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¿Conoces el Test de Bechdel?

Escribe: Luis Rolando Alarcón Llontop (*)
Edición N° 1356

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  • Pasar su examen no es lo común. Acaso minimalista, criticado de incompleto y reduccionista, el test de Bechdel es fundacional en los análisis mediáticos de género.

La lectura de semana siete con la que pretendo crear conciencia en los alumnos de un curso inicial de investigación en comunicaciones al que quiero darle un enfoque de género empieza así: “Recuerda, por favor, la última película que hayas visto en el cine, la televisión o en tu computador. No importa si fue un estreno o una repetición. Independientemente si se trata del género que fuere (fantástico, comedia, drama, musical, terror, acción, histórico, futurista u otro) es casi seguro que la trama gira en torno a un varón o a varios varones, y no una mujer.”

Pantallas y machos

Los hombres tienen mucha presencia protagónica en las producciones cinematográficas y por extensión en otras de orden audiovisual. Las mujeres están; pero la mayor de las veces su participación se da apoyando una historia ajena… y masculina. La mujer es protagonsta casi por excepción en un mundo -el del cine y la TV- en que ganan además menos como actrices y donde hay también menos mujeres de productoras y directoras (pero eso es otro cantar).

¿Le sugerimos un título de acción? De Rambo de los 80 hacia adelante no se verá sino hombres como combatientes. En el cine de fantasía futurista de los 70 y sus secuelas, Alien el octavo pasajero, Ripley, la protagonista, era un lunar por ser mujer en quien nadie confiaba antes del estreno. La serie de filmes de comedia de la Pantera Rosa de los 60 o su remake de este siglo no tienen un equivalente femenino. Las 25 películas de la saga de James Bond sólo pueden ser concebidas para tener a un varón, pícaro y coqueto, tras su terno y arma.

Las mujeres son la mitad o un poquito más de la población mundial. El trato que reciben en comparación con sus pares hombres en campos como el educativo, el religioso, el económico, el laboral, el científico y otros ha sido desigual y es aun -incluso con sus importantes conquistas de derechos- (de eso escribimos reiteradamente). Esa histórica inequidad se convierte sin más que en discriminación, que no puede ser entendida sino sólo como una lacra social que frena el desarrollo real de tod@s.

Aunque aparentemente menos “lascerante” que las discriminaciones de orden social ya descritas por sus efectos directos, la discriminación mediática pone también leña a ese mismo fuego y constituye parte de lo se llama violencia interseccional: se apoya una misma negatividad desde frentes diversos. Así, un mundo mejor para los varones se justifica como natural, lo que hay, lo que toca. Y no habrá nada más que decir. Ni hacer. ¿Nada?

Una herramienta, tres pasos

El test de Bechdel, o test de Bechdel/Wallace o the rule (la regla), es un sencillo método para evaluar la brecha de género en filmes en general y, por extensión, en series y otras producciones artísticas y comunicacionales. Nació en el cómic Unas lesbianas de cuidado, de Alison Bechdel, pero la autora se lo atribuye a Liz Wallace.

Como fuere, para pasar el test de Bechdel una obra debe cumplir tres cuestiones elementales, solo tres: 1) Que haya dos mujeres al menos y estén plenamente identificadas, 2) que ambas dialoguen entre sí pero no de nada afectivo o sentimental y 3) que la conversación no tenga a un varón como centro. Pasar su examen no es lo común. Acaso minimalista, criticado de incompleto y reduccionista, el test de Bechdel es fundacional en los análisis mediáticos de género.

Diversos estudios como el de Monroy Rodríguez et al. (2020) se detienen, con el test de Bechdel como instrumento, a mirar cómo es la representación de las relaciones de género en filmes en pleno siglo XXI. Otros barren la TV. Otros más medios. Con mis alumnos del curso hemos evaluado series televisivas y filmes de estreno de streaming. Lo que encuentran otros y lo que también nosotros no es muy halagüeño; pero sirve para no dejar de hablar sobre el asunto y a ver si se hace algo. Si nosotros y nosotras hacemos lo que debemos para remontar lo injusto.

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(*) Colaborador y articulista.

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