La intromisión política en las decisiones técnicas que requiere la ciudad es una práctica cada vez más notoria. Eso ha pasado con el Plan de Desarrollo Metropolitano de Chiclayo, cuya formulación quedó en stand by, pese a la imperiosa necesidad de su formulación y aplicación. Al respecto, el arquitecto Rodolfo Arbulú Chereque, exjefe del equipo multidisciplinario que trabajó en los primeros procesos del documento, señala que la falta de voluntad de las autoridades actuales le carga una costosa factura al crecimiento urbano.
En Chiclayo son diversos los documentos técnicos no atendidos por las autoridades de turno. El Plan Director de 1992 quedó en el olvido sin que se alcancen la totalidad de sus objetivos y la misma suerte corrió el Plan de Desarrollo Urbano – PDU, elaborado por los colegios profesionales para el período 2010-2015, que pese a haber sido aprobado por el concejo provincial para su aplicación, el actual alcalde David Cornejo Chinguel optó por desconocerlo, no impulsar su actualización y apostar por un nuevo documento: el Plan de Desarrollo Metropolitano.
En marzo del 2015 la Municipalidad Provincial de Chiclayo suscribió un convenio con el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento para viabilizar la elaboración del estudio, que empezó en junio de ese año. Sin embargo, cinco meses después se frenó lo avanzado.
Rodolfo Arbulú y el equipo técnico que trabajaba en los estudios previos a la socialización del estudio, necesaria para la elaboración de las propuestas, fue cesado por la autoridad municipal y desde entonces poco es lo que se conoce del nuevo documento, sin cuya existencia resulta imposible, por ejemplo, el diseño de proyectos de índole multidistrital o tan prioritarios como el drenaje pluvial.
Hace un año, en febrero del 2016, Arbulú Chereque señaló que la falta de voluntad política era una de las principales trabas para la continuidad del trabajo que realizaban los técnicos.
Falta de apoyo logístico, presunto aprovechamiento por parte de un funcionario de confianza del alcalde y desinterés, fueron las razones que motivaron al equipo técnico a dar un paso al costado. Solo el Colegio de Arquitectos ofrecía el acompañamiento que por entonces se requería.
¿QUÉ SE AVANZÓ?
En la fase de diagnóstico, el equipo dirigido por Arbulú Chereque pudo determinar una serie de indicadores básicos para proyectar el crecimiento, ordenamiento y la priorización de obras de compleja ejecución para Chiclayo.
El área metropolitana, que ya en el PDU del 2010 se había definido por la integración de Chiclayo, José Leonardo Ortiz, La Victoria, Monsefú, Pimentel, Santa Rosa, Reque, Ciudad y Puerto Eten, Picsi, Lagunas, San José y Lambayeque capital, es un espacio común de actividades urbanas, sociales, económicas, políticas, administrativas, físico-especiales y ambientales que requieren de atenciones y soluciones integrales.
La proyección avanzó sobre los indicadores de densidad poblacional al 2025 en diversos escenarios, desde lo más moderado hasta lo más explosivo, que considera que el número de habitantes podría incrementarse en 351 mil ciudadanos aproximadamente.
Se evaluó el crecimiento del comercio, que para ese entonces (diciembre del 2015) era de 7.8 % al año, y la necesidad de contar con infraestructura urbana capaz de soportar tal índice de expansión, así como ofrecer mejores servicios. A esto se sumó el aumento del flujo turístico, de la actividad industrial y también del sector inmobiliario. Los técnicos estimaron que en Chiclayo metropolitano existe un déficit de aproximadamente 32 mil viviendas, cifra que al 2025 podría llegar a 48 mil.
También se estudió el factor transporte y el crecimiento del parque automotor. Otro aspecto fue el freno a la expansión urbana que representa el Aeropuerto Internacional José Quiñones Gonzales y la base del Grupo Aéreo N° 6, el uso del suelo y los déficits de infraestructura de servicios.
Como se ha dicho, el diagnóstico estaba listo y era necesario avanzar en una siguiente etapa: la socialización de propuestas de solución.
“Tocaba entonces el proceso de diálogo con la colectividad chiclayana para conocer más de cerca los problemas y características del territorio para solucionarlos de manera armónica. No era posible formular propuestas sin tener talleres con la población. Sin embargo, no hubo el apoyo de la municipalidad para ello y por eso se detuvo el proceso y ahí está, hasta que la clase política entienda lo conveniente que es trabajar en ese sentido”, comenta.
El equipo técnico estaba conformado por arquitectos, economistas, sociólogos, especialistas en sistemas de información geográfica y otros profesionales más.
LO QUE NO SE HACE
El Plan de Desarrollo Urbano - PDU 2010-2015 fue aprobado en febrero del 2016. Conforme se observa en el portal de la Municipalidad Provincial de Chiclayo la última actualización hecha al documento corresponde a enero de ese año y desde entonces no se le ha sometido a revisión y muchos menos a discusión, pese a ser la herramienta vigente para el ordenamiento de la ciudad.
Es precisamente lo que recuerda Rodolfo Arbulú, quien sostiene que corresponde a los funcionarios y técnicos de la comuna propiciar la permanente actualización del PDU, en tanto se avanza con la formulación del Plan Metropolitano. Empero, a la luz de los resultados en el municipio no se ejecuta ninguna de las dos tareas.
“Lo que nosotros trabajábamos con el Plan Metropolitano era la proyección de las grandes obras que requiere la ciudad pensando en el futuro, como, por ejemplo, cuando se haga realidad la construcción del Terminal Portuario de Eten, cuando se reubique el aeropuerto y se construya uno verdaderamente internacional, cuando se habilite la zona franca industrial y se concreten las expansiones urbanas hacia el norte, el sur y el oeste”, señala.
EL ÁREA METROPOLITANA
Arbulú Chereque sostiene que no es posible planificar el crecimiento de Chiclayo asumiendo que el área metropolitana la conforman únicamente el distrito capital, José Leonardo Ortiz y La Victoria. Sino que hay la necesidad de asumir una visión de toda la zona conurbana que la integran 14 localidades.
“No podemos dejar de planificar sobre eso y pensar en las grandes infraestructura viales, de drenaje pluvial, de protección del río Reque, por ejemplo, que es un factor de vulnerabilidad constante para Monsefú, Reque y Ciudad Eten. Lamentablemente la clase política no muestra interés en este tipo de aspectos, no se identifica con los anhelos de la ciudad. El alcalde actual es ingeniero, por lo tanto debe interesarse en esto”, refiere.
EL ORDENAMIENTO
Desde el 2011 está postergado también en Plan de Acondicionamiento Territorial, cuya última actualización se remonta a enero del 2016.
Cuando el equipo del Plan Metropolitano accionaba en la elaboración del documento se nutrió de la información disponible del proceso del Ordenamiento Territorial que desarrolla el Gobierno Regional de Lambayeque, cuya formulación también está inconclusa.
“Uno de los documentos que nos sirvió de base fue la Zonificación Ecológica y Económica – ZEE elaborada por el gobierno regional, que también se ha retrasado en la conclusión del Ordenamiento Territorial. Sin embargo, lo trabajado fue de mucha importancia. Lamentablemente no todos los estamentos del Estado trabajan de manera armónica en la formulación de estas herramientas que son fundamentales para mejorar, ordenar y crecer de manera sostenible”, menciona Rodolfo Arbulú.
EL STATUS QUO
¿Otros factores retrasan el ordenamiento de Chiclayo? Arbulú Chereque señala que sí, y en esto tiene que ver mucho la corrupción, porque la correcta aplicación de los planes de desarrollo regularían el exceso de libertades que existe para actividades como la inmobiliaria, por ejemplo, que se desenvuelve sin respetar los parámetros urbanísticos y los mapas de riesgo, vulnerabilidad y peligro que también existen en la ciudad, pero que no se aplican.
“El factor corrupción acompaña al Estado en toda su historia, y esa es una razón de la falta de orden. No es posible que siga pensando en el diezmo de las obras de infraestructura con el saldo de que estas resultan no se efectivas para la beneficio de la comunidad. Hay también quienes ganan en el desorden y a ellos no les convienen procesos de planificación y regulación urbana”, señala.
Añade que la gestión municipal demanda de las autoridades preparación previa en asuntos referidos al manejo y organización de las ciudades. Su ausencia genera pasivos a la competitividad y el crecimiento armónico.
“Sinceramente creo que otro problema es que los períodos municipales son muy cortos. Cuatro años son insuficientes para que una autoridad pueda llevar adelante planes de organización y mejora en una ciudad. A esto se suma que muchos gobernantes llegan sin conocimiento previo de la normatividad, tiene que aprender en el camino y se encuentra con gravísimos problemas internos que retrasan los procesos de desarrollo tal y como está pasando en Chiclayo”.
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