La ocurrencia de El Niño Costero en el verano pasado puso una vez más sobre el tapete otro de los viejos anhelos de los lambayecanos, principalmente de los pobladores ubicados a lo largo del tantas veces golpeado Valle La Leche, donde el río del mismo nombre genera en cada incremento del caudal considerables daños. El Niño no es la única razón por la que en el valle se demanda la construcción de la represa La Calzada. La falta de agua para garantizar la campaña agrícola y que hoy por hoy impide ampliar el suministro para consumo poblacional es también una razón por la que el esperado proyecto se hace urgente.
Recogiendo esa inquietud el gobierno nacional, a través de la Autoridad para la Reconstrucción Con Cambios – ARCC, confirmó en agosto del 2017 que de los tres mil 115 millones de soles destinados para rehabilitar y mejorar la infraestructura dañada por el fenómeno climático en Lambayeque, una buena parte se destinaría para financiar La Calzada.
De inmediato surgió la interrogante de cuánto se había avanzado hasta antes de El Niño Costero para que el proyecto se haga realidad.
Lo cierto es que en torno a la obra se ha tejido una verdadera red de imprecisiones que incluso han motivados reinterpretaciones, carentes de criterio técnico, de lo que se necesita para mitigar los impactos y asegurar la disponibilidad de recurso hídrico en el Valle La Leche.
En la última década mucho se ha dicho sobre el proyecto y se ha omitido quizá lo más importante: que desde el 2008 existe el Estudio de Factibilidad, elaborado por una reconocida firma de ingeniería con financiamiento de la cooperación norteamericana y que hoy duerme el sueño de los (in)justos en algún escritorio de la administración pública. Si tan solo se tomara en cuenta el valioso documento que consta de más de 10 tomos, la ARCC no andaría – como lo está hasta ahora – dando largas para emprender la gestión de La Calzada.
En enero de este año Expresión le preguntó directamente al director ejecutivo de la ARCC, Edgar Quispe Remón, qué avances entre agosto (cuando se elaboró el plan de reconstrucción para Lambayeque) y diciembre del año pasado se habían dado en aras de concretar La Calzada. La respuesta del funcionario (Expresión 1046) fue que en el tercer trimestre del 2018 se debería tener el plan maestro para saber las características de la obra y las posibilidades de su ejecución. Evidentemente el funcionario desconoce los estudios existentes.
“Una vez que se haya identificado el conjunto de intervenciones que se señalen en los planes maestros veremos quiénes y bajo qué mecanismos se desarrollan las inversiones de cada una de estas obras”, precisó Quispe Remón.
INTENTOS EN VANO
En mayo del 2009, por iniciativa del entonces congresista por Lambayeque, Franco Carpio Guerrero, se promulgó la Ley N° 29359, “Ley que declara de interés y necesidad pública la construcción de la Presa La Calzada – Valle La Leche, en el departamento de Lambayeque”.
La norma, al igual que otras tantas dadas a favor de proyectos para el departamento, se convirtió en letra muerta (Expresión 1015), toda vez que no surtió ningún efecto para hacer realidad la ejecución de la obra.
Casi en paralelo los alcaldes agrupados en la Mancomunidad del Valle La Leche lograron que el Fondo de Promoción a la Inversión Pública Regional y Local – FONIPREL, apruebe la asignación de aproximadamente 800 mil soles para la continuidad de los estudios de La Calzada, pero el dinero fue considerado insuficiente.
Como salida, tras la entrega formal del Plan Hidráulico de Lambayeque al Ministerio de Agricultura, en octubre del 2011, el entonces titular de esta cartera ejecutiva, Milton Von Hesse, anunció que el sector asignaría 15 millones de soles para que se formulen los estudios definitivos de La Calzada. La contratación de dichos trabajos estaría a cargo del Programa Subsectorial de Irrigaciones – PSI. La transferencia nunca se concretó.
Tiempo después se convocó a la formulación de un estudio de factibilidad por cuatro millones de soles y el proceso fue declarado desierto.
GESTIONES PARA ESTUDIO
En los últimos años, en las tantas veces que este medio ha tratado el asunto de La Calzada, ni las autoridades del Gobierno Regional de Lambayeque ni los técnicos del Proyectos Especial Olmos Tinajones – PEOT, unidad que vela por la ejecución del Plan Hidráulico, han mencionado el estudio que un equipo de reconocidos expertos formularon en relación al proyecto y que define no solo las características, sino también aspectos tan minuciosos como las tasas de retorno y el impacto económico que con la incorporación de nuevas tierras agrícolas permitirá la realización de la obra.
La historia es la siguiente. En el 2004, el ingeniero lambayecano Domingo León Ezcurra, residente en los Estados Unidos de América, informó al entonces alcalde de Lambayeque, Percy Ramos Puelles, de la existencia de la Agencia de Comercio y Desarrollo, adscrita al Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno americano, cuya naturaleza permitía el financiamiento de proyectos con fondos no reembolsables para países emergentes.
El objetivo desde el principio fue que se solicite a la USTDA (por sus siglas en inglés) apoyo para financiar los estudios de La Calzada. Dada la magnitud de la gestión esta se trasladó al Gobierno Regional de Lambayeque, presidido en ese momento por Yehude Simon Munaro.
En mayo del 2004 Simon Munaro fue recibido por el embajador de Estados Unidos en el Perú, James Curtis Strubble, y se coordinó para que el PEOT solicité la donación a la USTDA de los fondos para los estudios. Así, el gobierno americano lanzó una convocatoria para contratar a la consultora que se encargaría de elaborar el documento de prefactibilidad de La Calzada.
Tras la evaluación resultó ganadora la firma D’Leon Consulting Engineers, con sede en California, que presentó a un equipo técnico de primer nivel. Entre ellos figuró el ingeniero Domingo León Ezcurra, egresado de la Universidad Nacional de Ingeniería y con estudios de maestría y doctorado en Estados Unidos, España y Francia; el ingeniero español Francisco Sánchez Carol, integrante del Comité Internacional de Grandes Presas, uno de los más connotados expertos en la materia a nivel mundial, y el ingeniero Jack Ferguson, integrante del Cuerpo de Ingenieros Civiles del Ejército de los Estados Unidos.
Junto a ellos participó también el ingeniero Juan Alfaro, quien fue consultor del Banco Interamericano de Desarrollo – BID, durante 25 años y además es uno de los fundadores de SEDAPAL; el ingeniero Víctor Miguel Ponce, docente de Hidrología y Medio Ambiente de la Universidad de San Diego California, y reconocidos profesionales peruanos como Pastor Espinoza Chilón, Manuel Suárez Collazos y Enrique Varías Ramos.
El 11 de diciembre del 2007, el presidente regional Yehude Simon y el embajador de los Estados Unidos en el Perú, en representación de la USTDA, firmaron el Lima el contrato para la ejecución del estudio denominado: “Estudio de Factibilidad de Control de Inundaciones en la Región Lambayeque”.
EL ESTUDIO
El equipo técnico que encabezó León Ezcurra abordó el control de inundaciones en la cuenca del río La Leche, entregando 10 volúmenes, con un total de mil páginas, divididas en la revisión de la información existente y visitas de campo que permitieron evaluar las ubicaciones físicas propuestas de las represas incluidas en las diferentes alternativas, analizando al detalle aspectos geológicos, morfológicos y de naturaleza estructural de la cuenca y sus afluentes.
Los expertos también realizaron la comparación de alternativas, un estudio básico preliminar del impacto ambiental de las mismas y la clasificación de la alternativa más beneficiosa para el control de las inundaciones en el valle La Leche en función de la factibilidad técnica, ambiental, económica y financiera.
Investigaron la escorrentía usando fórmulas y modelos para definir si el control de las avenidas requería la construcción de más de un embalse; exploraron el suelo para la geología estructural realizando calicatas, perforaciones y aplicando métodos como la refacción sísmica. También definieron la tipología de la presa basada en las características propias del terreno.
Alcanzaron directivas generales para el diseño básico de la presa y sus componentes hidráulicos; las metodologías para realizar un Estudio de Impacto Ambiental; formularon un Informe de Impacto Ambiental; analizaron el costo/beneficio; confeccionaron un estudio de suministro de agua a la población aledaña a la cuenca para los próximos 25 años a partir de la construcción de la presa y formularon las proyecciones financieras. Asimismo, se encargaron de proyectar el impacto de la obra sobre el desarrollo de Lambayeque.
El informe final fue redactado en inglés y traducido al castellano y entregado a la sede de la USTDA y a la Embajada de los Estados Unidos en Lima en el 2008.
LA CALZADA
“Llegamos hasta la naciente del río La Leche, sobre los cuatro mil metros de altura y ese trabajo nos permitió definir que la presa La Calzada es la solución definitiva para el problema de inundaciones y regulación del recurso hídrico en el valle”, comenta desde Estado Unidos a Expresión Domingo León Ezcurra.
El especialista refiere que para determinar los volúmenes de agua que pueden presentarse de ocurrir el Fenómeno El Niño, el equipo técnico realizó proyecciones de mil, dos mil y hasta 10 mil años, superiores a los que manejaba en ese momento el PEOT que eran de solo 500 años.
Esto permitió concluir, por ejemplo, que las pirámides truncas que se extienden en Valle La Leche no solo tenían fines religiosos o de élite para las culturas mochica y sicán, sino que también servían como refugios frente a las inundaciones.
León Ezcurra refiere que en base a las proyecciones técnicas se propone la construcción de una presa de 50 metros de altura, capaz de almacenar 150 millones de metros cúbicos de agua (tres veces más que la Presa Limón del Proyecto Olmos) y para aliviar la carga en tiempos de avenida una presa de menor dimensión, Calicantro, para almacenar 40 millones de metros cúbicos, ubicada a 8 kilómetros aguas debajo de La Calzada.
Asimismo se propuso la construcción de pequeñas presas para controlar el arrastre de los sedimentos de La Calzada y de limpieza manejable, situadas en las quebradas Moyán y El Zángano, que son afluentes del río La Leche.
“Ni en el emplazamiento de La Calzada ni en Calicantro existe la posibilidad de realizar una presa de gravedad ni una presa de hormigón compactado. En estos emplazamientos solo es posible ejecutar, por razones geotécnicas, presas de materiales sueltos, debido a que son cerradas”, refiere Domingo León.
En virtud de ello, los especialistas propusieron en su estudio tres alternativas: construir una presa de escollera con núcleo central de arcilla y pantalla de impermeabilización del cimiento de bentonita-cemento bajo el núcleo o una presa de escollera con núcleo central de arcilla y tapiz arcilloso de enlace con la ataguía y pantalla de impermeabilización del cimiento de bentonita-cemento, bajo el núcleo de la ataguía aguas arriba.
La tercera alternativa es la construcción de una presa de escollera con pantalla/losa de hormigón armado aguas arriba, exenta de núcleo de arcilla, con pantalla de impermeabilización del cimiento de bentonita-cemento, bajo el zócalo-plinto (aguas arriba), justo donde termina la losa.
“Las estimaciones de los estudios anteriores no son nada realistas. De hecho una de las riadas reales superó claramente la avenida de 100 años que ellos (PEOT) proponían. Las pendientes andinas son brutales y los tiempos de concentración muy rápidos. Incahuasi, donde se sitúan las lagunas que forman el río La Leche está a unos 80 kilómetros del Océano Pacífico y a cuatro mil metros de altura”, detalla el experto.
Los expertos propusieron además que en la margen izquierda se construyan túneles de descarga del aliviadero y en la margen derecha la estructura de toma, que se habilite un estanque de regulación y un canal de derivación.
Incluso consideraron elementos que permitan el tránsito de peces aguas abajo y el menor impacto ambiental posible, teniendo en cuenta que la zona propuesta para la construcción de la presa es hábitat natural de especies en peligro como la pava aliblanca, la cortarrama y el copetón rufo.
PROYECTO REFORMULADO
Sin considerar la contundencia del estudio elaborado por D’Leon Consulting Engineers, en el 2013 el PEOT anunció que se trabajaba en una nueva propuesta para la construcción de La Calzada (Expresión 844).
Con el argumento de que los comuneros de Pítipo rechazaban la construcción de la presa, el PEOT planteó otros componentes estructurales para suplir la capacidad de almacenamiento.
Esa alternativa consta de construir una bocatoma en La Calzada para captar aguas y llevarlas a una presa lateral, Calicantro, y la diferencia cubrirla con otros tres embalses: Yavis, Laquipampa y Chaparrí.
“Hacer una presa alta significa afectar (inundar) aproximadamente 300 hectáreas, mientras que una bocatoma puede ocupar de seis a diez hectáreas nada más. Esta segunda alternativa es la más sencilla, porque se indemniza a los afectados y ya no hay necesidad de reubicar o crear una nueva ciudad ni nada de eso”, explicó Francisco Gayoso Zevallos, en ese momento gerente general del PEOT y hoy gerente general del Gobierno Regional de Lambayeque.
“Nunca se ha realizado un estudio definitivo de La Calzada. Lo que se hizo en la década pasada fueron investigaciones y los pobladores de la parte alta no permitieron que se continúe con la topografía ni la geología. Lo que se contiene en el Plan Hídrico Regional es también una idea, más no datos específicos y ese es el caso de las otras 19 presas que se consideran ahí”, declaró a Expresión. Hoy se conoce que aquello no era cierto.
Al cierre de este informe nuestro medio buscó comunicarse con el actual gerente del PEOT, Juan Saavedra Jiménez, sin tener mayor éxito. Lo mismo sucedió con Gayoso Zevallos.
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