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MIRADA A LA HISTORIA – PARTE I: El maretazo de 1960 en el departamento de Lambayeque

Escribe: Miguel Díaz Torres (*)
Edición N° 1367

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Aquel domingo 20 de noviembre de 1960, entre las 5:25 a 5:40 de la tarde se produjo un maretazo (golpe de mar o una ola fuerte que rompe contra la costa) afectando a San José. Pimentel, Santa Rosa y Eten. (El Servicio Hidrográfico aceptó en esos días que la elevación del nivel del mar durante el fenómeno fue en promedio de 7 metros, siendo en Eten la mayor altura, 9 metros).

Por mucho tiempo se especuló las razones de este fenómeno, se habló de un sismo en la parte norte del país en el océano Pacífico; lo que posteriormente en una publicación del Instituto de Geología y Minería de 1978 reconocían el suceso como un sismo de más de 7 grados producido a las 5:02 de la tarde, afectando tanto Piura como Lambayeque, siendo solo Lambayeque la que experimentó el maretazo.

También se especuló que se produjo por la caída de un meteorito; lo cual fue solo una suposición. Lo que confundió al origen de este fenómeno fueron las declaraciones de los testigos: “...fue detectado por un ruido parecido al que produce el vuelo de un avión”, “Se pudo ver una estela blanca similar a la que deja el avión a propulsión a chorro”.

Aquel domingo amaneció nublado con un sol tímido en el firmamento. La primera llegada de las tres olas gigantescas se dio en la caleta de San José, para luego hacer su arribo a Pimentel, Santa Rosa y por último a Puerto Eten.

San José

En la caleta de San José gracias al lugar donde está levantada, las olas reventaron en la playa y dando vuelta por una zona baja inundaron 38 casas, muchas de ellas fueron destruidas y otras inundadas, los caballitos de totora que se encontraban en la playa fueron destruidos en su totalidad; al igual que el astillero “San Juan” de propiedad de la firma “Yanqui”. Fueron averiadas solo 8 lanchas de las 61 registradas en esa caleta. Los experimentados pescadores de esa zona advirtieron que las aguas del mar presentaban corrientes entrecruzadas por lo que tomaron sus precauciones., un camión fue levantado en vilo por las olas y depositado a 50 metros en la calle La Marina, anegándose las calles San José, Jorge Chávez, Dos de Mayo y José Olaya.

Conocida la noticia de esta desgracia en la caleta de San José, al día siguiente se hizo presente para dictar las medidas más convenientes de ayuda el alcalde de Lambayeque Bernardino Castro Panta, gestionando ante la comandancia de la Séptima División Ligera del Ejército para que pusieran a disposición de la población camiones, carpas, policía militar y una estación de radio (ya que la línea telefónica estaba interrumpida), siendo atendido en su pedido inmediatamente por el comandante, general Luis F. Urrelo. También se hizo presente el subprefecto de la provincia, Isaías Luna Becerra, prestando su colaboración en lo necesario.

Santa Rosa

En lo que se refiere a la otra caleta, la de Santa Rosa, esta fue afectada duramente a pesar de hallarse en zona alta, este pequeño pueblo de tres mil habitantes resultó con muchas casas inundadas y destruidas, de las 50 embarcaciones de pesca que contaban solo unas 5 quedaron ilesas, otras en regular estado y el resto seriamente afectadas. Los instrumentos de pesca de la población se perdieron casi en su totalidad. El pescador Leoncio Huamachuco de 50 años logró ponerse a salvo resultando con un brazo roto y rasguños. Una señora de avanzada edad murió al caérsele una pesada pared de adobe.

Pasado el maretazo, el mar se retiró más de cien metros dejando al descubierto los restos del barco chileno “Limarí”, que naufragó en 1919. Las notas resaltantes las dieron dos acontecimientos: El pescador Luis Segura Castro, de 38 años, salió de su casa llevando en sus manos una imagen de San Antonio con la que imploraba un favor divino, una de las olas pareció envolverlo, pero resultó ileso así como la imagen intacta. Esto fue calificado por los pobladores como un milagro.

El malecón se inundó y llenó de arena incluida parte de la carretera a Pimentel. El alcalde Próspero Gonzales Díaz solicitó urgentemente ayuda tanto al alcalde provincial como al prefecto del departamento.

Por otro lado, fue destacada la acción decidida del director de la Escuela de 2° Grado n.°248, Oziel Linares La Serna, quien organizó la evacuación de la población utilizando todos los medios de transporte, además de la formación de patrullas de vigilancia para evitar los actos de pillaje.

Pimentel

En lo referente al puerto de Pimentel las olas se llevaron 11 lanchas, avanzando por más de cien metros entre las casitas construidas de material ligero y de las bien construidas como era la casa del alcalde de Pimentel Francisco Palomino Ramírez y el establecimiento de “baños” llamado “La Cabaña”, cuya dueña era la señora Lucrecia Sialer de Torres, así como la casa de su padre, Teodoro Sialer Villalobos.

El nuevo muelle de 150 metros de largo que construía la firma “Enrique Palacios Ingenieros Portuarios S.A.” y que estaba terminándose ha soportado perfectamente los embates de las enormes olas. Desde el primer momento que se produjo el maretazo el capitán del Puerto de Pimentel, Jorge Salcedo Ruiz, se hizo presente en todos los lugares afectados para dictar disposiciones para una mejor ayuda.

En este puerto hubo dos víctimas del bote “San José”, al que las olas arrojaron contra la playa, además del guardián de lanchas de la Cía. “Lambayeque”, José Zapata Saldarriaga; el mar varó el cuerpo del niño Rogelio Panta, de 12 años

Las 14 lanchas y 6 remolcadores que siempre estaban anclados en el muelle sufrieron el impacto del fenómeno. En un acto heroico el señor Arnulfo Iberos logró accionar uno de los remolcadores salvando la vida a Prudencio Purisaca y Narciso Mejía.

Estaban en el fondeadero dos buques: “El Chalaco”, que ya estaba cargado de azúcar y “El Zarumilla”, los dos de gran tonelaje. De este último su tripulación se da cuenta a tiempo de la gigantesca ola que venía y su capitán ordena enfrentarla girando a babor el buque y con su proa hacia la ola siendo levantado el buque pudiendo pasarla, en todos esos momentos el buque hacía sonar su sirena para avisar a los de la playa. Así, el buque enfrentó la segunda ola, varios miembros de su tripulación resultaron heridos siendo el más grave lo sucedido al contramaestre Eugenio Coronado Aponte, que sufrió la fractura de ambas piernas. Por su parte el buque “El Chalaco” no tuvo tiempo para girar y enfrentar las olas, pero gracias al peso que llevaba en azúcar tuvo el lastre necesario para no ser zarandeado y en forma milagrosa no se hundió.

El buque “Zarumilla” partió al puerto de Salaverry con serias averías en su casco (estribor y babor y haciendo agua a la altura de la bodega 1) y con dos heridos a bordo: el primer oficial Daniel Carreño y, como ya lo mencionamos líneas arriba, el señor Eugenio Coronado. Sería reparado en Salaverry.

Por su parte, luego de ocurrido el fenómeno y quedarse Pimentel sin población por su huida, el profesor de Educación Física Sixto Cervera Baca organizó las cuadrillas de vecinos para evitar el pillaje de gente de mal vivir. Los jefes de grupo de estas cuadrillas fueron los señores:  Pedro Paz Urbina, Bernardo Osorio, Juan Cárpena, Desiderio Peralta, Francisco Ortiz, José Gordillo, Lorenzo Chunga y Ricardo Calderón.

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(*) Investigador e historiador.

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