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CRÓNICA DEL ARRIBISMO EN EL PERÚ - PARTE II

Escribe: Luis Soto Jiménez (*)
Edición N° 1389

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“Cuando los hombres están llenos de envidia menosprecian todo, sea bueno o malo”. Plubio Cornelio Tácito.

“Y como decíamos ayer”, fue la locución que usara a la sazón («Dicebamus hesterna die») fray Luis de León, al retornar su cátedra tras años encarcelado, en esta ocasión la puedo usar con la esperanza perpetua de haber abierto al menos interés en un lector sobre la vigencia de Carlos Delgado Olivera, intelectual chiclayano, olvidado en el tiempo, con sus aportes antropológicos y sociológicos.

Vigencia del arribismo peruano

Se había tratado, en famoso ensayo titulado: “Ejercicio sociológico sobre el arribismo en el Perú”, Carlos Delgado manifiesta que: "El modelo de orientación cognoscitiva que en mi concepto explica mejor la conducta campesina es la "Imagen del Bien Limitado".

Por "Imagen del Bien Limitado" quiero significar que amplias áreas de la conducta campesina están organizadas en forma tal como para sugerir que los campesinos conciben sus universos social, económico y natural, es decir la totalidad de su ambiente como uno en el cual las cosas deseadas en la vida, tales como la tierra, la riqueza, la salud, la amistad y el amor, la hombría y el honor, el respeto y el estatus, el poder y la influencia y la seguridad, existen en cantidades finitas y siempre en cantidad reducida desde el punto de vista del campesino. No solo estas y otras "cosas buenas" existen en cantidades finitas y limitadas, sino que, además, no hay directamente dentro del poder del campesino modo alguno de incrementar las cantidades disponibles...

Consecuentemente, hay un primer corolario a la imagen del Bien Limitado: si el "Bien" existe en cantidades limitadas que no pueden expandirse, y si el sistema es cerrado, entonces un individuo… sólo puede mejorar una posición a expensas de otros"

Sistema social del Perú

En el Perú el "sistema" social sigue caracterizándose por una marcada rigidez que en gran medida dificulta e impide formas fluidas de movilidad social. La rígida estrechez del "sistema" en cuanta red de desplazamientos sociales, determina que el éxito social solo puede alcanzar a grupos relativamente pequeños de individuos. En una sociedad así, donde la virtualidad operativa de los mecanismos de movilidad social sufre el impacto decisivo de las influencias personales, el poder de patronazgo de ciertos individuos. A este deseo desenfrenado por "subir" se le denomina en el Perú arribismo.

Todo lo dicho por Carlos Delgado Olivera anteriormente, ya lo había manifestado, corresponde a un libro antiguo que se publicó en Amaru, marzo del año 1968, pero, fue macanudamente el Instituto de Estudios Peruanos, que hizo una maravillosa recopilación titulada “Problemas sociales del Perú Contemporáneo” y dentro de ellos, se puede leer el ensayo en las páginas 103-118.

Usemos una metáfora muy conocida, imaginemos que existe un balde medianamente lleno con cangrejos, pregúntese usted: ¿Cuál de todos los cangrejos saldrá primero? -la respuesta es sencilla, el cangrejo más arribista- este corresponde al cangrejo que viendo que todos los demás se desesperan por salir, forman con su cuerpo una escalera, y este usa a todos los demás, pisoteándolos para llevar a cabo su salida al exterior. A esta cultura arribista, Calín la analiza y lo aborda de manera excepcional, pues para él, existen dos posiciones bien definidas: “el arribista por sobe, el otro por raje”.

Dinámica triangular arribista

Para este autor, en ambos casos, el propósito principal es debilitar a cualquier rival potencial. De esta manera, el comportamiento social del arribista tiende a crear una dinámica triangular. Por un lado, están aquellos a quienes percibe como competidores reales o potenciales en su búsqueda de reconocimiento social. Por otro lado, están aquellos a quienes considera aliados potenciales. El arribista utiliza un lenguaje agresivo hacia los primeros (rajones, maleteros, intrigosos) y un discurso laudatorio (sobones, franeleros, genuflexos) hacia los segundos, intentando manipular a ambos para alcanzar sus propios beneficios personales.

Por lo tanto, ni los elogios ni las críticas dirigidas a unos y otros suelen tener un propósito claro y único. Los halagos se ofrecen en un contexto dual, donde se alaba a la persona destinataria al mismo tiempo que se critica, de manera implícita o explícita, a otros individuos. De manera similar, las críticas se formulan en un contexto dual, atacando a quien va dirigida mientras se enaltece a terceros.

En la coyuntura política actual, la vigencia de todo lo expresado a cobrado una validez absoluta, tenemos pues una “cultura arribista en la mayoría de los casos”, se nos dificulta muchas veces poder reconocer en otros, las virtudes y dotes superiores que nos son adversar, y como no podemos soportar ello, no escatimamos ahínco alguno en destruir o bien la imagen de nuestro prójimo, o bien el entorno social en el que vive, para demostrar vana superioridad.

¿Podremos dejar de ser arribistas?

Es posible en la medida, que con el pasar de los años, como padres formemos nuevas generaciones con otro tipo de mentalidad, pero, no solamente ello, podemos rescatar aún a los jóvenes en formación, con ideas de libertad de pensamiento, al romper las cadenas sociales de resentimiento y envidia, de prejuicios y círculos viciosos que se les estuvieron orientando por mucho tiempo.

He decidido compartir esta columna para reflexión de cada uno de ustedes y de sus hogares, creo firmemente que el futuro del Perú, tiene enormes posibilidades si todos sumamos esfuerzos para romper estas esclavitudes mentales, eliminemos de una vez por todas que “el enemigo de un peruano es otro peruano”, reemplacemos dicha lógica por una sentencia mejorada “el enemigo de un peruano es actuar sin empatía”, pues dejando de lado esa humanidad nos iremos adentrando cada vez más en un socavón sin retorno, amplificando con ello, la balcanización social en nuestra patria querida, sepamos reconocer que a pesar nuestros bríos, existirán personas que se opongan con presteza a dichos cambios, y tan sólo por intentar plantear estas mejoras, seremos considerados sus enemigos, y ello, - ¡no debe de importarnos!-

Pues como diría un cura y filósofo que fue excomulgado por la iglesia católica, Baltasar Gracián y Morales, destacado por ser escritor y sacerdote jesuita español, nacido el 8 de enero de 1601 en Belmonte de Gracián, Zaragoza, y fallecido el 6 de diciembre de 1658 en Tarazon, este sostenía, que : “Triste cosa es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener enemigos, pues quien no lo tenga, señal de que no tiene: ni talento que haga sombra, ni valor que le teman, ni honra que le murmuren, ni bienes que lo codicien, ni cosa buena que le envidien”

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(*) Ingeniero, magíster en Gestión Pública y polímata | luricsoji19@gmail.com

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