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EN EL GONGRESO PASA DE TODO: Parlamentarios “Mochasueldos” serían una nueva bancada

Escribe: Jorge Chávez Pita (*)
Edición N° 1300

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Una dura verdad es la que se viene poniendo a la palestra, cuando vemos que domingo a domingo y, por qué no un día cualquiera, los programas televisivos de investigación, nos ponen en la pantalla imágenes y audios donde vemos y escuchamos voces, en algunos casos altisonantes, de ciertos personajes, algunos de ellos congresistas, quienes pugnan con sigilosa alevosía “mocharle” el sueldo a sus trabajadores como vil ladrones de cinco esquinas.

La modalidad aplicada en el Congreso para cercenar el sueldo, quizás de muchos trabajadores, se basa en el argumento insano de persuadir a su víctima poniéndola contra la pared, para ello la motivación prevalente en todos los casos, consiste en que tiene que entregar casi todo su sueldo al congresista que le dio la oportunidad de ocupar un puesto, sino se va; es decir, el disparate en este momento, se convierte en una ratería a la luz de las evidencias mostradas.

El insumo adicional

Según el operador de turno, que bien podría ser el mismo congresista o el empleado de su confianza, el “aporte salarial” no solo tiene que ser dado porque el parlamentario no goza de una buena economía, sino porque tiene que devolver lo invertido para ocupar su curul, cumplir con el aporte partidario, ayudar al jefe de su partido y cuantas razones más, pero lo real, es que tiene que entregar gran parte de su sueldo, sino se va, convirtiendo esta modalidad de larga data, en un robo sistemático normalizado de los dineros del Estado.

En Lambayeque

Para variar y como siempre, en Lambayeque, por décadas tenemos representantes parlamentarios de todos los colores, unos pagan para llegar y cuando llegan lo hacen para robar, y otros siendo ya congresistas, hacen y deshacen de la función encargada para cometer acciones desatinadas, buscar su beneficio y no hacer nada por la región porque de eso se trata, logar notoriedad por lo malo que hacen, pero siempre tenemos por lo menos a un representante mal visto, con acciones deshonrosas y por qué no, hoy en día, dos de ellos, probablemente, integrantes de la banda de moda del arrebato sistémico, bien llamada los “Mochasueldos”.          

Una nueva modalidad

El día domingo próximo pasado, un programa televisivo, propaló en detalle, la existencia de una nueva modalidad para que – según el reportaje - una congresista que dice representar a los lambayecanos con demasía estridencia adquiera notoriedad.

En esta oportunidad se trata de la congresista Hilda Portero. Según ella, los trabajadores de su despacho, con un desprendimiento filantrópico digno de resaltar, adquieren voluntariamente sillas de ruedas para que su jefa las entregue a los minusválidos de su región, resaltando, que estas provienen de la voluntariosa decisión de adquirirlas haciendo uso de parte del sueldo que perciben, “lo cual los dignifica y los convierte en benefactores de los que más necesitan”.

El gasolinazo

La prensa de investigación ha podido encontrar una nueva modalidad empleada por ciertos congresistas para seguir exprimiendo la teta del congreso. Ahora resulta que a los parlamentarios que van y vienen de su tierra natal justo cuando es su onomástico o el de un familiar cercano, celebrar las fiestas de fin de año o gozar de los días feriados, hay que pagarles la gasolina que utilizan hasta el último galón, incluso, a pesar que algunas unidades de su uso personal estén fuera de la capital y ellos estén en su curul.

Ellos arguyen que viajan para hacer labor congresal, por lo tanto, lo gastado debe ser reembolsado conforme las normas dictadas por los mandos superiores de este desprestigiado poder del Estado.   

La desaprobación congresal

La raquítica desaprobación del congreso no hace sino tener que asentir que en este poder del Estado, lo negativo impera y lo positivo no existe. Hoy en día las sucesivas encuestas superan porcentajes superiores al 80 % de su desaprobación, mientras que su aprobación está a punto de alcanzar un digito, es decir, las aberrantes mentiras, los acuerdos partidarios, el usufructo del dinero estatal sistemáticamente otorgado, el gasto innecesario reembolsado, la mochadera de los sueldos, las donaciones de “buena fe” y cuanto desmadre más, hacen que a pulso este aparato estatal que no le falte nada y si le falta lo consiguen por una gestión paupérrima, sea el claustro de la deshonestidad y la mentira como acción principal.

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(*) Especialista en Contrataciones del Estado.

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