Cada minuto se venden un millón de botellas de plástico en el mundo, un material que tarda entre 450 y 1000 años en descomponerse, dependiendo de las condiciones ambientales. Además, el 90 % de los plásticos se producen a partir de combustibles fósiles, y el 42 % se destina a empaquetado de alimentos y productos manufacturados, siendo en su mayoría plásticos de un solo uso que apenas pasan unos minutos en manos de los consumidores. De hecho, 8 millones de toneladas de residuos plásticos llegan a los océanos cada año, principalmente a través de los ríos, y si esta tendencia continúa, para 2050 los océanos podrían contener más plástico que peces, según advierte la ONU.
El informe "La Nueva Economía del Plástico: Repensar el Futuro de los Plásticos", publicado en 2016 por el Foro Económico Mundial, la Fundación Ellen MacArthur y McKinsey & Company, alerta sobre la crisis de contaminación por plásticos. Una de sus conclusiones más alarmantes es la proyección de que, si las tendencias actuales de producción y consumo continúan, para el año 2050 podría haber más plástico que peces en los océanos en términos de peso. Este análisis revela que la producción de plástico se espera que se duplique en los próximos 20 años y se cuadruplique para 2050. La mayoría de los envases de plástico se utilizan una sola vez, con un porcentaje mínimo reciclado; el resto se destina a vertederos, incineradoras o se dispersa en el medio ambiente.
Si bien los plásticos ya representan un grave problema ambiental, en los últimos años se ha descubierto que los microplásticos y nanoplásticos, fragmentos diminutos que resultan de la degradación de los plásticos más grandes o que se fabrican directamente para ciertos productos, podrían agravar aún más la crisis. Estas partículas, casi invisibles, han invadido todos los rincones del planeta, desde las profundidades oceánicas hasta el aire que respiramos y los alimentos que consumimos. Su tamaño microscópico les permite infiltrarse en los ecosistemas y en la cadena alimentaria, afectando no solo a la vida marina, sino también a los seres humanos, con efectos aún no del todo comprendidos sobre la salud. Además, su persistencia y capacidad de acumular toxinas los convierten en una amenaza silenciosa.
En el cuerpo humano
Los micro y nanoplásticos son partículas tan pequeñas, que pueden medir menos de 5 milímetros en el caso de los microplásticos y menos de 100 nanómetros en el caso de los nanoplásticos. Estos llegan al cuerpo humano por diversas fuentes, como la ingestión, ya que se ha detectado su presencia en alimentos, incluidos la sal, los mariscos, el azúcar, la cerveza, el agua embotellada, la miel, la leche entre otros, por inhalación ya que a diferencia de las partículas más grandes, que a menudo quedan atrapadas en el tracto respiratorio superior o se expulsan al toser o estornudar, los microplásticos pueden tener mecanismos de eliminación limitados, lo que hace que sea más probable que se acumulen en los pulmones y también por uso externo o tópico, como en el caso de las microesferas utilizadas en productos cosméticos y de cuidado personal, o de forma inadvertida, como resultado de la degradación de productos plásticos más grandes, como por ejemplo a través del lavado de ropa sintética o la abrasión de neumáticos. De este modo, se encuentran prácticamente en todas partes del planeta, incluidos los océanos, el aire y el suministro de alimentos.
Un estudio publicado en 2024 por investigadores del departamento de Química de la Universidad de Columbia en Nueva York, emplearon una nueva tecnología para la captura de imágenes hiperespectrales para mejorar la detección y caracterización de micro y nanoplásticos en el agua embotellada, revelando una contaminación significativamente mayor de lo previamente estimado. Se encontró que la concentración alcanzaba hasta 10^5 partículas por litro, con nanoplásticos representando aproximadamente el 90 % del total detectado, una fracción anteriormente invisible para métodos convencionales. Además, se identificaron diversos agregados de plásticos con materia orgánica, lo que complica su identificación y potencial evaluación toxicológica. Los hallazgos sugieren que la contaminación plástica se introduce en múltiples etapas de la producción de agua embotellada y destacan la necesidad de caracterizar no solo la cantidad, sino también la composición química y morfológica de estas partículas para comprender su impacto ambiental y en la salud humana.
Sustancias químicas
Aunque en efecto, la evidencia científica actual no demuestra que los niveles de microplásticos o nanoplásticos detectados en los alimentos representan un riesgo para la salud humana. Es importante recordar que los plásticos contienen más de 10 000 sustancias químicas, entre ellas carcinógenos y disruptores endocrinos. Ante ello, La FDA indica en su página oficial que continúa monitoreando la investigación sobre este tema y que si en algún momento determina o confirma que estos afectan negativamente puede tomar reglamentaciones para proteger la salud pública.
Por otro lado, la contaminación por plásticos si tiene comprobadas consecuencias devastadoras para la vida marina. Los animales marinos pueden ingerir plástico, confundiéndolo con alimento, lo que les causa daños internos e incluso la muerte. En el Perú se han encontrado estas partículas de plásticos en fauna marina como peces, moluscos, aves, tortugas, etc., sal, agua de grifo y embotellada, polvo ambiental y miel. IMARPE, entre 2014 y 2015, monitoreó cuatro playas arenosas: Vesique (Chimbote), Albúfera de Medio Mundo (Huacho), Costa Azul (Ventanilla, Lima); y El Chaco (Pisco), encontrando en todos los casos presencia de microplásticos.
A medida que la carga mundial de plástico se vuelve cada vez más insostenible, las iniciativas internacionales de salud pública apuntan a gestionar la producción, el diseño y la eliminación de plásticos de manera más responsable. En el caso de los microplásticos, a partir de octubre de 2023, la Unión Europea ha restringido la adición intencional de microplásticos a los productos y ha establecido un objetivo de reducir la contaminación por microplásticos en un 30% para 2030.
Tratado mundial sobre plásticos
En un esfuerzo más amplio, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, con el apoyo de 175 naciones, adoptó una resolución el 2 de marzo de 2022 para desarrollar un tratado mundial sobre plásticos, en su última sesión desarrollada en Busan (República de Corea) , el 25 de noviembre de 2024. Se inauguró el quinto período de sesiones del Comité Intergubernamental de Negociación para elaborar un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la contaminación por plásticos, incluso en el medio marino (INC-5)con el objetivo principal de concluir las negociaciones y finalizar el texto del acuerdo mundial.
Estos esfuerzos son muy necesarios ya que los riesgos para la salud que entraña la exposición a los microplásticos apenas están empezando a entenderse. Por su parte los microbiólogos ya vienen trabajando desde algunos años en la Identificación y optimización de algunos microorganismos capaces de degradar plásticos, como el caso de la bacteria Ideonella sakaiensis que degrada tereftalato de polietileno (PET) o especies de Pseudomonas (que pueden descomponer poliuretano). También se está estudiando el impacto de los microplásticos en la microbiota intestinal humana y su potencial para alterar el equilibrio de microorganismos beneficiosos, así como si la presencia de algunas bacterias del intestino podrían poseer enzimas con capacidad parcial para degradar ciertos polímeros. De este modo, este campo de investigación emergente aún tiene muchas preguntas abiertas que se esperan en los próximos años sean dilucidadas.
La creciente evidencia científica sobre la acumulación de microplásticos en el organismo y sus posibles efectos en la salud humana subraya la necesidad urgente de desarrollar estudios más detallados y concluyentes. Solo con un conocimiento sólido sobre sus implicaciones biológicas y toxicológicas será posible impulsar políticas efectivas para mitigar su impacto y promover una gestión más sostenible de los plásticos. Hasta que estos hallazgos sean plenamente comprendidos, el riesgo que representan seguirá siendo una incógnita, aunque el avance de la investigación está logrando que deje de ser un peligro silencioso para convertirse en una preocupación tangible para la salud pública y el medio ambiente.
-----------
(*) Decano del Colegio de Biólogos de Lambayeque.
Deja tu Comentario