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El alcalde o alcaldesa que nuestro pueblo anhela

Escribe: Rosa Amelia Chambergo Montejo (*)
Edición N° 1395

Para tener una municipalidad exitosa, sin duda se necesita de un buen alcalde; es decir, una persona dinámica, que se rodee de gerentes públicos idóneos y de colaboradores efectivos, que permitan un trabajo articulado en beneficio de la comunidad que lo eligió para conducir el gobierno local.

La conducta exitosa de un primer vecino, sin duda es mostrar la voluntad irrenunciable de conseguir resultados. Para ello, es importante que despliegue dotes impresionantes de iniciativa, trabajo, tenacidad y creatividad, asumiendo constantes riesgos. El alcalde o alcaldesa exitoso debe subrayar su capacidad de trabajo demostrando que "el alcalde debe levantarse antes y acostarse después que la comunidad a la que sirve".  Entre sus cualidades adicionales están su probidad y honradez, y la capacidad negociadora para obtener recursos y apoyos a su gestión de otros agentes locales e institucionales. Las buenas administraciones locales se asocian a nombres de grandes alcaldes que, a su vez, se rodean de buenos colaboradores o funcionarios capaces.

Un buen alcalde o alcaldesa concibe a la municipalidad como gobierno local facilitador del desarrollo humano y sustentable de su comunidad. Asume nuevas tareas del desarrollo local como crecimiento económico, erradicación de la pobreza, rescate de la cultura, preservación del medio ambiente. Más que administrar, gerencia la municipalidad y lidera a su comunidad. Organiza y  motiva  a  sus  equipos  de  trabajo,  estimulando el "efecto  sinérgico". Mejora sus habilidades para comunicarse, usar su tiempo y delegar. Desarrolla destrezas para negociar y movilizar recursos públicos y privados. Compatibiliza las acciones de corto plazo (micro planificación) con una estrategia de desarrollo de largo plazo (plan de desarrollo) con participación de la comunidad. Capacita a los recursos humanos y mejora la conciencia cívica de la comunidad. Coordina con el gobierno regional y central para establecer alianzas de trabajo con el sector privado. Incorpora a la municipalidad al movimiento asociativo municipal nacional e internacional.

El alcalde o alcaldesa de Chiclayo tiene que ser un ciudadano que se ensucie los zapatos, que sude la camiseta, que se aleje del escritorio, que camine y converse con el vecino; es decir, debe ser un visionario y modelo a seguir.

Más allá de sus ideas, el valor de un alcalde o alcaldesa está en sus habilidades, su ética y su disposición de escuchar a su pueblo.

Escribo desde Mi Expresión que un alcalde o alcaldesa es la autoridad encargada de planificar e implementar programas que mejoren el estado del territorio donde viven y de tomar las decisiones para mantener una ciudad a flote. Sin embargo, a través del mundo pueden encontrarse alcaldes y alcaldesas con ideologías y planes de gobierno completamente diferentes, sin que esto limite su capacidad de ejercer su cargo. Entonces, lo que define la competencia de estos representantes para cumplir con su labor no son las ideas y proyectos específicos, sino sus virtudes, preparación, capacidad de adaptación y actitud, para abordar todas las situaciones que pueden surgir al dirigir una ciudad.

Un buen alcalde o alcaldesa debe ser el funcionario público, modelo a seguir y una viva representación del tipo de persona que el municipio necesita. El gobierno edil no puede exigir a la población que tome actitudes que los líderes no expresan. Ante todo, este mandatario tiene que ser transparente, ya que lo contrario no solo daría un terrible ejemplo, sino que generaría que los recursos municipales se perdieran, prolongando problemáticas que pudieran ser eliminadas.

Un buen alcalde o alcaldesa, como vocero de la voluntad del pueblo, necesita involucrarse y comunicarse con sus conciudadanos para saber qué es lo que quieren, acercándose a todo tipo de persona para representar, no solo a una clase social, sino realmente a todos los ciudadanos de su comunidad.

Un alcalde o alcaldesa excelente debe ser alguien que se empeñe en hacer destacar al municipio, que sea visionario y que quiera empoderar a la ciudad y a su población, haciéndose sentir a nivel nacional e incluso mundial, para poder beneficiarse del apoyo de instituciones más grandes, porque, al fin y al cabo, un alcalde que haga bien su trabajo le apunta a hacer su ciudad lo mejor posible.

Entonces, el alcalde ideal es el que tiene las herramientas para sacar adelante a su ciudad y las ganas de hacerlo, pero dando muestra de valores y apuntado a que cada voz sea escuchada, para que bajo su cargo, el municipio florezca.

Ser un buen alcalde o alcaldesa implica ser un líder comprometido con el progreso de la comunidad, la igualdad y la calidad de vida de sus habitantes. Espero no estar lejos de tener en Lambayeque para el gobierno edil provincial o distrital un alcalde con las características aquí esgrimidas.

En los últimos 20 años de gobierno municipal, lejos de haberse impulsado el desarrollo sostenido y planificado, de marcarse la ruta de una ciudad moderna, se han permitido el desorden, el caos y el crecimiento sin planificación, al punto de parecer que en Chiclayo no hay autoridad ni liderazgo.

Mi deseo es que en el próximo proceso electoral los chiclayanos sepamos elegir al ciudadano o ciudadana con estas mínimas características, que nos enrumbe a la celebración de un Bicentenario digno de quienes forjaron una heroica ciudad, no solo de la amistad, sino también de progreso. Que este 190° aniversario de la provincia de Chiclayo nos inspire a la búsqueda de autoridades que cumplan un rol histórico en la recuperación del orden y el desarrollo.

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Editora / Directora fundadora

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