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En Quito se vivió una locura de amor

Escribe: Por: Mgtr. Jesús León Ángeles, periodista y docente universitaria
Edición N° 1370

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Cuando la fuerza del amor a Jesús vive en nuestro corazón es maravilloso hablar el mismo lenguaje hasta perder la cabeza. Ese sentimiento primó durante el 53 Congreso Eucarístico Internacional desarrollado en Quito (Ecuador).

"Me puede faltar todo en la vida, me puede faltar hasta la vida, pero nunca quiero que me falte el deseo de amarte hasta el final. Hasta la locura te amo Señor...", coreábamos con sentimiento en medio de lágrimas y luces sintiendo la dulce mirada del cantautor argentino Pablo Martínez, cuyo "corazón catequista" dio vida a ese tema. Ese mismo día habíamos escuchado su ponencia y nos trasladó a los diversos momentos como cuando --siendo bebés-- mamá sanaba los golpes con amor y cantos que adormecen y envuelven en sueños maravillosos. La autoridad del amor permite aceptar la música, contagiar y agradecerle por todo lo que obra en nuestra vida.

Si la música hace eso ¿qué más pueden hacer palabras y acciones? Junto a mis compañeros Roxana, Roberto, Rodolfo, Franklin y Tito, del grupo católico Milagro Eucarístico Perú 1649, nos alimentamos cada día con ponencias de grandes con sencillez de corazón.

Fraternidad para sanar el mundo

El lema del Simposio Teológico y Congreso Eucarístico resonaba en nuestra mente cuando caminábamos primero hacia la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y posteriormente al tomar el Metro para ir al Centro de Convenciones Metropolitano de Quito. En cada caminata y viaje aprovechábamos en difundir la historia del único Milagro Eucarístico del Perú, ocurrido en 1649, en Ciudad Eten.

Durante la conferencia "El Sagrado Corazón de Jesús: Exigencia de Fraternidad", Mons. José Ignacio Munilla, Obispo de Orihuela-Alicante, nos invitó a ingresar a la escuela del Corazón de Jesús, verdadera escuela de amor.  El Evangelio--nos dijo-- como aliado de salvación tiene valiosos mensajes que se resumen en seis enseñanzas: purificar el corazón; buscar la gloria de Dios en lugar de la vanagloria; la corrección fraterna; romper la dinámica del desamor, no devolver mal por mal; no equivocarse de enemigo, acción del maligno; hacerse pequeño, cultivando la sencillez y la humildad de corazón.

¡Cuánta verdad en lenguaje de amor!, hacernos pequeños para regalar amor así nos hayan hecho mal. Muchos aplausos y reflexiones finales con nuestros compañeros de al lado. Hemos participado delegaciones de más de 50 países.  

Otra intervención fue la del Padre José Antonio Maeso Gonzál (acompañado de su simpático títere), quien nos recordó que cuando colocamos la fraternidad en el centro de nuestras vidas, el amor de Dios se manifiesta en cada instante. "Es momento de dejar atrás las quejas y lamentaciones, y comenzar a trabajar con un enfoque que priorice la reconciliación y el amor que Cristo nos enseñó".  Padre José Antonio se refirió a los perseguidos por amar a Dios. “Cuando sientas que todos hablan de ti, te dan la espalda, te hacen renegar, recuerda que Dios cuida de ti y nada te hará daño”.

Muchos testimonios hicieron derramar lágrimas y uno de ellos fue el de Mons. Hryhoriy Komar, Obispo Auxiliar de Sambir en Ucrania, quien con mucha emotividad nos recordó vivir en un mundo guiado por el mensaje de Cristo es la clave para que la maldad no triunfe sobre el bien. Ucrania fue invadida por tropas rusas en febrero de 2022 y se encuentra desde entonces en guerra. Al final nos invitó a todos a visitar Ucrania cuando todo acabe. Los aplausos de pie alimentaban un corazón lleno de dolor.

Andrea y Anna Lossi compartieron su testimonio como misioneros en la Operación Mato Grosso. Contaron que, desde que tenían 20 años, se unieron a la "locura de apostar la vida por un sueño bellísimo". La Operación Mato Grosso busca dejar las palabras y ensuciarse las manos para ayudar a los más necesitados. Y es en el trabajo donde surgen las preguntas: ¿por qué trabajamos por los necesitados?, ¿qué sentido tiene la vida?, ¿quién soy? Quieren estar con los más necesitados para decirles: "Estoy contigo", como el Padre que te dice que te ama.

 

El gran protagonista: Cristo Eucaristía

Todos los días la jornada empezaba con una celebración eucarística. El Monasterio del Carmen Antiguo de San José, conocido como El Carmen Alto en el Centro Histórico de Quito (Ecuador) fue el lugar elegido para producir las 66,500 hostias para este evento, en el que se trabajó con amor durante cuatro años.

Si bien el congreso se desarrolló en el Centro de Convenciones Metropolitano de Quito, se eligió el 12 de setiembre “Jueves Eucarístico” para abrir las puertas de varias iglesias coloniales de Quito para acoger a miles de fieles que acudieron para celebrar y vivir el Misterio Eucarístico en varios idiomas: español, latín, quichua, inglés, francés, chino, alemán e italiano.

El Legado Pontificio, Cardenal Baltazar Porras, destacó que las iglesias coloniales de Quito no solo guardan la belleza de su arquitectura, sino también una gran herencia de fe.

“Esa herencia recibida no es solamente para contemplarla, como turistas, sino que implica una gran responsabilidad hoy, esa fraternidad, ese curar heridas, ese sanar tiene expresarse en la fe que nuestros mayores nos enseñaron”, dijo.

Otro momento de profundo amor y locura por el Señor fue la misa en los exteriores de la Iglesia de San Francisco y procesión del Santísimo. Miles caminaban junto a Jesús Eucaristía por las históricas calles de la ciudad, reconocida como Patrimonio Histórico de la Humanidad. La procesión fue presidida por cientos de obispos, sacerdotes, diáconos y seminaristas provenientes de distintas partes del mundo.

Como lo predijera días antes el cardenal peruano y presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, Pedro Barreto, Quito se convirtió en la ciudad Eucarística, el centro de la humanidad y del mundo que sufre y espera.  

La procesión desde la iglesia San Francisco se inició con el canto “Dios de Amores”. A lo largo de los 1.3 kilómetros, más de 120 coloridas alfombras de flores y aserrín, cuidadosamente elaboradas, adornaron el camino hacia la majestuosa Basílica del Voto Nacional. A todos se entregó velas con farol protector de cartón que llevaba el logo del Congreso. Encenderlas nos unió más es un momento mágico de adoración y profundo respeto. 

El Congreso concluyó el 15 de septiembre con la "Statio Orbis" en el Parque Bicentenario y congregó a más de 30 mil personas. La Misa estuvo presidida por el Legado Pontificio, Cardenal Baltazar Porras, quien recalcó que la “Eucaristía no es un simple recuerdo, es el memorial, actualizar en la sencillez y pequeñez de un pedazo de pan y un poco de vino el buen sabor que nos atrae y seduce.  La Eucaristía quita en nosotros el hambre por las cosas y enciende el deseo de servir, nos levanta de nuestro cómodo sedentarismo y nos recuerda que no somos solamente bocas para alimentar, sino también sus manos para alimentar a nuestro prójimo”.

 

Ecuador y Quito unidos por su fe

La presencia del grupo católico Milagro Eucarístico Perú 1649 en este evento internacional, sirvió para reforzar los lazos de amor y solidaridad que existen entre Perú y Ecuador. Tuvimos la oportunidad de visitar el monasterio de Santa Clara y rememorar lo ocurrido hace 375 años.

En Quito el 20 de enero de 1649 en la iglesia del convento de Santa Clara, unos sujetos desfondaron el sagrario, tomaron el cáliz y dejaron las hostias regadas por el piso. Narra fray Diego de Córdoba y Salinas que Quito entero lloró la afrenta y que: “[…] todos sus vecinos se vistieron de luto, haciendo muchas plegarias y oraciones y una procesión de sangre, en que todos los religiosos, el clero y la nobleza del pueblo fueron descalzos para aplacar la ira de Dios justamente indignado por el agravio tan atroz hecho a nuestra cabeza, Christo Sacramentado [sic]”. Dos meses después, el 25 de marzo, los habitantes de Lima dejaron mostrar su pesar por el acontecimiento de Quito a través de un homenaje al Santísimo con la exposición de la hostia durante todo el día, una misa pontifical y una procesión por las calles, que se ornamentaron con esmero.

En el Perú de esos años, la festividad de la Eucaristía era la del Corpus Christi, conocida también como Corpus Domini. Las misas de desagravio por lo ocurrido en Quito se oficiaron en todo el país y Ciudad Eten, conducido por los Padres Franciscanos, organizó diversas celebraciones.

Según folio 856 del libro de bautismos de Eten, la primera aparición del Niño del Milagro Eucarístico en Ciudad Eten, ocurrió el 2 de junio de 1649 -mientras se celebraba la víspera de la Fiesta de Corpus Christi- a la vista de Fray Jerónimo de Silva Manrique y todo el pueblo reunido en el tempo doctrinal. La segunda aparición ocurrió el 22 de julio, durante la misa oficiada en honor a la patrona de Ciudad Eten, Santa María Magdalena. Cuatro sacerdotes de la Orden franciscana vieron al pequeño con túnica morada por espacio de 15 minutos. Tocaba la reserva del Santísimo y una tercera aparición emocionó a los asistentes “…Eran tres corazones entrelazados entre sí, cuyos remates acababan en uno, y que uno de los corazones caía en medio y los otros a los lados…” La interpretación es que simbolizan el amor del Padre con su Hijo, bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Además de contar la historia del milagro a peregrinos y en diversos medios de comunicación internacionales como EWTV, Radio Católica, Radio María de Ecuador, entre otros, hicimos un apostolado en la Casa de Madre Teresa de Calcuta, ubicada en Tumbaco, Quito. Esta casa, que actualmente funciona como un asilo para ancianitos, fue fundada con la misión de seguir el legado de amor y servicio de la Santa que dedicó su vida a los más pobres entre los pobres.

Un evento muy bien organizado que ahora le da la posta a Sidney (Australia) para el 2028. La conclusión de tantos mensajes de amor se resume en otra parte de la canción con la que inicié esta nota: “Quiero amarte hasta el extremo, sin reservas darme por entero, como los que se han enamorado, yo te canto mi amado, hasta el final”.

 

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