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UNA CRUZADA DE ESPERANZA EN LAMBAYEQUE

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 1191

“¿Quién dijo que todo está perdido?

Yo vengo a ofrecer mi corazón”.

 

Inicio este editorial rememorando los primeros versos de la bella canción que escribió Fito Páez y que hizo inmortal la gran Mercedes Sosa, con su pausada voz.

El mensaje de esos versos cobra fuerza telúrica en las circunstancias que vive nuestro país, aquejado por la severa crisis sanitaria, económica y, sobre todo, política. Hemos llegado a tal nivel de desconfianza en los hombres y mujeres que por decisión del pueblo o encargo tienen la responsabilidad de manejar la cosa pública, que lo conocido esta semana con las vacunas tiene poco de sorpresa y mucho de repetición: aprovechamiento siempre ha habido, pero esta vez nos duele más.

Nos duele más porque sabemos que hay vidas, cientos, miles de vidas de por medio.

La emergencia sanitaria nos ha golpeado duro y nos sigue golpeando, y, como tantas otras veces ha pasado, en medio de la desolación, del miedo y la tristeza, los peruanos sabemos sortear la noche y reponernos, y emprender con unión grandes hazañas que nos demuestran la fibra de la que estamos hechos: tenaces, capaces… solidarios.

Es precisamente esto último lo que un grupo de empresarios lambayecanos está demostrando al sumarse al llamado de la Iglesia Católica, que con el liderazgo de monseñor Robert Prevost Martínez, obispo de Chiclayo, se ha trazado el objetivo de adquirir e implementar una planta generadora de oxígeno medicinal para atender la apremiante necesidad de los pacientes de COVID-19.

Desde que inició la pandemia, el Estado, con su pesada burocracia, no ha sido capaz de resolver la carencia del oxígeno. Informaciones del Ministerio de Salud señalan que en el Perú se requieren a diario 510 toneladas de oxígeno, pero la capacidad de producción instalada en todo el país es de apenas 400. Faltan 110 toneladas y ello implica mantener en peligro la vida de muchos pacientes, considerando que en los hospitales no solo se atiende a contagiados de coronavirus.

Hasta el cierre de esta edición, monseñor Roberto, los empresarios y todos los ciudadanos de buen corazón, han logrado reunir el 50 % de lo que se demanda en términos económicos para implementar la planta generadora, monto que asciende a 450 mil soles.

Falta aún la otra parte, pero se espera que en cinco o seis semanas Lambayeque pueda contar con una infraestructura capaz de cubrir la necesidad de oxígeno, que además garantizará accesibilidad a los más pobres.

En diálogo con Expresión, monseñor Prevost ha señalado que si todo sale conforme se tiene proyectado se podría implementar hasta dos plantas, lo cual resultaría más que bueno para el departamento.

Lo que más se puede destacar de todo este esfuerzo es la actitud prudente y silenciosa con la que se ha organizado la cruzada. Hay muchos empresarios de conocido prestigio que no han dudado en sumarse, pero también existen vecinas y vecinas que anónimamente han decidido responder al llamado de la iglesia para colaborar en la medida de sus posibilidades. ¡Dios les retribuya!

Esto nos demuestra, respondiendo a la pregunta que nos planteó Páez al escribir su canción en 1985, que no todo está perdido, porque hay muchos buenos peruanos dispuestos a ofrecer su corazón por casusas tan nobles y admirables como esta.

Como lambayecana me corresponde agradecer al obispo de Chiclayo por su ímpetu, por devolvernos la esperanza y liderar, como buen pastor, una empresa que desde luego tiene la aprobación y el favor de nuestro Padre Creador.

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