Aldeas Infantiles SOS es una organización social sin fines de lucro que realiza una serie de acciones a favor de los niños que se encuentren desprotegidos, está presente en más de 133 países. En Perú trabaja hace 40 años y actualmente tiene 60 sedes instaladas en distintas partes del país.
En Chiclayo la Aldea Infantil SOS lleva casi 33 años acogiendo a niños de todas las edades. “Nosotros llegamos gracias a una gestión realizada por chiclayanos, con una labor muy filantrópica, que hicieron posible la constitución de la aldea con el apoyo del sacerdote Guillermo Adrián Pereyra”, comenta el director, Hernán Contreras Heredia.
Cada niño que llega a la organización es identificado por estar en una situación de desprotección, cada caso es comunicado a la justicia para que de este modo se haga posible, a través de ellos, la acogida de los pequeños. “Se tienen grupos de profesionales. Hay una trabajadora social que visita ciertas instituciones o partes de las periferias de la ciudad con el propósito de captar a los niños que se encuentran en vulneración social”, explica Contreras Heredia.
El objetivo principal de esta organización es reivindicar el derecho a cada niño de vivir en un entorno familiar. “Nosotros ofrecemos un modelo de atención familiar, donde ellos pueden hacer su vida con naturalidad, desarrollándose a nivel educativo, social, de salud y todo lo necesario para un ser humano a esa edad”, especifica.
MAMÁS SOS
Cada familia formada en la aldea cuenta con una mamá SOS, un rol desempeñado por mujeres que ejercen la maternidad social, son trabajadoras de la organización que cumplen el rol materno y se encargan de velar por los cuidados del niño.
En Chiclayo la aldea cuenta con 12 casas, en donde cada mamá ya está capacitada para cuidar a los niños en todos los aspectos de su formación. “Tenemos madres con mucha experiencia al punto que este año se jubila una segunda mamá, además de mujeres que llevan aquí 20 o 15 años”, cuenta la asesora familiar Elizabeth Izquierdo Flores.
Todos los años se realiza una convocatoria en los medios de comunicación, donde se da un perfil de vocación de servicio y de atención con las características de una familia normal. “Quien quiere ser madre SOS, debe convivir con nosotros casi las 24 horas del día, eso significa dejar el resto de sus ocupaciones. Ellas cuentan con todos los derechos laborales, con un mes de vacaciones, todos los seguros sociales y la oportunidad de desarrollar sus competencias a través de las capacitaciones que la organización ofrece”, añade Izquierdo Flores.
Durante los días en los que la mamá SOS se ausenta por vacaciones o día libre, es sustituida por una tía SOS, otra persona preparada para atender los procesos de desarrollo de los niños y adolescentes de la aldea. “Cada tía cumple su rol de manera que no se sienta la diferencia”, comenta Elizabeth Izquierdo.
El tiempo que una mamá permanece en una familia es indefinido y depende del proyecto de vida de la mujer que desarrolla esta tarea. Asimismo, ellas reciben constantes capacitaciones de acuerdo a la realidad y necesidades que tienen los niños y ellas.
“Nosotras como asesoras elaboramos un plan anual de la organización donde se determinan las demandas de los niños, adolescente y mamás a través de las observaciones dadas por las facilitadoras. Todos los años es una experiencia nueva y eso nos permite desarrollar distintas estrategias desde la lúdica y la expositiva hasta que salgan a otros contextos”, explica la asesora familiar.
Rosa Jaramillo Quiroz es madre SOS hace 25 años y ha tenido 23 hijos durante todo su tiempo cumpliendo esta labor. Actualmente “Mamá Rosita” tiene cuatro hijos, dos gemelas y dos jóvenes de 16 años. “El resto de mis hijos ya están fuera de la aldea o tecnificándose”, cuenta.
Aldeas SOS trabaja con programas sociales como Beca 18 o descuentos especiales dados por las instituciones educativas o universitarias, de acuerdo a las habilidades de cada niño. “Tenemos una joven en la Universidad San Ignacio de Loyola estudiando ingeniera por Beca 18, hay otras que han terminado carreras de Enfermería, Derecho y otros que aún están en su proceso de estudios”, añade Izquierdo Flores.
“La convivencia es normal como en cualquier hogar de afuera, pasamos de todo, jugamos, nos molestamos, nos reímos. También, realizamos paseos como familia de acuerdo a nuestro presupuesto o si ellos quieren salir con amigos también se les permite siempre que cumplan con el horario”, explica mamá Rosita.
“Nosotros tenemos una política de cero maltrato, si cualquier persona mira mal, ofende a un niño, lo margina, le pega o abusa sexualmente de él esto implica una denuncia y el despido inmediato del agresor. Otra causa de despido para una mamá es que desatienda sus funciones y no cumpla con los estándares de cuidado para cada niño”, comenta Elizabeth Izquierdo.
Todos los niños que tienen vínculo de sangre mantienen este lazo afectivo y viven en la misma casa, como es el caso de las gemelas de Rosita. “Tenemos cuatro principios fundamentales: la madre, los hermano, la casa, la comunidad; estos principios mueven el programa, si una madre no está en casa no es casa, sin casa no hay hogar”, explica la asesora de familia.
Las madres se ven involucradas con sus hijos desde el primer día. Cuando la fiscalía de familia les envía un niño, la mamá SOS ya debe conocer las condiciones en las que este nuevo hijo ha llegado. “Como trabajamos en defensoría de los niños y adolescentes lo niños ingresan a cualquier edad, aunque también depende de la capacidad que tengamos para atenderlos de acuerdo a nuestro presupuesto anual”, especifica Izquierdo Flores.
ALDEAS SOS CHICLAYO
La sede en Chiclayo fue creada el 1 de marzo de 1983, cuenta con camas de más de 30 años, el mantenimiento de las áreas verdes y la limpieza de la aldea está a cargo de un jardinero y una persona de mantenimiento que desarrollan su labor con ayuda de los niños y las mamás. “Todos apoyan comunitariamente, la comunidad se organiza cada día de la semana para hacer una limpieza general y los sábados cada familia limpia su casa”, indica la asesora familiar.
Actualmente la aldea tiene 71 niños bajo su cuidado que viven en las doce casas y en una casa externa. “La idea es que la aldea ya no esté encerrada y los niños puedan tener un contacto directo con los vecinos. Sin embargo, los orígenes datan de una aldea encerrada con casa dentro”, añade.
Cuando los jóvenes terminan la secundaria son movilizados a otras viviendas o forman parte del trabajo de reintegro familiar. Este consiste en identificar a las familias biológicas de los niños y trabajar con ellos la revinculación a corto o mediano plazo, para que ellos puedan retornar a su espacio biológico siempre y cuando las condiciones que generaron desprotección ya no estén.
“Con estas familias biológicas también trabajamos un plan de desarrollo para poder ayudarlos a solucionar la situación difícil que los obligo a dejar a sus niños. A la larga se convierten en pilares importantes, trabajamos esto desde la acogida para no perder esos vínculos y llegado el momento la familia sea la mejor. Además los jóvenes pueden acudir a viviendas asistidas, donde viven solos o con otros hermanos de casa”, explica Izquierdo Flores.
Durante los 30 años en Chiclayo, en la aldea se han independizado más de 160 jóvenes, hay profesionales en la policía, otros que son abogados, ingenieros, contadores y también quienes no estudiaron, pero son capaces de ganarse la vida de manera digna.
Como parte de la autonomía familiar, la madre SOS debe planificar de acuerdo a un presupuesto, que se elabora acorde al requerimiento mensual donde se incluye el pago de colegios, materiales, alimentos, entre otras necesidades. “Siempre vienen autoridades a verificar que el ambiente donde están creciendo los niños es el adecuado. Pueden ser instituciones nacionales, internacionales y nosotros mismos”, cuenta Elizabeth Izquierdo.
El financiamiento para cumplir con los presupuestos requeridos por la aldea se obtiene a través de personas, instituciones particulares o del Estado, que apoyan de manera económica para el desarrollo de los niños. “Hay un programa de Amigo SOS, que es una persona que voluntariamente, por el conocimiento de nuestra labor, decide donar 30 soles mensuales a través del débito bancario”, comenta Contreras Heredia.
Por otro lado, la asociación realiza actividades para recaudar fondos como la venta de productos como bolsos, muñecos, cuadernos, polos, crayolas, tazas, pelotas, pulseras, mochilas, títeres y libros. Además de las tarjetas navideñas que están disponibles desde el mes de octubre hasta la quincena de diciembre.
Anamelba Caicedo Montalván es otra mamá SOS, cuyos hijos se destacan en la aldea por obtener los mejores logros académicos. Esta familia está formada por seis hijos, cinco que están en casa a lado de “mamá Anamelba” y una joven de 19 años que estudia enfermería y vive con otro grupo de señoritas.
Los hijos más pequeños de Anamelba iniciaron en el mes de abril un taller para tocar cajón, ya han tenido cinco presentaciones en lo que va del año y han logrado el primer puesto en un concurso de Nueva Acrópolis en lo que es percusión. Otro de sus pequeños pertenece a la Orquestina y el mayor de los hermanos se ha destacado por jugar fútbol en su colegio, obteniendo el segundo lugar en esta disciplina.
La infraestructura de cada casa consta de una sala, comedor, cocina, baño para niños y niñas, habitaciones y patio, pero la decoración ya depende de los gustos de los niños y las madres. “Para navidad la aldea es un lugar maravilloso, parece un lugar mágico porque todos los niños y mamás quieren decorar”, cuenta Elizabeth Izquierdo.