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LA TENSIÓN ENTRE IRÃN E ISRAEL: Una mirada geopolítica al conflicto en oriente medio

Escribe: Roger Santa Cruz Carranza (*)
Edición N° 1349

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La región del Medio Oriente ha sido testigo de tensiones geopolíticas durante décadas, y entre las muchas dinámicas complejas que definen esta región, la relación entre Irán e Israel ha emergido como uno de los puntos más candentes. La posibilidad de un conflicto armado entre estos dos países ha sido objeto de especulación y preocupación internacional. Para comprender mejor esta situación, es crucial examinar los factores históricos, políticos y estratégicos que han contribuido a esta tensión y considerar las implicaciones de un posible conflicto.

Antecedentes históricos y contextuales:

El conflicto entre Irán e Israel tiene raíces históricas profundas. Irán, una república islámica chiíta, ve a Israel como una entidad ilegítima que usurpó tierras palestinas y representa una amenaza existencial para los musulmanes en la región. Por otro lado, Israel considera a Irán como una amenaza debido a su apoyo a grupos militantes como Hezbolá en el Líbano y Hamas en Gaza, así como a su programa nuclear, que Israel ve como una amenaza directa a su seguridad nacional.

Israel e Irán llevan años enzarzados en una rivalidad sangrienta cuya intensidad fluctúa en función del momento geopolítico. Su pugna se ha convertido en una de las principales fuentes de inestabilidad en Medio Oriente.

Para Teherán, Israel no tiene derecho a existir. Sus gobernantes lo consideran el “pequeño Satán”, aliado en Medio Oriente de Estados Unidos, al que llaman el “gran Satán”, y quieren que ambos desaparezcan de la región.

Israel acusa a Irán de financiar a grupos “terroristas” y de realizar ataques contra sus intereses movido por el antisemitismo de los ayatolás y la guerra en Gaza no ha hecho más que empeorar las cosas.

La rivalidad entre los “archienemigos” ha dejado una enorme cantidad de muertos, a menudo resultado de acciones encubiertas en las que ninguno de los gobiernos admite su responsabilidad, por lo cual los expertos la han considerado como “Guerra en la Sombra” puesto que ha sido librada indirectamente, a través de actores externos.

Cabe recordar por ejemplo como en 1992, por ejemplo, el grupo Yihad Islámica, cercano a Irán, voló la embajada israelí en Buenos Aires, causando 29 muertos, como respuesta al asesinato del líder Abbas Al-Musawi.

Durante este siglo Irán ha avanzado bastante en el enriquecimiento de uranio y parece ser que aunque aún no cuente con ellas, Irán está muy cerca de poder producir armas nucleares. Sin embargo, Israel y occidente han tratado con todas sus fuerzas frenar este programa nuclear aplicando severas sanciones contra Irán e incluso retraso varios años mediante un virus informático conocido como Stuxnet que se cree que fue conjuntamente desarrollado entre Israel y Estados Unidos para boicotear la carrera nuclear iraní.  Israel, además ha sido acusada por Irán de asesinar científicos y altos mandos iraníes a través, de asesinatos, bombas, disparos, etc.

Si bien en esta “Guerra en la sombra” tenía el pacto no escrito  de no atacarse directamente, este se rompió el 1 de abril de este año, cuando la Aviación israelí bombardeó un edificio anexo a la embajada iraní en Damasco en un momento en el que se celebraba una reunión militar de máximo nivel, cuyo ataque dejó 16 muertos entre los que se encontraba el jefe de las fuerzas Quds, que son las fuerzas de élite de la guardia Revolucionaria iraní : el general  Mohammad Rez Zahedi y otros siete oficiales que se encargaban de llevar a cabo misiones fuera de Irán. A partir de este ataque y la muerte del querido general iraní los ayatolás prometieron venganza.

Según los códigos existentes en la región de Irán, este acontecimiento no podía quedar sin respuesta. Sin embargo, bajo previo anuncio, decide responder con un ataque, bastante peculiar por decirlo menos. Principalmente debido a que fue anunciado con antelación y fue una clara demostración de poder y voluntad política, pero que no termina siendo más que un símbolo, teniendo en cuenta que la clase militar iraní sabía que era fácilmente anticipable y tal como ocurrió no generaría mayor daño.  

Factores geopolíticos y estratégicos:

La situación se ha visto afectada también por la intervención de actores regionales e internacionales. Irán ha ampliado su influencia en la región mediante la expansión de su presencia militar en países como Siria, Iraq y Yemen, lo que ha generado preocupaciones en Israel y sus aliados. Por otro lado, Israel ha llevado a cabo ataques preventivos contra objetivos iraníes en toda la región, lo que ha aumentado las tensiones.

Un conflicto militar entre Irán e Israel tendría consecuencias devastadoras para la región y más allá. Podría desencadenar una escalada regional, arrastrando a otros actores como Hezbolá, Hamas y países vecinos en el conflicto. Además, existe el riesgo de que el conflicto se internacionalice, con potencias mundiales tomando partido y exacerbando aún más la violencia. Además del costo humano, un conflicto tendría graves repercusiones económicas y geopolíticas, afectando el suministro global de energía y desestabilizando aún más la región.

La geopolítica del Medio Oriente también desempeña un papel crucial en esta dinámica. La rivalidad entre Irán y Arabia Saudita, dos potencias regionales, ha exacerbado las tensiones, con Israel encontrándose en una posición delicada al navegar entre estos dos estados. Además, la presencia de potencias mundiales como Estados Unidos, Rusia y China en la región ha influido en la dinámica de poder, con dichos países respaldando a diferentes actores y agrupados en grandes bloques como los BRICS y el G7.

Finalmente podemos concluir que existe una preocupación legítima ante la posibilidad de un conflicto entre Irán e Israel debido a la historia de animadversión entre ambos pueblos, los factores geopolíticos en juego y la naturaleza de los acontecimientos, este conflicto parece prolongarse un tiempo más al no existir canales de negociación entre las partes. No obstante, la posibilidad de un conflicto a escala nuclear o expresiones como una tercera guerra mundial pueden de momento resultar precipitadas. Nos encontramos ante un conflicto en desarrollo.  

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(*) Politólogo | santacruzcarranza@gmail.com.

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EL HIDRÓGENO VERDE: La revolución de una nueva era energética

Escribe: Franklin Aguilar Gamboa (*)
Edición N° 1349

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El hidrógeno es el elemento más abundante en el universo. Si bien no se encuentra de forma aislada en la naturaleza, su producción a partir de energías renovables es posible y solo en este caso recibe la denominación de "hidrógeno verde". Al producirse sin emisiones de gases de efecto invernadero, este combustible renovable presenta un enorme potencial. Puede almacenarse como gas o líquido y distribuirse a través de gasoductos, siendo un posible sustituto del gas natural, gasolina, diesel y otros derivados del petróleo, así como una importante fuente de energía.

La Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático o Conferencia de las Partes 28 (COP28), efectuada en Dubai en diciembre de 2023, marcó hitos para el acelerado fin de los combustibles fósiles. El acuerdo estableció la reducción del 43% de emisiones para 2030 y las cero emisiones netas para 2050. También la preservación del objetivo de no superar el 1.5°C de calentamiento global. Sin embargo, es imposible alcanzar los objetivos energéticos establecidos sin desarrollar una economía basada en fuentes alternativas a los combustibles fósiles. De este modo, el hidrógeno es uno de los principales candidatos para esta transición. No obstante, su difícil obtención y elevado coste supone todavía un desafío para su aprovechamiento masivo. Además, el hidrógeno no es intrínsecamente renovable, ya que su condición dependerá del proceso utilizado para su obtención. Solamente cuando es producido mediante métodos basados en energías renovables, como la electrólisis del agua alimentada por electricidad solar o eólica, podrá considerarse como tal.

En función de su sostenibilidad, existen tres tipos distintos de hidrógeno: hidrógeno gris, hidrógeno azul e hidrógeno verde. De estos, el hidrógeno gris es el más utilizado actualmente, pero es el menos respetuoso con el medio ambiente, ya que su generación aún requiere de combustibles fósiles y su producción se realiza a través de diferentes métodos. El reformado de gas natural es el más utilizado, donde el vapor de agua a alta temperatura disocia el carbono del hidrógeno. Otro método es la gasificación con vapor de agua y oxígeno puro realizada a partir de carbón o biomasa, generando dihidrógeno y monóxido de carbono.

El hidrógeno azul, aunque también requiere de combustibles fósiles, emite menos carbono, se obtiene mediante el proceso de reformado de metano a partir del gas natural, seguido de la captura y almacenamiento de carbono que comúnmente se deposita bajo tierra. Aunque más económico, este proceso no elimina la dependencia de combustibles fósiles

El hidrógeno verde es la opción más ecológica, ya que se produce a partir de energías renovables, siendo 100% sostenible. La electrólisis del agua es el método más sostenible cuando se utiliza energía renovable, ya que se descompone la molécula de agua en oxígeno e hidrógeno mediante una corriente eléctrica continua. No obstante, requiere de agua dulce en abundancia, lo que dificulta su aplicación en zonas áridas o costeras. para superar este problema, se ha pensado en la desalinización aunque esto incrementa aún más los costes. 

Para hacer frente a este problema, recientes investigaciones han desarrollado la electrólisis directa del aire (DAE), aprovechando la humedad presente en la atmósfera. Los módulos DAE extraen agua del aire mediante sistemas de cosecha, almacenamiento y posterior electrólisis impulsada con energía solar. Esta técnica permite generar hidrógeno verde de manera independiente al acceso a agua dulce, aprovechando las fuentes de energía renovable donde se ubiquen, incluso en desiertos.

Un experimento publicado en la prestigiosa revista Nature logró producir 1490 ml de hidrógeno puro en un día con 5 módulos DAE. Tras 8 meses de operación continua, mantuvieron su eficiencia cercana al 20%, umbral fijado por el Departamento de Energía de EEUU. La DAE abre oportunidades en zonas áridas y países en desarrollo con escasez hídrica, al aprovechar la humedad constante del 12,9 billones de toneladas de agua en la atmósfera.

Desafíos por superar

El hidrógeno verde representa una gran oportunidad para descarbonizar sectores energéticos. Sin embargo, su implantación a gran escala aún enfrenta importantes desafíos que es necesario superar. Uno de los principales retos es el almacenamiento y espacio ya que el hidrógeno requiere mayor volumen que los combustibles fósiles para almacenar la misma cantidad de energía. Esto dificulta su uso en entornos con espacio limitado, como buques y aunque se pueda comprimir, sigue necesitando depósitos y tuberías más grandes y actualmente no existe una red logística y portuaria para su suministro masivo.

Los costos en la actualidad también representan un obstáculo importante aunque se espera que reduzcan conforme se popularicen las energías renovables. Asimismo, la tecnología para su desarrollo aún requiere progresos. Faltan avances para hacer económicamente viable la conversión de buques y sistemas de propulsión a hidrógeno. Incluso el marco normativo y la resistencia al cambio por parte de algunas empresas serían importantes puntos a superar.

Si bien el hidrógeno verde enfrenta desafíos para su implementación a gran escala, algunas empresas pioneras ya desarrollan importantes proyectos. Acciona Energía, por ejemplo, lidera el sector de las energías renovables a nivel mundial y la compañía busca impulsar soluciones que permitan avanzar en la descarbonización del sistema energético. Con este fin, inauguró en marzo de 2022 su iniciativa "Power to Green Hydrogen Mallorca". Este incluye la construcción de una planta de electrólisis alimentada por dos plantas fotovoltaicas, así como una estación de repostaje de hidrógeno verde en la isla de Mallorca, España.  La planta producirá y distribuirá más de 300 toneladas anuales de este combustible para abastecer flotas de autobuses públicos y comerciales. Asimismo, proveerá energía auxiliar a ferris y puertos. Ello evitará la emisión de 16.000 toneladas de CO2 a la atmósfera cada año. De este modo, Acciona lidera iniciativas que apuntan el camino hacia una mayor implementación del hidrógeno verde.

Usando la bioquímica y microbiología

Adicional a las alternativas descritas anteriormente existen otras para generar hidrógeno verde como la producción a partir de celulosa, el reformado de etanol y azúcares, y el llamado "ciclo híbrido del azufre". Este último método, desarrollado por Westinghouse en los 70, requiere menor energía en la electrólisis, lo que podría abaratar costos. Otra estrategia prometedora es utilizar consorcios de algas y bacterias, evitando el uso de combustibles fósiles o energía en la electrólisis del agua.

En este sentido, un reciente estudio demostró que la unión del alga Chlamydomonas y las bacterias Microbacterium forte, Bacillus cereus y Stenotrophomonas goyi genera hidrógeno de manera continua. Además, produce biomasa para ser usada como energía renovable. Esto es posible gracias a que las bacterias se benefician de los nutrientes y CO2 que el alga libera, mientras el alga obtiene el ácido acético necesario para su producción de hidrógeno. Esto lo hace más estable que otros consorcios. Además, estos consorcios aprovechan las aguas residuales como fuente de nutrientes, facilitando una producción más sostenible de biohidrógeno con rendimientos 10 veces mayores.

El hidrógeno verde representa una revolución en la transición hacia una economía global descarbonizada y sostenible. Si bien todavía enfrenta desafíos técnicos y económicos para su implementación a gran escala, está demostrando ser una alternativa viable y renovable para descarbonizar sectores energéticos intensivos en carbono como industria, transporte y calefacción residencial. La creciente investigación y desarrollo de innovadoras técnicas como la electrólisis directa del aire y el uso de consorcios de algas y bacterias permitirán superar barreras como la disponibilidad de agua y reducir los costos. Asimismo, iniciativas pioneras de empresas líderes apuntan el camino para una mayor adopción del hidrógeno verde.

En el marco de los acuerdos por el cambio climático que promueven las cero emisiones para 2050, el hidrógeno verde cobra un rol estratégico para reemplazar los combustibles fósiles y alcanzar una matriz energética 100 % renovable. Su condición de energía limpia, renovable y que permite el almacenamiento a gran escala, posiciona al hidrógeno verde como un pilar fundamental para el futuro energético sustentable del planeta.

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(*) Decano del Colegio de Biólogos del Perú – Consejo Regional III – Lambayeque.

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SOCIEDAD, CULTURA Y COMUNICACIÓN

Escribe: Luis Rolando Alarcón Llontop (*)
Edición N° 1349

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  • Si la cultura se da en sociedad, la creación y mantenimiento de una cultura ocurre a través de la comunicación.

¿Tenemos las personas en grupos (sociedad) algo que ver con los logros como humanos (cultura)? ¿Tienen las formas de relacionarnos por excelencia (comunicación) asociación con los grupos (sociedad)? ¿Y los logros como humanos (cultura) algo con las formas de relacionarnos por excelencia (comunicación)? Veámoslo con un ejemplo: La aviación es un logro de varios individuos y equipos (sociedad). De a pocos los humanos logramos volar (cultura). Unos inventores se enteraban de los avances de otros (comunicación). Incluso para saber esto quien escribe ahora -que no es inventor- tuvo que leer o ver en la TV algo sobre eso (más comunicación). La relación de los tres fenómenos se da, pues, por sentada.

Al conjunto de personas, pueblos, naciones que conviven en un mismo espacio geográfico bajo normas comunes se le llama “Sociedad”. Izquierdo Escribano (2010) dice que una sociedad más desarrollada es aquella cuyas organizaciones son más complejas y más eficaces. Así, la noción es que la sociedad se forma por organizaciones. Las organizaciones adquieren formas diversas: desde la familia a las organizaciones religiosas, desde los partidos políticos a las empresas, de los sindicatos al ejército, y cómo no las empresas y las escuelas, todas son formas organizacionales.

Sobre el concepto de cultura hay menos consenso. Podríamos agrupar dos grandes bloques generales sobre las nociones de cultura: 1) la cultura como la construcción creativa elevada (vinculada al arte), postura que tiene un defensor acérrimo en Vargas Llosa (2012). Y 2) la cultura como las expresiones y consecuciones varias y múltiples –incluyendo los Mass Media- que permiten superar a las élites, que defiende Eco (1968). ¿Una tercera postura? Quizás sí: 3) la cultura como suma de toda la producción humana que distingue a un determinado colectivo en un tiempo y espacio definidos, ligada a la idea de civilización (esta es generalizada).

Con el concepto de comunicación sucede que no hay consensos tampoco. West y Turner (2005) justifican el que haya muchas definiciones de comunicación debido a la complejidad y riqueza de lo que el fenómeno mismo que encierra supone para los académicos (paraguas bajo el que me protejo, incluso). Pero ellos mismos adelantan cinco elementos presentes para entenderla: Su condición de social, la idea de proceso, el requisito de que sea simbólica, su posibilidad de significar y su estar de algún modo supeditada al entorno.

Cultura: un producto sociocomunicacional

Sea cual fuere la definición de cultura, no hay una que no reconozca que ésta se aprenda. Si la cultura se da en sociedad, la creación y mantenimiento de una cultura ocurre a través de la comunicación (incluida la comunicación masiva o colectiva).

Se trasmite cultura al hablar entre amigos, cuando una madre le enseña tal comportamiento a su hijo (y no otro), cuando la abuela pasa a la nieta la receta de un platillo que ella aprendió de su abuela, cuando un periodista comparte un contenido por un medio, si un político hace campaña y promete, cuando la radio nos hace escuchar una determinada música.

En todos los casos de arriba se comparten significados en sociedad; y con ello se construye y mantiene cultura. La comunicación es vehículo de la cultura, un fenómeno que sólo puede ser producida y mantenida en sociedad. Agregaremos que esta estrecha relación de a tres no es estática ni finita: se activa y reactiva en su proceso, uno en el que es difícil encontrarle el hilo inicial de una madeja que tampoco parece tener el extremo final tan fácil de encontrar.

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(*) Colaborador y articulista.

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