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LA OLA DE LAS NOTICIAS FALSAS: Peligro para una sociedad cada vez más atomizada

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 1375

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La proliferación de noticias falsas y la post verdad afecta directamente el derecho ciudadano a la información y genera polarizaciones en la sociedad que pueden, a la larga, ser caldo de cultivo para enfrentamientos de tipo político, religioso y cultural. Expresión conversó con los comunicadores Carlo Di Martíno, de Italia, y Pablo Borda, de Argentina, quienes participan del SHUM Journalism Industry 5.0, realizado en Kaliningrado, Rusia, encuentro en el que está presente nuestro medio de comunicación. 

“La polarización que estamos viviendo obedece, en parte, a un empobrecimiento cultural que se vive a nivel global, pues en nombre de la rapidez, de la inmediatez se está perdiendo la capacidad de análisis crítico, de reflexión y se tiende a pensar que todo debe ser o blanco o negro. Eso es peligroso porque sirve para que se abran espacios en los que las noticias falsas tengan mayor difusión y generen convencimientos equivocados en la gente”, señala Di Martino, columnista del Forza Lavoro.

Refiere que eso se vio de manera muy marcada durante la pandemia del Covid-19, pero también se ha visto mucho, a lo largo de la historia, en las épocas anteriores a las grandes guerras.

“Los comunicadores debemos luchar mucho en contra de este proceso que puede tener consecuencias desastrosas. Hay nuevos actores en el terreno geopolítico como China desplazando a Estados Unidos y los conflictos bélicos en diversas partes del mundo, lo que empuja a ciertos sectores más radicalizados a emprender una ofensiva comunicacional que sorprende a la gente, la envuelve, la engaña y la obliga a oponerse en un lado de la balanza. Estamos viviendo un cambio total a nivel mundial y ante ellos quienes ejercemos la comunicación debemos ser muy cuidadosos con lo que difundimos, sobre todo con responsabilidad”, remarca.

¿Qué son las “fake news”?

La Federación Internacional de Periodistas (IFJ, por sus siglas en inglés), explica que las noticias falsas o “fake news” siempre han existido, pero a partir de la emergencia de Internet y de nuevas tecnologías de comunicación e información, han proliferado a lo largo y ancho del planeta.

El término “fake news” es utilizado para conceptualizar la divulgación de noticias falsas que provocan un peligroso círculo de desinformación. “Las redes sociales permiten que los usuarios sean productores y consumidores de contenidos a la vez, y han facilitado la difusión de contenido engañoso, falso o fabricado. Así se genera un circuito vicioso, y una noticia falsa se replica miles de veces en cuestión de segundos. Todo esto sucede en un contexto de post verdad, término definido por el diccionario de Oxford como la palabra del año en 2016 y se refiere a las circunstancias en que los hechos objetivos son menos importantes a la hora de modelar la opinión pública que las apelaciones a la emoción o a las creencias personales”.

Esto lleva a la IFJ a señalar que “el periodismo de calidad y el derecho de los ciudadanos a informarse debidamente están sufriendo el impacto de este fenómeno que se vuelve cada vez más peligroso y que influye de distintas maneras en las prácticas democráticas”.

Olas migratorias

Di Martino señala que las olas migratorias que se viven en América Latina y en el sur de Europa, también pueden servir como pretexto para impulsar campañas de desinformación entre los ciudadanos, esto con el objetivo de acrecentar prácticas de discriminación, xenofobia y violencia-inseguridad.

Sin embargo, precisa que los Estados están llamados a ejercer mayor control, pues no se puede poner en riesgo el estado de bienestar y, en consecuencia, propiciar escenarios en donde los migrantes sean afectados, pero, sobre todo, los ciudadanos de los países receptores de migrantes.

“El discurso de la aceptación indiscriminada de todos los migrantes es algo que no se puede hacer, pues todos debemos de guardar y proteger el estado de bienestar, pero además porque ello puede generar formas de odio y mayor polarización. Existen algunas narrativas muy a favor de las grandes olas migratorias porque con ello se satisface la necesidad de mano de obra barata y con derechos conculcados para determinados sectores de la economía, por eso no es correcto aceptarlas solo y porque sí. En torno a este problema existe mucha emisión de noticias falsas y post verdades que resultan peligrosas”, afirma.

Atomización de la sociedad

Para el historiador argentino y generador de contenidos sobre política Pablo Borda, la atomización de la sociedad es otro de los problemas que suman directamente a la propagación de noticias falsas. Su tesis está enfocada en que la persona al estar cada vez más aislada, pierde contacto con la realidad del entorno inmediato y, en consecuencia, la posibilidad de contrastar si la información que recibe es cierta.

“En los últimos años han cambiado las condiciones del trabajo y ese cambio en las condiciones básicas de existencia lleva a la atomización del individuo y al fortalecimiento de discursos que se alimentan a sí mismos. En otros períodos era mucho más fácil contratar la información que consumía con la vida real. Hoy por hoy, cuando una persona realiza trabajo virtual desde casa, deja de tener contacto e interacción con un medio social más amplio y entonces esa desconexión ayuda a que cualquier noticia falsa sea asumida como real”, asevera.

Borda asegura que es mucho más fácil que un individuo atomizado pierda la capacidad de evaluar y criticar la información que consume.

“Como ya no tiene esa capacidad, entonces la reproduce y la difunde, tarea en la que entran a tallar los algoritmos de las redes sociales, pues permiten la viralización sin que se discrimine qué es cierto y qué no. La lógica de la viralización y las redes sociales es ofrecer respuestas simples a problemas complejos, y esas respuestas son favorables a los objetivos de las posiciones más extremas, que aprovechan el sensacionalismo para afirmar, por ejemplo, estereotipos”, menciona.

Pablo Borda remarca que con una sociedad donde el individuo permanezca atomizado, será muy difícil cerrar el paso a la desinformación, por lo que se requiere de un cambio en las propias lógicas de cómo se comunica y reforzar los vínculos comunitarios y colectivos.

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