Sube!

Una historia sobre “Catedra Sipán”

Escribe: Pedro Alva Mariñas (*)
Edición N° 1360

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Nunca pensé que una oportunidad laboral, abierta con la creación de la Universidad Señor de Sipán se podría frustrar por un incidente, decisivo en este caso, que dependía de mi el cometerla, pero que dependió, finalmente, de un trabajador que, sin conocernos, accedió a una petición expresa y puntual para solucionar el incidente.

Corría el año 2000 y Lambayeque se entusiasmaba con el inicio de labores de la flamante Universidad Señor de Sipán – USS en un local improvisado de propiedad de uno de los hermanos Acuña Peralta. Aparte de una exitosa campaña publicitaria a cargo de conocidos amigos de ese entonces como Juan Horna y Guillermo Segura, se trataba de seleccionar por lo menos algunos docentes de la localidad y para ciertos cursos que se necesitaban para los primeros ciclos de las carreras de Derecho, Ingeniería de Sistemas, Administración, Contabilidad y Psicología. Ya algunos cursos se habían iniciado, pero otros, como el curso “Cátedra Señor de Sipán”, un curso de formación general, estaban a la espera de un proceso de selección de docentes que promovían los gestores de la Universidad.

Enterado de una opción de estas características y animado por cierta vocación docente que me acompaña, decidí postularme como el primer docente del curso “Cátedra Sipán”. Me enteré de que para el dictado de este curso consideraron a Wálter Alva, pero que no tenía disponibilidad de tiempo. Entonces la plaza estaba abierta para los aspirantes a ese novedoso curso universitario. Presentamos nuestro expediente y pasamos los exámenes correspondientes de manera bastante satisfactoria. Uno de esos días nos encontramos ante una prueba práctica, al parecer decisiva, porque se estaba contratando a docentes y lógicamente su desempeño frente a los estudiantes, es decir una clase real, era clave en el proceso. A estas alturas me pereció que, efectivamente, se trataba de un concurso abierto, que buscaba un docente idóneo para cubrir esa plaza. Entonces hice todo lo posible para enfrentar una situación de esta naturaleza …. Me ayudó saber que había sido docente contratado en el Colegio Federico Villarreal y en el Colegio Nacional San José y ya tenía en mi haber varias presentaciones públicas.

Llegó el gran día de la clase modelo. Fuimos convocados en el primigenio local de la Universidad (Av. Leonardo Ortiz – Chiclayo), nos encontramos y saludamos con otros postulantes y allí nos enteramos de que la clase modelo se iba a dar en una clase real, con la asistencia de los futuros alumnos del curso y con lo cual el reto era todavía mayor. Unos minutos antes de que el jurado me llamara, me doy cuenta de que mi reloj pulsera no estaba en mi muñeca, ni en mi bolsillo. Mi mi amado reloj lo había olvidado en casa y no estaba para este evento en que necesitaba cronometrar mi clase que, como es sabido, tiene fases que se tiene que respetar escrupulosamente y sin reloj es muy complicado.

Sin tiempo para soluciones posibles en esos casos, pues solo disponía de algo así como tres minutos como máximo. Bajo una gran presión cometí la ingenuidad de solicitar a los postulantes varones que me presten, por 30 minutos un reloj y nadie aceptó – lo comprendo porque éramos competidores – Con esas respuestas el asunto se hizo más difícil todavía y los segundos pasaban raudos, sin saber qué hacer y entonces me dije, lo haré sin reloj, pero me corro un gran riesgo.

Cuando ya me aprestaba a ingresar sin el bendito reloj, veo al fondo del pasillo a un trabajador, en plena limpieza de los ambientes, me acerqué rápidamente y al afinar mi vista veo brillar en su muñeca un reloj. Al verme tan cerca, tan bien vestido, se sobresaltó y más todavía cuando le resumí mi problema y peor cuando le pedí, en un tono seguramente dramático, que me prestara su valioso, yo diría valiosísimo reloj. Me dio una mirada, que más me pareció un escaneo profundo, y luego de una breve vacilación, dejó a un lado la escoba, se llevó la mano derecha hacia su muñeca izquierda, se sacó el reloj y me lo entregó. Mientras lo colocaba en mi muñeca escuché que me llamaban para ingresar al aula y entonces … tomé aire y me dije ya puedes ganar … ya tienes el reloj que te faltaba ….

Terminé mi clase entre aplausos de los estudiantes y una buena calificación del jurado y así me convertí en el primer docente, en el docente fundador del curso “Cátedra Sipán” y, entre otras cosas, gracias al reloj prestado tan generosamente por un humilde trabajador, que se convirtió en un referente del tipo de personas que fueron convocados para trabajar en la Universidad Señor de Sipán de esos tiempos iniciales.

Como se comprenderá lo primero que hice, al terminar la clase modelo, fue buscar al trabajador, devolverle su reloj y agradecerle. Supe entonces que se llamaba Floro y, desde entonces, fue una de las personas a quien siempre saludaba con especial aprecio. Felizmente se ha mantenido muchos años en la USS, mucho más que yo. Gracias Floro … espero volvernos a encontrar.

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*Instituto de Desarrollo Regional – INDER. CEL. 951679597

 

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