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EL RESURGIMIENTO DEL SARAMPIÓN A NIVEL GLOBAL: Una mirada a la historia de una enfermedad que puede ser erradicada

Escribe: Franklin Aguilar Gamboa (*)
Edición N° 1337

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El sarampión es una amenaza que no debemos tomar a la ligera. Esta enfermedad viral, presente desde hace milenios, fue uno de los principales causantes de muerte infantil a nivel global antes de 1960, cuando aún no existía una vacuna efectiva. Estimaciones indican que el sarampión provocaba entre 2 y 3 millones de muertes anuales en todo el mundo. Aunque en los años posteriores a la introducción de la vacuna, ha habido una drástica reducción en el número de casos y la mortalidad asociada a esta enfermedad, durante la última década se ha registrado un notable incremento de casos tanto en Europa como en la región de las Américas.

El 27 de enero de 2024, se reportó un caso confirmado de sarampión en Perú. Se trata de un hombre de 21 años que no había recibido la vacuna y que regresó de Italia el 4 de enero. Este caso no es el primero ni el único reportado en las Américas, sino que forma parte de los más de 50 casos confirmados desde el año pasado en nuestra región, lo cual es preocupante debido a lo que representa tener a este virus circulando entre nosotros a pesar de contar con medidas efectivas para su control. Para comprender las implicancias del resurgimiento del sarampión, es importante hacer un breve recorrido por la historia de esta enfermedad.

Los expertos creen que surgió en humanos hace unos 2500-3000 años, al domesticar el ganado vacuno en el periodo Neolítico y generar las condiciones propicias para su adaptación. Requirió villas de 250 mil - 500 mil personas para propagarse, según modelos matemáticos corroborados por brotes insulares. En la Edad Media se expandió por Europa y Asia meridional, llegando luego a América con los conquistadores. Entre 1521-1532, durante las conquistas españolas en el Nuevo Mundo, provocó terribles estragos entre pobladores indígenas carentes de defensas. Más adelante, se afianzó en Brasil y Norteamérica a medida que estas regiones eran exploradas.

Evolución

A pesar de su origen zoonótico (transmisión de enfermedades de animales a humanos), hoy no existen reservorios animales del sarampión, ya que evolucionó y se adaptó por completo al ser humano, lo cual hace posible que sea erradicable, tal como se logró con la viruela. Sin embargo, su elevada capacidad de contagio (Ro entre 12-18) hace que sólo podamos controlarlo mediante vacunación masiva.

La primera vacuna efectiva contra el sarampión se desarrolló en 1958, luego de que investigadores llevaran a cabo durante años ensayos progresivos utilizando cultivos celulares y modelos animales. De esta forma, identificaron una cepa del virus atenuada pero aún capaz de generar una fuerte respuesta inmunológica. Cuando esta vacuna fue probada por primera vez en niños, demostró ser muy segura y conferir alta protección, abriendo el camino para su producción y uso a gran escala.

En el año 2000, gracias a un enfoque integral, que incluyó vigilancia epidemiológica, campañas masivas de vacunación, compromiso político, cooperación técnica y financiamiento coordinado, las Américas fue la primera región en eliminar una enfermedad prevenible tan antigua y letal como el sarampión. De este modo, a inicios del nuevo milenio los datos epidemiológicos respecto a esta enfermedad eran muy alentadores, y entre 2000 y 2016, la vacunación evitó un estimado de 21.1 millones de muertes por sarampión en todo el mundo. Sin embargo, a partir de 2017 empezaron a aparecer algunos brotes en América e incrementar los casos en Europa. Es así que, según datos de la OMS y los CDC, para el 2022 el sarampión volvía a alcanzar cifras de 136,000 muertes a nivel mundial, siendo la mayoría en niños menores de 5 años. Entonces, ¿qué salió mal?

Variables

Existen dos variables que han repercutido en el resurgimiento de esta enfermedad viral:   Los descensos de la cobertura vacunal que se han visto influenciadas por distintas causas tanto en la era pre y post pandémica por COVID-19 y los factores socio-culturales y políticos que motivaron el ingreso de casos importados de la enfermedad en muchos países. En cuanto al primero, las restricciones impuestas por el COVID-19 sin duda afectaron la asistencia de adultos y sus niños a centros hospitalarios para recibir las dos dosis vacunales de la triple viral (sarampión-rubéola-parotiditis), conocida también como SRP. Para el adecuado control y erradicación de la enfermedad lo ideal es tener coberturas superiores al 95 %; algo que ha sido difícil de mantener no solo por la imposibilidad y el miedo de asistir a los nosocomios durante la pandemia sino por la desconfianza que se han generado a las vacunas durante este mismo periodo.

 

Pero no debemos creer que la desconfianza inició durante la última pandemia. La herida que más impacto en la campaña de vacunación frente al sarampión y de la que aún no ha podido recuperar fue dada en 1998, cuando Andrew Wakefield publicó un artículo en la revista médica The Lancet en el que vinculaba falsamente la vacuna triple vírica con el autismo y la enterocolitis. A pesar de que en 2010, The Lancet se retractó públicamente del artículo de Wakefield debido a que se comprobó que había falsificado datos y recibido dinero de grupos opuestos a las vacunas, el daño ya estaba hecho. El artículo de Wakefield provocó un fuerte descenso en las tasas de vacunación y brotes recurrentes de sarampión en países occidentales y fue caldo de cultivo para numerosas teorías conspirativas que hasta el día de hoy encuentran adeptos.

Aumento de casos

Tras años de descensos de la cobertura de vacunación contra el sarampión. La OMS indicó que en 2022 los casos de esta enfermedad aumentaron un 18% y las muertes se incrementaron un 43% en todo el mundo (con respecto a 2021). De este modo, el número estimado de casos de sarampión asciende a 9 millones y el de personas fallecidas se sitúa en 136 000.

En 2023, Perú alcanzó una cobertura de 84% en la primera dosis de vacuna triple viral y 65% en la segunda dosis en niños menores de 5 años, aún por debajo del óptimo del 95%. Si bien esto representa un avance tras la pandemia, los recientes brotes de sarampión en Inglaterra encienden las alarmas. Reino Unido viene registrando más de 300 casos, consecuencia directa de la baja inmunidad generada por tasas de vacunación infantil de sólo 85% en la segunda dosis a los 5 años y cifras aún menores en Londres con 74%.  ¿Acaso estos no son datos muy similares a los reportados en Perú?

Por otro lado, los factores socioculturales y políticos que han repercutido sobre la distribución y reinstauración de la enfermedad en muchos países son complejos. Por ejemplo, algunas comunidades religiosas, como los judíos ortodoxos en Estados Unidos no permiten la vacunación de su población, lo que ha ocasionado brotes recurrentes en esas comunidades. Además, las crisis migratorias, como la de Venezuela en América y las de Siria e Iraq hacia Europa a partir de 2015, han contribuido a la importación del virus. Esto se debe a que los conflictos sociales y políticos que afectan a los países de origen han debilitado los sistemas de salud, lo que facilita la propagación no sólo de esta enfermedad, sino también de otras. Otro punto que generó controversia en su momento, fue que en 2012 un juez en Italia dictaminó erróneamente un supuesto caso de causalidad entre la vacuna SRP y el autismo, sentencia que ha fomentado la desconfianza hacia esta inmunización en gran parte de la población italiana y probablemente es responsable de que se hayan mantenido altos índices de la enfermedad en dicho país.

Estos son algunos ejemplos de cómo factores sociales, culturales, políticos e incluso judiciales que van más allá de lo puramente científico, terminan influyendo de forma negativa en la efectividad de las campañas de vacunación y el control de la transmisión del sarampión.

Se hace evidente que tanto en el Perú como en cualquier parte del mundo se debe fortalecer la vigilancia epidemiológica y los esfuerzos de inmunización para mantener al sarampión bajo control. Se requiere apuntar a recuperar y superar las metas de cobertura de vacunación, implementando estrategias dirigidas y adaptadas a cada realidad local, especialmente en zonas urbanas desfavorecidas.

Asimismo, es crucial abordar los determinantes socioculturales que pueden afectar la confianza en las vacunas, mediante un diálogo constructivo con las comunidades locales y respetando su autonomía. Solo de esta manera será posible disipar dudas y desinformación, fortalecer la demanda espontánea y garantizar que todo grupo de riesgo tenga acceso efectivo a estas intervenciones preventivas. Solo así podremos avanzar decididamente hacia la erradicación mundial de esta grave enfermedad infecciosa.

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(*) Decano del Colegio de Biólogos del Perú – Consejo Regional III Lambayeque y responsable del Laboratorio de Inmunología y Virología del Hospital Regional Lambayeque.

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