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PODEROSAS VOLUNTARIAS: ALWA Y LA FORMACIÓN DE MUJERES LíDERES

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 1025

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Reducir las brechas de desigualdad y vencer las barreras que impiden que las mujeres de los sectores populares asuman con determinación la construcción de un mejor futuro para ellas y sus familias, es parte del trabajo que Alwa, una organización sin fines de lucro y conformada por jóvenes profesionales y estudiantes, desarrolla en Lambayeque. Formar liderazgos y emprendimientos no es tarea sencilla, pero el optimismo de las voluntarias ya ha dado frutos y ahora se esfuerzan por lograr resultados tangibles en adolescentes de educación básica.

 

“Lo que nosotras queremos es que las mujeres descubran todo su potencial y al hacerlo generen un efecto multiplicador, haciendo que su luz encienda también la luz de quienes las rodean”, comenta Karla Díaz Pingo, presidenta de Alwa, quien hace más de siete años trabaja en programas de emprendimiento juvenil y voluntariado.

 

Los orígenes de Alwa se remontan al 2012, ante la necesidad que generar un espacio orientado a trabajar con la población femenina, que para entonces todavía no sentía la influenciada del gran movimiento reivindicativo de los derechos de las mujeres, tiempo en el que las organizaciones existentes todavía no alcanzaban mayor visibilidad ni difusión.

 

“Eran muy pocas organizaciones las que trabajaban temas de mujeres y entendimos que se necesitaba de un espacio, lanzando así el piloto de Alwa”, dice la comunicadora social.

 

LAS ACTIVIDADES

El trabajo que realiza este voluntariado se concentra en el desarrollo de talleres de emprendimiento que se programan los días sábados para despertar habilidades y capacidades propositivas y constructivas en las beneficiarias.

 

Así, han logrado que las mujeres descubran lo que en Alwa se conoce como “el sentimiento de la posibilidad”, de entender que sí pueden alcanzar cambios en función de la voluntad y entusiasmo que le pongan a sus propósitos personales, familiares y comunitarios.

 

“Se trata de que descubran la fuerza interior que tienen, que a veces ellas mismas no reconocen. A través de los talleres trabajamos temas de autoconfianza, acciones en equipo, liderazgo y, finalmente, las impulsamos a concretar sus proyectos personales”, explica.

 

RESULTADOS

Durante un año trabajaron sábado a sábado con mujeres de los sectores populares de Chiclayo y al concluir el proceso formativo realizaron una medición del impacto logrado.

 

Esto permitió conocer que muchas de ellas habían iniciado estudios nuevos o retomado los no concluidos, emprendido negocios familiares y dado los primeros pasos hacia la realización de sus aspiraciones, antes vistas como truncas o imposibles de concretar.

 

Karla Díaz refiere que la organización emplea una serie de herramientas que hacen posible la medición de los resultados y el crecimiento personal de las mujeres participantes de los talleres.

Detalla que cuando estas ingresan al programa de Alwa son evaluadas, lo mismo que al concluir los módulos. De este modo es posible conocer si hubo o no un real impacto y aprendizaje de los conceptos trabajados.

 

“Más allá de eso, ellas mismas trabajan un ensayo en el que a través de sus propias palabras expresas cómo todo lo aprendido en Alwa ha calado en sus vidas. También tenemos un proceso de seguimiento por el cual podemos conocer que lo aprendido lo han llevado a la práctica y lo han integrado en sus vidas”, destaca.

 

VENCER LOS MIEDOS

Implementar un programa de este tipo demanda de pacientes acciones de persuasión y generación de confianza, no solo con las mujeres sino también con sus familias.

 

El año pasado el voluntariado trabajó en el pueblo joven San Antonio.

 

Díaz Pingo comenta que muchas de las participantes llegan con severos problemas de autoestima, subordinación, inseguridad y sentimiento de conformidad con su estado actual, aun cuando este sea negativo para su desarrollo personal.

 

“Hemos encontrado a mujeres sin una visión de futuro, que consideran que les tocó vivir lo que viven y ya no hay más posibilidades de crecimiento. Sacarlas de esa situación es un proceso. Por lo general todos los seres humanos tenemos miedos, pero en este grupo específico, siendo mujeres, los temores son más profundos por todas las cosas que se viven en el entorno. Por esta razón es que decidimos trabajar un año con un grupo, porque entendemos que es un paso a paso”, manifiesta.

 

El machismo fue una traba inicial para el cumplimiento de las actividades de la organización.

“Hubo al inicio un poco de desconfianza, la ventaja que teníamos con las mujeres de San Antonio es que ellas acudían al comedor popular del que participan, donde además ellas realizaban sus actividades propias. Lo que sí encontramos fue muchas ganas de aprender, mujeres que nos decían que habían lavado o cocinado más temprano para acudir a los talleres”, indica.

 

EN LA ESCUELA

Este año Alwa ha optado por extender sus talleres de liderazgo y emprendimiento a alumnas de tercer, cuarto y quinto año de secundaria del Colegio Fe y Alegría del pueblo joven 9 de Octubre.

La organización desarrolla sus programas luego de haber superado dos requisitos: tener un espacio físico donde dictar los talleres y encontrar disposición en las beneficiarias para acudir a los talleres e integrarse en las dinámicas que se realizan.

 

“En el Colegio Fe y Alegría hemos encontrado mucha necesidad de desarrollar todas estas capacidades, que desafortunadamente la educación básica aún no trabaja con mayor énfasis por las propias limitaciones que existen. En este momento estamos trabajando con ellas, con chicas de 13, 14 y 15 años que están descubriendo, gracias a los talleres, una visión distinta del mundo, porque comparten el sábado a sábado con otras jóvenes profesionales, que son nuestras voluntarias y, obviamente, esta combinación de realidades cala en ellas”, menciona.

 

Como paso inicial a la intervención con las escolares, Alwa desarrolló un taller ilustrativo con los padres de familia, con la particularidad que solo acudieron las madres. Con estas se realizó la jornada de información de la metodología a aplicar a fin que permitan la asistencia de sus hijas a los talleres.

 

EL EQUIPO

La composición de Alwa ha permitido que se conforme un equipo de gestión que se encarga de mapear o identificar a posibles grupos de beneficiarias para que la organización pueda aplicar su metodología.

 

“Nuestra ilusión es que podamos seguir impactando en más mujeres, que nuestro alcance sea cada vez mayor, incluso no solo en Lambayeque, sino también en otras regiones. Ya nos han pedido que el proyecto se replique en otras ciudades y hasta en el exterior, porque se entiende que el problema de la falta de liderazgo y de valoración de las mujeres es un factor común en todo Latinoamérica. Ojalá que Alwa algún día desaparezca, porque eso significará que todo el trabajo que nosotros hacemos ya está logrado, pero mientras tanto es muy necesario, porque se necesita del liderazgo femenino en todas las áreas”, relieva Karla Díaz.

 

Por sus características Alwa ha alcanzado institucionalizarse y convertirse en referente de otras organizaciones sociales y de voluntariado que tocan sus puertas para emprender acciones conjuntas.

 

“Hemos concretado alianzas con universidades e institutos para utilizar sus espacios y tenemos la satisfacción que siempre nos han abierto las puertas”, indica.

 

La organización cuenta con 50 voluntarias, quienes no solo trabajan los talleres, sino que se encuentran en permanente actualización y aprendizaje. En palabras de la presidenta, “nadie en Alwa es una superheroína”, todas aprenden.

 

“Son chicas realmente líderes, muchas de ellas con una experiencia previa, algunas becadas en el extranjero y que, sobre todo, creen en el propósito de Alwa”, afirma.

 

AUTOGESTIÓN

Otra de las características de la organización es que ha implementado estrategias para financiar sus actividades.

 

Por ejemplo, dictan talleres al público en general, instituciones y empresas para compartir los temas de liderazgo que se trabajan dentro del voluntariado.

 

Díaz Pingo resalta que los talleres que se dictan salen de lo común porque buscan despertar emociones, pero además porque han sido validados y sus resultados medidos. Los talleres incluyen meditación, juegos y trabajo en equipo. Apuntan a un “sube y baja de emociones”.

 

“Para tener una organización viva y activa necesitamos recursos y para ello estamos trabajando en diferentes iniciativas a fin que Alwa sea sostenible. Ahora estamos vendiendo las tazas poderosas, que están acompañadas de frases motivadoras y que ya están a la venta en distintas partes de la ciudad. También hemos publicado un libro llamado ‘Amigas de papel’, que es para pintar”, explica.

 

+ NOTICIAS

  • Alwa abre su convocatoria a nuevas voluntarias una vez al año. El proceso incluye una etapa de preselección y una entrevista personal.

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