carente de resultados notables- para cercar cada día más la libertad de los padres a educar acorde a sus valores y convicciones en pro de propósitos políticos autoritarios deleznables.
Sin embargo, hay que hacer aclaraciones para dejar a un lado la desinformación iniciada por el establishment comunicacional (“líderes” de opinión incluidos) y sus reportajes a sueldo: En primer lugar, en las ciencias sociales existen los denominados estudios de género, lo cual no es nada nuevo. Solamente se debe apreciar las obras sociológicas de Marianne Weber (publicaba desde el año 1900) sobre sexualidad, estructura matrimonial y emancipación femenina para observar que no es novedosa esta cuestión.
ESTUDIOS DE GÉNERO
¿En qué consisten entonces estos estudios de género? Sencillo, es la posición teórica la cual sustenta que la naturaleza sexual humana tiene algún fundamento cultural, es decir, la forma en cómo practicamos nuestra sexualidad descansa en condicionamientos culturales y convenciones sociales de alguna forma u otra.
El problema surge-y aquí nace la problemática porque es la relativamente nueva tendencia hegemónica (tampoco nada nueva), con diferentes y más extremistas matices, donde a la luz de las ciencias médicas para mí ya pasan a ser posturas anticientíficas– cuando pretenden entender la naturaleza sexual humana, monolíticamente, a partir de construcciones sociales supuestamente impuestas; llegando hasta sostener que lo entendido como sexo femenino es en verdad una determinación arbitraria del heteropatriarcado en búsqueda de someter cuerpos- idea foucaultiana- a su voluntad, para ello valiéndose en la asignación para todos de un rol social débil (el femenino) y otro fuerte (el masculino, el opresor).
En otras palabras, todas las mujeres no son más que cuerpos oprimidos en ese rol social establecido por una élite heteropatriarcal, por lo tanto, desde este “enfoque teórico” hay un llamamiento a deconstruirse- estrategia derridiana- para combatir efectivamente este sistema represivo.
Incluso para este fin, como preludio, relucían pronunciamientos en favor del lesbianismo político (Monique Witting) con el objetivo de “…contrarrestar el poder político, económico e ideológico de los hombres”, condenas a las relaciones genitales heterosexuales ya que “…todo coito heterosexual supone la violación de un hombre sobre una mujer” (Andrea Dworkin), censuras a la misma mujer por estas relaciones porque “…cuando una mujer llega a un orgasmo con un hombre, lo que hace es reproducir el sistema del patriarcado” (Sheila Jeffreys), apoyos “teóricos” - a varios grupos feministas- al aborrecimiento del hombre por solo ser tal sustentando “…que el odio político hacia el hombre es un honorable acto de toda mujer” (Robin Morgan) y ni que decir sobre Valeri Solanas; quien afirmaba “…tratar un hombre de animal es halagarlo, porque el hombre es una máquina, es un consolador andante”.
Esta última autora del “Manifiesto SCUM”, panfleto virulento y sociópata donde abogaba por la aniquilación del hombre, equiparándolo con una “enfermedad que no debe seguir existiendo” porque “el hombre, por naturaleza, es una sanguijuela, un parásito emocional, y por lo tanto no es apto éticamente para vivir, pues nadie tiene el derecho de vivir a expensas de otro”.
Pasando por Kate Millett, que en su obra “Política sexual” sostenía el principio de “Lo personal es político” que en concepción del historiador español Fernando Paz, la cual suscribo a cabalidad, es la expresión más acabada del totalitarismo que busca entrar al hogar y en la alcoba, sirva como gran introducción hasta la ahora cumbre del pensamiento de género:
El fin de la diferenciación entre sexo (biológico) y género (rol establecido por la sociedad), ya que “en verdad el sexo siempre fue género”, simplemente no existen hombres y mujeres, solo cuerpos arrojados hacia el mundo- existencialismo sarteriano muy presente- que así como les enseñaron a proceder bajo la heteronormatividad (“Coerción” cultural de la heterosexualidad), a parlar en el marco del falogocentrismo (“Coerción” del masculino en el lenguaje por sobre el femenino) y a regirse en el heteropatriarcado (“Coerción” socio-política de la masculinidad y la heterosexualidad por sobre las demás orientaciones sexuales), pueden deshacerse de estas imposiciones de las élites políticas, sociales, económicas heteropatriarcales y menoscabar su poder mediante la deconstrucción de su ser eliminando las variables biológicas: Femenino y masculino (A su apreciación parte de un discurso de dominación). Todo esto es la resumida tesis de Judith Butler en su libro “El género en disputa”.
Tanto Jaques Derrida y Michel Foucault al desarraigar el componente biológico de la condición sexual humana, sus postulados en este aspecto- en el devenir científico- han sido ampliamente refutados por la biología, la anatomía, la fisiología, la psicobiología, la genética, la embriología y todas las neurociencias; y a su vez, todos los postulados “feministas” de la sexualidad.
ASPECTO EDUCATIVO
El argumento de mejorar la calidad educativa con el “enfoque de género” se cae por su propio peso al hacer una observancia critica: Los mismos burócratas de la educación, que por cuestiones intestinas, hacen que el sistema educativo funcione muy mal debido a que no pueden cumplir sus funciones predeterminadas, se encargarán cumplir este enfoque ¿Qué garantía existe que lo harán bien? Y si los profesores tienen problemas de larga data como la capacitación y una justa remuneración ¿No es injusto priorizar absurdos teóricos por sobre estas demandas históricas? Como bien indicó el especialista en educación León Trahtemberg: “… sistemáticamente los latinoamericanos seguimos siendo la cola en las pruebas PISA” ¿No es preciso por lo tanto centrarnos en esto, que en brindar links pornográficos en el currículum nacional de educación?
Entonces ¿qué papel juegan los grupos políticos de “izquierda” en todo esto? Básicamente al caer el muro de Berlín y con la disolución de la U.R.S.S (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) se quedaron sin discurso político, sin estandartes a seguir y sin financiamiento.
Es ahí que buscan arroparse en demandas de minorías, trasladando la dialéctica marxista de lógica economicista, al plano cultural en búsqueda del conflicto en la sociedad.
Antonio Gramsci ya escribía acerca de “ganar el sentido común de la gente”, pues entendió que Marx se equivocaba al ir primero por la trasformación económica para posteriormente cambiar lo demás. Es el italiano quien da el giro teórico requerido para continuar políticamente el marxismo.
Es así como los grupos políticos “izquierdistas” cierran el círculo: A nombre de cierta representatividad en lo civil, negocian con importantes fundaciones u O.N.G’S (de impronta capitalista) para en conjunto impulsar una agenda favorable a estos y que les garantice vigencia política a los otros.
Por supuesto no importándole si este disparatado enfoque teórico coarta libertades como la de los padres a educar a sus hijos, resuelva los problemas o, como en los países en los que se implantó, genere más. No se confundan conmigo, es obligación del Estado dar educación sexual, pero científica, nunca con publicaciones objetadas por la lógica y las ciencias duras.
Una vida en libertad necesita versarse sobre la dignidad humana, garantizarse constitucionalmente para evitar la intromisión estatal, que tiene como finalidad adoctrinar moralmente, dentro de espacios correspondientes a la esfera familiar. Este es el primer punto de agenda para estos grupos, luego argüirán “discursos de odio” para moldear la consciencia ciudadana y ponerle parámetros al libre pensamiento.
¿Qué con tu igualdad no me meta? ¡Pues con mi libertad tampoco, por eso te paro en primera!
(*) Politólogo.
Deja tu Comentario