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EN LAMBAYEQUE: La ARCC no reconstruyo ni cambió nada

Escribe: Jorge Chávez Pita (*)
Edición N° 1292

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  • Millonarios presupuestos asignados sirvieron para aumentar la corrupción en la región.

El desastre natural devastador acaecido en los últimos días en la parte norte del país, provocado por cierto por el ciclón Yaku, no ha hecho sino poner en evidencia la ineficiencia y el engaño al que por varios años la Autoridad de la Reconstrucción Con Cambios – ARCC, nos ha tenido sometidos. Hoy en día que este ente no reconstruyó los daños causados por El Niño Costero del año 2017, para lo que fue creado, y, peor aún, haciendo honor a su rimbombante denominación tampoco cambió nada.

La mal llamada Autoridad para la Reconstrucción Con Cambios, más conocida como ARCC, adscrita a la Presidencia del Consejo de Ministros, fue creada en abril de 2017 por el extinto gobierno del cuestionado Pedro Pablo Kuczynski Godard, luego que el fenómeno El Niño Costero, ocurrido en el año de su creación, dejó a trece regiones del país, entre ellas Lambayeque, en calamitosa situación, generando pérdida de vidas humanas y dañando infraestructuras básicas que hasta hoy no se ha podido, por lo menos, reconstruir para enfrentar los efectos desastrosos del fenómeno que hoy nos toca sufrir y lamentar.

La misión principal

ARCC fue puesta en el valor funcional, fundamentalmente para liderar el diseño para la ejecución y supervisión integral de la “rehabilitación, reposición, reconstrucción y construcción” de la infraestructura de uso público comprometida como consecuencia del fenómeno climático de El Niño Costero, para lo cual, conforme lo prevé la norma legal que le permitió existir, se nombró a las entidades encargadas de ejecutar los trabajos inherentes al objeto de su creación, como son: los ministerios de Vivienda, Transporte, Agricultura, Salud, Educación, como así también los trece gobiernos regionales involucrados y los diferentes municipios provinciales y distritales de las jurisdicciones afectadas.

El presupuesto asignado

ARCC nació con un presupuesto asignado del orden superior a los 25 mil millones de soles para realizar más de 12 mil 500 intervenciones, presupuesto del cual 19 mil millones, equivalentes al 72 % del total asignado, fue orientado a la ejecución de obras de reconstrucción de los sectores de Agricultura, Transporte, Salud, Educación, saneamiento y pistas y veredas, mientras que el 21 %, equivalente a cinco mil millones 500 mil soles, se destinó para para la ejecución de obras de prevención que, por cierto, hoy no vemos.

Asimismo, el 5 % del total presupuestado fue dirigido a solucionar los problemas de vivienda que El Niño causó, como así también el 2 % del mismo fue orientado para mejorar las capacidades de gestión de las principales unidades ejecutoras, que tan igual que la encargatura de reconstrucción, a la luz de las actuales evidencias, no habría sido así, cuando vemos que los objetivos para la creación de la ARCC hoy en día no han sido efectistas para paliar los daños causados por el actual fenómeno natural.

¿ARCC debe seguir?

La voz ciudadana y el precario resultado de sus acciones dicen que no. Por lo tanto, debería desaparecer del espectro de la gestión pública, porque desde su creación no hubo ni hay razón de su existencia. El aparato burocrático invadido por la ineficiencia y el desorden de su accionar, hoy en día la ponen contra la pared.

Su ineficaz vigencia - hoy desnudada por un ciclón devastador, estruendoso y de luces aterradoras -, sirve para decirles que ya no hay tiempo que perder, es la hora de partir, que sus funcionarios asuman que han sido vencidos y no son queridos por su vil engaño de asumir que todo lo estaban haciendo bien, cuando no era así. Por tales razones, ¡la ARCC tiene que dejar de existir!

El efecto inmoral vigente aún

La ARCC, amparada en una ley paralela a la Ley de Contrataciones del Estado, creada para – según lo decretado -, acelerar los procesos de selección para contratar a quienes tenían que realizar la labor rectificatoria, reparadora y preventiva de eventos naturales, sirvió solo para conseguir los presupuestos de cada uno de los proyectos materia de su convocatoria, los cuales, como un flujo plagado de inmoralidad y malas intenciones, fueron a parar a manos de funcionarios y autoridades de turno, quienes emulando ser un mercado persa, vendieron y lo siguen haciendo, encargando las obras al mejor postor, es decir, “a quien da más”, para dejar las obras abandonadas o ejecutadas de la peor forma, tal como se muestran hoy.  

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(*) Especialista en Contrataciones del Estado.

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