La Edición 1284 es la última del 2022 y en ella presentamos un resumen de los más importantes acontecimientos que a nivel local, nacional e internacional se han registrado en el año que concluye y que agitaron la vida del país.
A nivel nacional la inestabilidad y económica fueron los aspectos que han marcado el acontecer nacional, mientras que en Lambayeque los actos de corrupción, incapacidad y falta de liderazgo a nivel regional y municipal. En el aspecto internacional la invasión rusa a Ucrania ha representado un fuerte látigo para economías como la nuestra, amén de la continuidad de la presencia del Covid-19, que sigue entre nosotros.
Los últimos meses del 2022 han sido de gran turbulencia nacional y ese proceso ha calado de manera directa en la inversión pública y más aún en la del sector privado, que es el que finalmente mueve la economía, genera empleos y mayores recursos para la obra estatal.
Los hechos acontecidos recientemente han demostrado que uno de los grandes problemas que tiene el Perú es la falta de diálogo. Las autoridades, y eso incluye a quienes asumen los cargos públicos desde enero, deben tener capacidad de concertación. Que en Lambayeque no se hayan registrado actos de violencia y enfrentamientos como en otras partes del país, no quiere decir que no existan inconformidades y brechas por atender.
La población en general ha perdido confianza en los actores políticos y ese es un gran reto para quienes deberán liderar a la sociedad en los próximos años. Esa confianza se recupera con transparencia, con acercamiento y eficiencia, todo ello soportado en una institucionalidad sólida que también urge recuperar.
A partir del 1 de enero asumirán las nuevas autoridades municipales y regionales, de quienes se espera un mínimo de capacidad, apertura al diálogo y, lo más importante, honestidad. Tienen la obligación de transparentar todos los procesos que les corresponden a sus fueros. La historia de gobiernos mediocres, improvisados, desinteresados en la problemática de Lambayeque no puede repetirse.
Es necesario que quienes asumen la conducción de los recursos públicos para los próximos cuatro años entiendan que no tienen ningún poder sobrenatural para resolver todas las brechas que afectan a Lambayeque, razón por la que tienen que convocar a quienes más conocen, rodearse de gente que sume y aporte con su experiencia, técnica y capacidad, y no se terminen convirtiendo en lastre para la función pública.
El 2023 debe ser un año de buen inicio, que permita sentar bases para el desarrollo sostenido, armonioso y, sobre todo inclusivo. Lambayeque no resiste más ensayos, como tampoco el país.
La gestión reciente en el gobierno regional ha estado claramente desconectada de un propósito con visión departamental. Es muy poco lo avanzado en la prosecución de proyectos de alto impacto y que dinamicen las actividades productivas. No ha existido una meta clara de hacia dónde llevar a Lambayeque o qué paradigmas se querían alcanzar y eso afecta no solo al futuro inmediato, sino en el mediano y largo plazo.
Siendo así, la tarea del gobernador regional entrante y de todo el equipo técnico y funcional que lo acompaña, es muy ardua. Implica compromiso, responsabilidad, una gran dosis de realismo para saber y entender cómo empezamos y hacia dónde nos conducimos.
La situación a nivel de las provincias no son distintas y las responsabilidades son mayores si tiene en cuenta que por competencias son de urgente atención los problemas de limpieza, transporte, comercio, ordenamiento y saneamiento físico y básico.
Los municipios provinciales cargan una enorme deuda y planillas insostenibles con las que deberán lidiar los burgomaestres elegidos. Siendo realistas, tampoco se espera que en cuatro años resuelvan lo que han heredado, pero por lo menos deben encaminar la administración y sentar bases firmes de planificación tanto interna como local.
De los tres alcaldes provinciales solo uno tiene experiencia ejecutiva, el de Lambayeque. La alcaldesa electa de Chiclayo conoce bien el problema municipal desde la función fiscalizadora, pero una cosa es estar en el sillón de quien escruta y otra muy distinta de quien ejecuta.
Janet Cubas Carranza necesita de apoyo de todos y todos implica dejar atrás posiciones políticas que para el caso de Chiclayo resultan absurdas, pues el problema es tal que cada minuto es valioso. Lo que hay que hacer, que se haga. Orden, es lo que se reclama.
De esto modo, ingresamos a nuevo año, que como he señalado debe ser de buen inicio y estoy segura que con mucha esperanza en un escenario mucho más favorable para Lambayeque. Nuestra región perdió peso y presencia política a nivel nacional y es momento de empezar a recuperarla, porque solo así se podrá conseguir la atención del gobierno a los problemas que se deben atender.
De nuestra parte, miramos el 2023 con optimismo, más porque Expresión cumplirá 30 años de labor periodística, tiempo al que llegamos agradecidos con Dios, por su infinito amor, y de nuestros colaboradores, suscriptores y anunciantes, además del respaldo de quienes nos siguen para informarse, sin cuya preferencia no sería posible avanzar.
Nos vamos a un breve descanso, nos reencontramos en la quincena de enero. ¡Feliz año!
----------
Directora / Fundadora.