Dolor, sufrimiento e impotencia nos dejan las fuertes lluvias y el desborde del río La Leche en nuestro departamento de Lambayeque. Cientos de damnificados, que lo han perdido todo: techo, ropa y alimento, hoy viven en albergues improvisados. Nos faltó planificar, prevenir, escuchar a quienes nos alertaron de lo que venía.
Este desastre desnudó nuestra precariedad, en Chiclayo cuatro muertes que duelen y que recordaremos por los años: una madre, su hijo, un joven y un trabajador mecánico, encontraron muerte al electrocutarse. En Zaña, un adulto mayor desaparecido.
Resulta inadmisible que en estos tiempos, donde el control debe hacerse efectivo sobre los peligros que significa vivir al lado de alambres expuestos, haya cobrado la vida de estas personas. Nada de esto debe quedar impune. Quien tenga responsabilidad sobre la muerte de estos seres humanos tiene que asumir su compromiso e indemnizar a los deudos.
Es inaceptable que después del Fenómeno El Niño Costero del 2017, nada o poco se haya hecho para no repetir historias y volvemos a informar de los desbordes del río La Leche, del aislamiento de zonas rurales, de los damnificados que se quedan sin techo, de las escuelas en estado inservible, de los puentes en mal estado, de los aniegos por falta de Drenaje Pluvial, del rebasamiento de los desagües, de los inmensos huecos, de la falta de motobombas, carpas, casas prefabricadas, alimentos y un largo etcétera.
Y entonces la sociedad civil organizada inicia sus cruzadas humanitarias para llevar ayuda al más necesitado, colaboración que finalmente resulta escaza frente a tanta necesidad.
Que duda cabe que la densidad de las lluvias no solo ha afectado a Lambayeque, también han generado el desborde de ríos en otras partes partes del territorio nacional. INDECI señaló que se registró un saldo de mil 326 viviendas destruidas hasta el momento.
Hasta el cierre de edición, el registro de fallecidos era de 59 y más de 12 mil damnificados. Es el saldo dejado por la temporada de lluvias en nuestro país, que inició en septiembre y afectó a 24 de 25 regiones con inundaciones y desbordamiento de ríos, conforme lo ha establecido Defensa Civil.
Las inundaciones, acompañadas de fuertes vientos que afectan a parte de Perú, aumentaron en las últimas horas y afectaron zonas urbanas y rurales de los departamentos costeros de Áncash, La Libertad, Lambayeque, Piura y Tumbes, en la frontera con Ecuador.
El nivel de precipitaciones estacionales se disparó por la presencia de un “ciclón no organizado” frente a las costas peruanas, en aguas del Océano Pacífico, según las autoridades.
De acuerdo con Defensa Civil, “el ciclón Yaku (agua en quechua) es un fenómeno muy inusual, haciendo que lluvias se intensifiquen en el norte”.
La presidenta Dina Boluarte informó que “400 distritos en el país han sido declarados en estado de emergencia por el impacto generado por el ciclón Yaku en el país”.
El SENAHMI aclaró que no es la primera vez que “un ciclón no organizado, diferente a los ciclones tropicales”, aparece frente a las costas peruanas.
La presencia de ese tipo de ciclón está asociada al fenómeno climático El Niño. “En Perú ya hubo un ciclón en 1982 y 1983 con El Niño y en 2017, pero esta vez es mayor”, declaró la meteoróloga Raquel Loayza.
“Este ciclón se debilita conforme se enfrían las aguas y acerca a la costa”, agregó y en estos momentos según autoridades del SENHAMI Yaku se aleja de nuestra costa peruana.
Como sabemos El Niño es un fenómeno climático que causa el sobrecalentamiento de las aguas en el Pacífico sudamericano, golpeando las costas de Perú y Ecuador principalmente con lluvias e inundaciones.
Todo esto en resultados económicos es muy grave, pues las lluvias están dejando un impacto de pérdidas por 13 mil millones de soles y evitando el despliegue de actividades económicas en las regiones afectadas, lo que significaría un 1.25 % del PBI.
La decisión de reprogramación de deudas para las MYPES y personas afectadas por las lluvias, creo que es acertada pues ante la gravedad de afectación por la que han perdido sus negocios la mayoría de micro y pequeños empresarios se hace necesario todo el apoyo de la Superintendencia de Banca y Seguros - SBS.
Finalmente, considero que es hora de trabajar planificadamente y de cimentar una cultura de prevención de desastres. Recordemos que estos fenómenos climatológicos son recurrentes desde hace siglos.
Debemos exigir que las diversas entidades estatales, de los tres niveles de gobierno, trabajen en la mitigación de desastres y conozcan como el abecedario las normativas o metodologías para la evaluación de riesgos en servicios públicos.
Estos temas sí son de relevancia, así que tenemos que socializarlos a partir de la fecha, no cuando ocurre la emergencia y volvemos al círculo vicioso de queja, de pedir auxilio y nadie responde de las omisiones o responsabilidades.
Reacción, estimados lectores. De la Autoridad para la Reconstrucción Sin Cambios no digo más porque sabemos que 40 % de su presupuesto fue utilizado para consultorías, contratación de personal y compras, sin cumplir con el fin de su creación. ¿Será con la ARCC borrón y cuenta nueva como suele suceder en nuestro país? Creo que mientras no haya ciudadanía responsable volveremos a repetir la historia.
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Directora / Fundadora.