En este 2024 el Perú cumple 203 años de independencia, y en medio de numerosas situaciones sociales y políticas inciertas a lo largo de su historia, actualmente -según reportes internacionales- nuestro país se mantiene incólume en su economía, amén del amor patrio y alegre identidad, gracias al esfuerzo y virtudes de cada uno de los peruanos de bien, que -con su trabajo y sudor- afrontan y superan las crisis propias del mundo globalizado y los problemas originados por los políticos sin escrúpulos. Este artículo de opinión es una manifestación de honra a quien “hace, vive y piensa Perú” en su día a día.
Las fiestas patrias es una de las fechas clave en la vida ciudadana en que bien cabe una reflexión de aliento y mejora, siendo muy propicio este festejo por el 203° aniversario oficial de nuestra independencia nacional, en que damos honra y gloria a nuestros héroes epónimos como Francisco Bolognesi, Andrés Avelino Cáceres, Miguel Grau y José Abelardo Quiñones patronos de armas del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea, respectivamente, y Mariano Santos Mateos y Alipio Ponce, héroes de la Policía Nacional del Perú, por mencionar solo algunos.
Pero, en esta fecha de independencia nacional debemos honrar al heroísmo anónimo de aquellos que hacemos patria en el día a día con el arduo trabajo cotidiano en el propio emprendimiento del campo y la ciudad, en las fábricas, las empresas, las instituciones nacionales, instituciones de fe, los centros de salud y principalmente en y desde las aulas escolares y universitarias, ya como estudiantes o como docentes.
Haciendo patria
Estimado lector, un país no es anónimo. Tiene un nombre, una geografía, tiene tradiciones y una historia, historia que es gestada diariamente por lo que llamo ‘patriotismo de a pie’, esto es el esfuerzo constante por mejorar nuestra propia persona, las condiciones de vida de nuestras familias y, por supuesto, la de nuestro entorno patrio, guiados por principios éticos y convicciones de compromiso social.
Perú, nombre sublime de nuestro amado país, posee una vasta, rica y variada geografía que tiene que ser hábilmente gestionada para generar calidad de vida al ciudadano, sin depredarla ni por la corrupción política ni por cualquier otra forma de crimen organizado. Asimismo, deben ser ampliamente difundidas las diferentes tradiciones y manifestaciones culturales del Perú que son la más genuina expresión de nuestro mestizaje, porque -como dijo nuestro laureado escritor Ricardo Palma – “en el Perú quien no tiene de inga, tiene de mandinga”.
Igualmente, la historia de nuestro país nos enseña a reconocer a conciencia que la unión hace la fuerza. La historia nacional demuestra que la división entre connacionales ha traído guerras internas, que terceros advenedizos aprovecharon para expropiar territorios; actualmente debemos estar alertas ante insanas confrontaciones ideológicas de alienación deshumanizante que generan conflicto social y desgobierno, con la consecuente corrupción política, empobrecimiento de toda índole, hiperinflación y hasta gobiernos tiranos. En efecto, bien decía en una publicación de 1999 el filósofo arequipeño Manuel Zevallos Vera, mi maestro: “La piedra de toque para el gobierno es la palpitante realidad nacional que ya no admite engaños, ficciones, corrupción, mentiras, demagogias y mesianismos”. Estas palabras de antaño, retumban perennes en nuestro hoy.
Virtudes nacionales
Mucho se ha hablado y escrito sobre las características negativas del peruano, pero quiero enfatizar más en sus virtudes vivenciales. Los peruanos de costa, sierra y selva, del norte y del sur somos varones y mujeres de fe, solidarios, esforzados, creativos y emprendedores, rasgos que llevamos incluso al lugar del mundo donde llegamos a estar; rasgos que devienen desde nuestros ancestros preincaicos cuyos rastros arqueológicos admiramos y que se han ido consolidando al igual que nuestro mestizaje a lo largo de nuestra historia.
Sin embargo, amable lector, estas virtudes quedan trastocadas por la corrupción a toda escala y la delincuencia. Entonces cabe preguntarse ¿cómo es posible esto? ¿dónde quedaron las virtudes nacionales de las cuales referíamos anteriormente? La respuesta va por la deficiente gestión política de la educación y la promoción de la cultura, en efecto, sin una educación adecuada la más nobles de las virtudes pueden deteriorarse en vicios.
En síntesis
Estimado niño, joven, adulto pleno y adulto mayor, hombre y mujer, en este 203° aniversario de independencia nacional, que tu regalo al Perú sea el de tu propia vida esforzada. Que tu honra y tu gloria sea la acción de realizar un mejor país, siendo tu misión el de efectuar tus labores y funciones con excelencia, solo así será posible un feliz 28 de julio.
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(*) Sociedad Peruana de Filosofía. Investigador Renacyt - CONCYTEC
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