DESPUÉS DE SU RESTAURACIÓN EN ALEMANIA: HACE 20 AÑOS EL SEÑOR DE SIPÁN REGRESÓ A LAMBAYEQUE
A partir del descubrimiento de la milenaria tumba del Señor de Sipán, sucedido en julio de 1987, los ojos del mundo se volcaron a Lambayeque por la serie de sucesos que prosiguieron a tan importante hallazgo. Uno de ellos fue el retorno de las osamentas y objetos de mando del monarca moche al suelo patrio.
El 23 de marzo de 1993 fue un día de júbilo para Lambayeque. Aquella mañana arribaron a Chiclayo los restos y joyas del Señor de Sipán después de ser restaurados en Alemania. El proceso fue sumamente tedioso, debido a que producto de la humedad a la que estuvieron expuestas las piezas en la tumba de Huaca Rajada, estas se encontraban dañadas, cubiertas de óxido y algunas casi desintegradas.
Apoyo internacional
El doctor Walter Alva Alva, descubridor del conjunto funerario, explica que en aquel entonces era imposible restaurar las joyas de Sipán en el Perú, toda vez que no existían laboratorios para el tratamiento de metales y porque esto suponía un elevado costo que el gobierno nacional no estaba en condiciones de asumir.
Por esta razón fue necesario convocar a expertos de otros países, quienes arribaron a Lambayeque y constataron el estado de las joyas depositadas en el Museo Nacional Brüning, desde donde se habían dirigido los trabajos de investigación.
“Al descubrirse la tumba no solo nos dimos cuenta que estábamos frente a un hallazgo espectacular, sino que se presentaba un delicadísimo problema que era la conservación de las cientos de piezas de cobre y cobre dorado que estaban en proceso de destrucción. Lo que hicimos fue convocar a una serie de especialistas y así llegaron expertos de Polonia, Estados Unidos y Alemania, estableciendo contactos académicos de muy alto nivel”, comenta.
Producto de un convenio de cooperación científica suscrito entre el Instituto Nacional de Cultura – INC y el Museo Central Romano Germánico de Mainz, en noviembre de 1988 el conjunto funerario del gobernante mochica, después de las autorizaciones de Estado y los estrictos inventarios de la Fiscalía y Aduanas, fue trasladado para su restauración a Alemania.
En total se enviaron a Europa, además de los restos óseos del monarca, 663 objetos, entre metal y cerámica que formaban su ajuar funerario, en un avión de la Fuerza Aérea del Perú.
Los técnicos y la integridad de los laboratorios del Museo de Mainz estuvieron por cuatro años dedicados exclusivamente a la paciente labor restaurativa, respaldada por las más complejas y modernas técnicas, algunas de ellas descubiertas pocos años atrás, como el plasma de hidrógeno, por ejemplo.
Recibimiento apoteósico
Culminado este proceso, los restos del Señor de Sipán retornaron al Perú, arribando al Grupo Aéreo N° 8 de Lima el 9 de marzo de 1993, siendo recibidos con honores de jefe de Estado al compás del “Cóndor Pasa”, para luego ser trasladados a Palacio de Gobierno, donde permanecieron en exposición durante unos días.
“Siempre he dicho que son dos grandes momentos que recordaré siempre. Primero el descubrimiento de la tumba, el 20 de julio de 1987, al percatarnos que estábamos frente a uno de los hombres más importantes del antiguo Perú. Vivimos en ese entonces un momento de emoción intensa, pero también de mucha responsabilidad, por las dificultades, limitaciones y el riesgo que había en ese entonces. El segundo gran momento fue cuando regresaron los restos del Señor de Sipán procedentes de Alemania”, refiere el arqueólogo.
Alva Alva sostiene que lo sucedido el 23 de marzo del 93 en Lambayeque demostró que el Señor de Sipán había sido asumido por la población como un verdadero símbolo de su identidad.
“Las joyas pasaron por un lado y fueron trasladadas al Museo Brüning y todo el homenaje se centró en una caja de madera que contenía los restos del señor, cubierta con una bandera del Perú, que fue paseada por las calles. La gente salía a aplaudir, desde los balcones arrojaban flores y en el trayecto de Chiclayo a Lambayeque hasta una avioneta pasó por el camino arrojando papelillos de colores”, rememora.
Confiesa que tras ese acontecimiento, para él se había cumplido el sueño que mantenía desde muy joven después de leer “Antimemorias” de André Malraux, quien fuera el primer ministro de Cultura de Francia después de la Segunda Guerra Mundial.
“En ese libro, Malraux cuenta que cuando los ingleses se llevaron los restos de un faraón a Londres, las mujeres egipcias salieron al Nilo a llorar a su rey después de tres mil 800 años de muerto. Yo cuando leí eso me dije: ‘algún día en el Perú se cumplirá eso’, y se cumplió en Lambayeque, con el Señor de Sipán”, manifiesta, recordando que la Municipalidad Provincial de Lambayeque confirió una medalla al Señor de Sipán antes de ser depositado en el Museo Nacional Brüning.
Walter Alva refiere que lo sucedido con el retorno de los restos de Sipán constituyó en una reivindicación al pasado ancestral del departamento, logro en el que – según se define – él solo ha cumplido el rol de último sirviente del gobernante mochica.
“Siempre he sentido que he estado cumpliendo una misión, nunca me he sentido como el más importante en todo lo que ha sucedido con Sipán. Podría decir que a mí me tocó la responsabilidad de salvar el contenido de la tumba de la destrucción, por eso me causa extrañeza saber que aún siguen apareciendo quienes hacen apología del saqueo. No está demás preguntarse qué hubiera sucedido si no lográbamos salvar al Señor de Sipán y los huaqueros, a los que algunos consideran héroes, hubieran destruido y comercializado las piezas. Sencillamente no tendríamos nada, ni identidad ni cultura, nada”, exclama el investigador.
Consecuencia de Sipán
El aporte del Estado al Proyecto Sipán fue mínimo. El equipo de trabajo instalado en Huaca Rajada para evitar el avance de los saqueadores estuvo conformado por los arqueólogos Luis Chero Zurita y Susana Meneses de Alva, esposa del descubridor de la tumba, además de algunos estudiantes de arqueología y tres policías para brindar seguridad.
Walter Alva comenta que los primeros salarios para obreros eran costeados con fondos dados por el Patronato de Cultura de Lambayeque y donaciones extranjeras, mientras que de parte del Estado se asignó una cuadrilla de trabajadores a través del Programa de Apoyo al Ingreso Temporal – PAIT y raciones de alimentos.
Señala que el hallazgo de Huaca Rajada rápidamente se convirtió en el detonante de la actividad arqueológica en Lambayeque, debido a que a partir de él, nuevos proyectos se iniciaron dando resultados igual de importantes.
“Con Sipán se dan las condiciones para que surja la actividad turística en torno a la riquísima herencia cultural de Lambayeque. No olvidemos que a raíz del hallazgo de Huaca Rajada surge el Proyecto de Túcume, impulsado por Thord Heyerdahl en 1989, lo que significó para nosotros un gran estímulo. Además, otro proyecto pionero fue Sicán, en el Bosque de Pómac, con la participación de los doctores Izumi Shimada y Carlos Elera. Podríamos decir que estos dos grandes trabajos arqueológicos forman parte del impacto que tuvo Sipán en la comunidad científica”, comenta Alva Alva.
Asimismo, sostiene que el Señor del Sipán, y su posterior exposición a la comunidad internacional, significó un cambio en la mentalidad de la población lambayecana, porque empezó a generarse, de manera rápida, un flujo turístico permanente hacia el departamento.
Necesidad del museo
Cuenta que inmediatamente después del descubrimiento, el equipo de arqueólogos entendió la necesidad de contar con un nuevo museo para exponer las piezas de Sipán, debido a que el Brüning no iba a resultar suficiente.
Habían dos alternativas: o las piezas eran llevadas a Lima para que se exhiban en algún museo de la capital o se iniciaban las gestiones para que se construya uno exclusivo para el Señor de Sipán.
Inicialmente se consideró la ampliación del Museo Brüning, construido en 1966 e incluso se elaboraron los planos. Sin embargo, con el tiempo la idea se fue descartando, debido a que se empezó a concebir un nuevo recinto museográfico que pueda convertirse también en centro cultural.
“Nos propusimos entonces a buscar un terreno para construir el museo y fue difícil hallarlo. Muchos decían que debía instalarse en Chiclayo, pero en verdad nadie, ni la municipalidad ni los privados nos decían: ‘aquí pueden construir’. Fue así como logramos conseguir el terreno donde actualmente se encuentra el Tumbas Reales, área que era propiedad del Ministerio de Agricultura. Lo ventajoso de este espacio es que tenía área para crecer y no lo pensamos dos veces para empezar aquí las obras”, comenta.
En enero del 2000 se colocó la primera piedra de lo que sería más tarde el Museo Tumbas Reales de Sipán en Lambayeque. Alva explica que la construcción se financió con lo recaudado en las exposiciones internacionales del ajuar funerario, gracias a un convenio suscrito con la Universidad de California.
Entre septiembre de 1993 y septiembre de 1995, la exposición itinerante “Tumbas Reales de Sipán” se presentó en los principales museos de Estados Unidos, entre ellos el Museo Fowler de Historia Cultural de la Universidad de California, en Los Ángeles; el Museo de Bellas Artes de Houston; el Museo Americano de Historia Natural de New York, el Instituto de Arte de Detroit y la Institución Smithsoniana de Washington.
“El dinero iba a un fondo intangible manejado por el Estado, en ningún momento nosotros tuvimos bajo nuestra administración lo recaudado, eso quizá lo puede creer o suponer un ignorante. Terminada la gira por Estados Unidos, en enero de 1997 se inauguró la exposición en el Museo de la Nación en Lima y en ese mismo año se logró que el Fondo Contravalor Perú – Suiza donara un millón de dólares para la construcción del museo. Ya en septiembre del 96 se había presentado el proyecto definitivo”, detalla el arqueólogo.
El diseño del museo estuvo a cargo del arquitecto Celso Prado Pastor, quien realizó todo el trabajo de manera gratuita a favor de la cultura regional.
“Fue un trabajo muy armónico entre el arquitecto y los arqueólogos, toda vez que se concibió un museo con una presencia categórica, con un volumen y arquitectura inspirada en las antiguas pirámides moches, y que, a su vez, en su interior, exhiban las piezas en el orden en que habían sido encontradas, es decir, en forma descendente. Este es un museo que equilibra las dos grandes corrientes museográficas del mundo: exhibir las piezas como obras de arte y mostrarlas como parte de una secuencia histórica. Eso se logró en el Tumbas Reales”, refiere.
El ocho de noviembre del 2002, el presidente de la República, Alejandro Toledo Manrique, fue el encargado de inaugurar el portentoso museo, en cuyo interior también reposan los restos de Susana Meneses, fallecida poco antes de la apertura del recinto y quien fue la encargada, tras un paciente trabajo antropológico, de diseñar el Palacio Real, con el que se finaliza el recorrido.
Consecuencia del Proyecto Sipán, en los últimos 20 años, también es la construcción del Museo de Sitio de Huaca Rajada – Sipán, donde se muestran los hallazgos logrados a partir del 2007 y que ha servido para llevar mayor identidad a la población de la zona, involucrada hoy en proyectos turísticos y de defensa del patrimonio arqueológico.
Deja tu Comentario