En la avenida Santiago Luis González se encuentra la parroquia San Antonio de Padua, denominada cariñosamente por los chiclayanos como basílica, aunque no todos conocen que a su costado se erige el convento Sagrado Corazón, claustro de la Orden de Frailes Menores, o simplemente franciscanos, en Chiclayo.
Expresión conversó con el padre Mauro Vallejo, guardián del convento, quien relata el esfuerzo que han hecho los franciscanos desde su llegada al Perú en 1532 por difundir el evangelio. Chiclayo ha sido una plaza particularmente dura para ellos, pues perdieron la iglesia y convento que inicialmente fundaron.
“Por una mala noción de patriotismo, los franciscanos fuimos expulsados en 1827. Básicamente eran españoles los religiosos en ese tiempo. En 1929 decidimos volver y recuperar nuestra iglesia y convento, pero no se pudo, porque el convento por muchos años fue el colegio San José y ya la iglesia Matriz estaba atendida por los padres diocesanos. No fue hasta 1945 cuando la señora Victoria Silva viuda de Dall’Orso nos regaló este terreno y comenzamos el trabajo”, cuenta.
El convento fue trabajado por el padre Bernardino de Idoyaga y posteriormente se concluyó con el padre Raimundo Guereta, que sería el primer párroco.
Franciscanos en la actualidad
El padre Mauro Vallejo cuenta que llegó a Chiclayo en el 2020 y desde entonces ha emprendido mejoras en la infraestructura de los franciscanos. Por ejemplo, las paredes del convento, que eran solo de cemento, fueron bañadas con imprimante blanco. A la pileta sevillana se le añadió una fuente de agua traída de Cajamarca, a fin de emular la majestuosidad del primer convento.
“Tengo un proyecto para este claustro que lo he llamado ‘El sueño del padre Idoyaga’, que consiste en mejorar la infraestructura para darle esa prestancia a la ciudad de Chiclayo y que puedan ver la majestuosidad del primer convento que tumbaron”, señala.
El convento Sagrado Corazón cuenta con dos niveles, siendo el segundo donde se encuentran las habitaciones de los frailes. Hoy la casa la habitan cuatro frailes: dos sacerdotes, un religioso y un hermano donado. Algunos ambientes son usados como oficinas y espacios para dictar catequesis y realizar retiros espirituales.
Auditorio
Cuenta que cuando se empezó a construir el complejo religioso se hizo una capilla sencilla donde se celebraron provisionalmente los oficios litúrgicos en lo que se culminaba la basílica. Así, desde finales de la década del 40 hasta el año 1957 se celebraron allí las misas. Posteriormente, la capilla fue convertida en un cine: el ‘Cine Oro’.
“Este cine funcionó hasta pasados los años 90. Cuando vine estaba con las huellas de las butacas que habían sido retiradas, tenía muchas limitaciones. Con apoyo de la colectividad lo hemos recuperado. Cambiamos toda la madera, el piso, instalamos el ‘ecran’, que fue donado por un hermano chiclayano, el padre David, exacólito que ahora es superior en Lima. Nos falta recuperar la parte alta, pero en gran parte está arreglado”, menciona.
El excine, hoy auditorio, fue reabierto en febrero de este año y desde esa fecha algunos colegios lo han alquilado para realizar actividades y la diócesis también realiza algunas reuniones. Sin embargo, el objetivo del padre Mauro Vallejo es que allí se desarrollen actividades culturales.
“Veo que en Chiclayo no se promueve mucho la cultura, el arte. Me gustaría hacer eventos culturales, en julio pensaba hacer un encuentro, pero la salud me jugó una mala pasada y estuve mes y medio en Lima, pero me gustaría hacer algo para que conozcamos Chiclayo porque uno conversa con los jóvenes y no conocen la historia. Les pregunto dónde quedaba la calle San Sebastián y no saben que es la hoy calle Santiago Luis González o confunden la catedral con la Iglesia Matriz”, comenta.
San Antonio
El padre Mauro explica que la parroquia San Antonio de Padua es conocida como basílica, pues así le denominaron cariñosamente los chiclayanos, debido a lo imponente que es, pero en realidad no tiene esa categoría. Detalla que las basílicas mayores solo son cuatro y están en Roma: San Pedro, San Juan Beltrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor. Fuera de Roma solo se consideran basílicas menores a los templos con historia y tradición, como en Lima con la Catedral y el templo de San Francisco.
El templo San Antonio de Padua se abrió al público en 1957 sin ser concluido, pues se le dio el servicio de ser parroquia. Abrió con las ventanas aún cubiertas por telas, el piso de tierra, el altar sin terminar y las torres en construcción.
“San Antonio de Padua tiene todo para ser basílica porque nos recuerda la presencia original de los franciscanos de hace más de cuatro siglos, la belleza del templo, la amplitud, la majestuosidad y la tradición que refleja la fe cristiana en Chiclayo, porque la tarea de evangelización la hicimos los franciscanos con los dominicos”, resalta.
Hoy también se están realizando visibles mejoras en el templo. Por ejemplo, se están pintando las paredes de color amarillo, los bordes de dorado y los techos de celeste como el cielo. Además, se han pintado las bancas de un marrón más claro y se pretende, a futuro, reparar el mural de la Inmaculada Concepción que está en la parte superior del altar.
“Aún falta la parte superior. Mi sueño es mejorar la parte donde está el mural de la virgen, pues está deteriorado. El mural de la Inmaculada Concepción representa que con el pecado original viene también la promesa de la salvación, es la virgen pisándole la cabeza a la serpiente. Al costado está San Antonio, arriba Dios padre con el Espíritu Santo. Para los franciscanos nuestra patrona es la Inmaculada Concepción, somos defensores del dogma de que María fue concebida sin pecado original”, cuenta.
Describe que en el altar de mármol está la imagen del ‘Cristo móvil’, que es la misma que estaba en uno de los laterales de la Iglesia Matriz, al que le decían el ‘Cristo de las Tradiciones’. Esta imagen fue recuperada por una familia que hace treinta años aproximadamente la devolvió a los franciscanos.
Señala que todavía faltan hacerle más mejoras al templo como potenciar la iluminación y cambiar la puerta de fierro que se encuentra ya oxidada por una de madera.
“Además de tener la casa de Dios lo más hermosa posible, yo lo hago con el fin de que los feligreses, los turistas, vean que Chiclayo puede ser mejor, tiene que ser mejor. Yo le digo a los fieles que lo que hago aquí lo repliquen en sus casas, que no tiren la basura al piso, que barran su vereda, que exijan a las autoridades que los impuestos se los devuelvan a la gente con obras. Yo hago todo esto con la limosna de las personas, con cariño y honradez”, indica.
Añade que el evangelio invita a ver al prójimo en todas sus dimensiones, lo que llama el papa Francisco como la ‘ecología integral’, por lo que los franciscanos no son ajenos a lo que pasa en la ciudad.
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