Ahora que volveremos a ir a las urnas para elegir a un nuevo presidente o presidenta de la República, vicepresidentes o vicepresidentas y congresistas, los ciudadanos en general y los lambayecanos, en particular, tenemos la enorme responsabilidad de saber elegir a nuestros representantes. Experiencias y lecciones de lo que hemos tenido como representación ejecutiva y legislativa hay bastante como para no seguir lamentándonos.
Es obvio que las personas con educación estamos obligados a enseñar a quienes por falta de conocimiento no tienen el poder del discernimiento para tomar la decisión y así tener a los mejores padres o madres de la patria.
Es necesario decirles que quien nos represente tiene que ser el mejor ciudadano o ciudadana, con trayectoria profesional, personal y familiar limpia, transparente. El ciudadano que trabaje por su comunidad tiene que ser humano a carta cabal, del que los peruanos nos sintamos orgullosos al verlo elaborar leyes que beneficien al país, de discutir normas con conocimiento y capacidad de porqué estas tienen que establecerse.
No queremos congresistas que defiendan grupos, que vayan al Congreso a calentar el asiento, que busquen inmunidad para defenderse de sus procesos, que utilicen sus cargos para sacar provecho para sí y su entorno; necesitamos congresistas que sirvan y no se sirvan de este magno cargo. No queremos representantes legislativos que hagan de la legislación su forma de vida por décadas.
Queremos congresistas que tengan nivel de respeto y conocimiento de nuestra problemática regional, que le devuelvan el brillo a la política, pero que además sean ejemplo de alternancia en el poder. Necesitamos congresistas que coordinen para que nuestras autoridades sientan el respaldo de los representantes del primer poder del Estado.
No contribuyamos con más errores a los que ya tiene nuestro sistema de elección democrática. Esta es una valiosa oportunidad para elegir a representantes con moral probada; es decir, que el candidato al poder debe ser un político con principios y valores, para que tenga conciencia de la condición de la población y sea veraz en sus discursos.
Recordémosle a quienes aspiran un cargo político que serán elegidos para servir y no servirse, y para mantener su humildad con la que se presentan en campaña, porque cuando son elegidos se olvidan de ella.
A la hora de votar, examinemos al candidato; si está investigado por algún proceso en su ejercicio público descártelo, no vote por él. Si no es institucionalista y se le ha presentado la oportunidad de presentarse en política por un “favor especial” de los que manejan el partido político por el cual está postulando, saqué su nombre de la lista probable. Si no sabe expresarse, si no conoce de leyes, si es pegalón, si no reconoció a sus hijos, si los priva de su pensión que tiene por obligación pasar, si su vida está de escándalo en escándalo y si quiere seguir entornillado a vivir del sistema público, descártelo. Ni piense en votar por esas personas de dudosa reputación.
El principio de autoridad empieza por conservar el orden moral, elijamos a quienes son personas de probada condición, íntegras, honestas y que verdaderamente a través de la política van a servir a la sociedad.
Votemos por personas que practiquen los valores de vida que son la justicia, la verdad, la paz y la defensa de la vida. Creo que a más valores, habrá más moral, a más valores cimentaremos mejor nuestra democracia, a más valores obtendremos un ejercicio pleno de mejor gobernabilidad.
Yo quiero que Lambayeque tenga a sus cinco mejores ciudadanos en el Congreso, a los que nos hagan sentir orgullo, seguridad y sirvan como ejemplo de vida. Lambayeque está en su hora decisiva, es nuestra oportunidad.
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