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LA EDUCACIÓN Y EL TRABAJO: IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN TÉCNICA PARA EL CRECIMIENTO PRODUCTIVO

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 980

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La poca eficiencia de los sistemas educativos es una realidad en Latinoamérica y esta se refleja en el problema que tienen las empresas para contratar técnicos y profesionales adecuados para cubrir sus necesidades. Una de las posibles soluciones radica cambiar la forma de financiar este sistema.

 

El economista argentino Gabriel Sánchez Zinny asumió en diciembre pasado el cargo de Director Ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica – INET, del Ministerio de Educación y Deportes de su país.

 

Desde esa ventana se regula y financia todo lo referido a la educación técnico-profesional de cuatro mil 200 instituciones con cerca de un millón 100 mil estudiantes. Actualmente, este organismo está emprendiendo una reforma que podría cambiar el sistema educativo en este nivel para lograr mejores resultados en el ámbito laboral.

 

“Estuve viendo lo difícil que es innovar y escalar. Es más fácil hacerlo con pocos alumnos que para todo un sistema. Mi agencia está enfocada en adolescentes y jóvenes adultos, que en realidad son más de los que hay inscritos en el sistema educativo formal, pues en nuestros países hay mucha más gente trabajando”, cuenta.

 

Según el funcionario, es muy reducido el tiempo que los gobiernos le dedican a generar capacidades y habilidades para los jóvenes que trabajan y no estudian. Además, lamenta que ellos son mayoría respecto a los que se encuentran en primaria y secundaria en Latinoamérica.

 

PROBLEMÁTICA

El repentino y rápido crecimiento de la tecnología no solo está cambiando la forma de hacer negocios, sino también las competencias que un empleado necesita el mercado laboral.

 

Según el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, el 65 % de los mejores trabajos de la próxima década aún no están inventados, es decir, “tenemos que educar a los jóvenes en cosas que no tienen idea”.

 

En la actualidad, la competencia en la juventud es mucho mayor comparada con la de años anteriores. Además, señala Sánchez Zinny, que la relación empleado-empleador se ha quebrado, puesto que el tercio de la población económicamente activa es laboralmente móvil y un joven que empieza a laborar va a cambiar 15 o 17 veces de trabajo.

 

“No trabaja en ninguna institución y vende u ofrece su conocimiento desde su casa o desde su propio emprendimiento. Existe una movilidad laboral mucho mayor a lo había hace 20 o 30 años”, afirma.

 

Este fenómeno necesita ser considerado por los diferentes sistemas educativos, porque “la demanda de capacidades y habilidades que estamos necesitando en América Latina está cambiando”.

 

Actualmente, el sistema formativo en América Latina no consigue preparar a los trabajadores con las competencias que las empresas necesitan. Según el Banco Interamericano de Desarrollo – BID, una de tres empresas no tiene trabajadores preparados para innovar y ser más productiva, y el 90 % no encuentra trabajadores preparados para puestos cualificados, que finalmente son cubiertos por uno de cada tres por extranjeros.

 

Asimismo, el 50 % de jóvenes tiene dificultad para entender textos sencillos y tres de cada cinco no son capaces de realizar cálculos matemáticos simples. El BID también señala que son las competencias –y no el número de años en la escuela– las que explican entre el 50 y 65 % de los futuros ingresos económicos.

 

Igualmente, el informe señala que los países con sistemas educativos con mayor énfasis en educación técnica presentan mejores resultados en empleo juvenil que los países con una educación de carácter más general o desvinculada al mercado laboral.

 

Por otro lado, en la región hubo un crecimiento de matrícula en el sistema educativo del 54 % en 1999 a 74 % en el 2012. Asimismo, entre 2000 y 2013 la matrícula en la educación superior aumentó del 10,4 a 23 millones.

 

Sin embargo, estos avances en la escolarización de niños y jóvenes tienen una contraparte reflejada con niveles de aprendizaje extremadamente bajos. Por ejemplo, para el 2010, solo la mitad de jóvenes entre 20 y 24 había completado el nivel secundario.

 

Respecto al nivel primario, el 39,5 %, 47,2 % y 40 % de alumnos de tercer grado presentan un deficiente nivel de lectura, matemática y ciencia, respectivamente. Asimismo, en matemática, los estudiantes latinoamericanos más pobres de la región están dos años de escolaridad retrasados con respecto a los más adinerados.

 

“Mejoramos mucho en enrolamiento en primaria y secundaria, pero no mucho en la calidad. Acá empezamos a ver la diversidad en las capacidades. Lo cierto es que mucha gente más termina la primaria que la secundaria”, refiere.

 

Señala que el 50 % de alumnos latinoamericanos deserta en la etapa secundaria y, por lo tanto, esta cantidad no termina por adquirir las capacidades que el colegio ofrece para la siguiente etapa.

 

“Tenemos muy poca gente que se gradúa de la universidad, menos del 12 % de latinoamericanos. Si creemos que la educación post secundaria es la forma de avanzar como individuos y como país, estamos en problemas grandes en la región”, afirma.

 

El problema educativo se evidencia en la etapa laboral. Por ejemplo, las empresas en América Latina tardan más de seis semanas aproximadamente para encontrar personal capacitado y casi cuatro para empleados de trabajo pesado.

 

Por otro lado, las empresas asiáticas encuentran personal capacitado en dos semanas y media, y en dos para el trabajo pesado.

 

Según cuenta Gabriel Sánchez, un reporte realizado en Argentina asegura que el 50 % de las compañías entrevistadas estaban necesitando personal, pero no lo contrataban por la falta de técnicos bien preparados.

 

“No solo en el sistema educativo vemos que la calidad no es buena, sino cuando uno habla con el sector socioproductivo advierte un problema”, lamenta.

 

CASO AUSTRALIA

El economista asegura que la educación australiana es el mejor ejemplo en términos de habilidades y capacidades post secundaria, al tener 10 niveles de certificaciones que pueden convalidarse.

 

“Uno puede dejar certificación intermedia en la universidad al primer año e ir a hacer formación profesional. Luego puede volver, hacer un técnico superior y retomar la universidad cinco años después”, asegura.

 

Tanto en Argentina y en Perú, este sistema está muy poco vinculado, pues si un estudiante termina una carrera técnica y desea estudiar otra, “no le validan ni una materia”. Además, si después desea estudiar una carrera universitaria “tiene que empezar de cero otra vez”. Entonces, la poca validez entre los niveles educativos desalienta a los alumnos a seguir estudiando, según indica.

 

Por otro lado, la educación australiana es financiada sobre la cantidad de alumnos que se matriculan.

 

“En Argentina financiamos la educación técnica profesional a razón de mil dólares anual por alumno, pero lo hacemos en relación a la oferta como casi todos los sistemas educativos y casi nada con la demanda socioproductiva”, explica.

 

El caso australiano es exactamente al revés, pues si en una provincia existe una demanda laboral por electromecánicos o turismo, desarrollan una oferta educativa hacia eso. Entonces, financian por demanda y no por la cantidad de docentes.

 

Según indica, la idea es que la demanda laboral coincida con la oferta educativa.

 

“Es interesante cómo Australia ha generado de la educación un activo. Ellos tienen 400 mil alumnos por año, es decir, generan 19 mil millones de dólares al año en extranjeros que van a estudiar.”, asegura.

 

MÁS CASOS

Actualmente, la educación peruana -igual que en Argentina- está regulada por horas. Sánchez Zinny afirma que el mundo laboral no funciona así, sino por competencias, habilidades y resultados.

 

“Muchos de nosotros trabajamos eficientemente desde casas sin estar tantas horas en la oficina. Yo creo que lo mismo debería pasar en la educación técnico profesional. En octubre haremos en Argentina la primera evaluación por competencias a mil 500 alumnos del sistema técnico profesional, que probablemente no tenga buenos resultados porque no enseñamos así”, explica.

 

En casos más cercanos como el de México y Colombia, se desarrollaron sistemas de recuperación de nivel secundario con formación profesional que ayuda y facilita a los jóvenes sin este nivel el ingreso al mercado profesional.

 

“Creo que cuando uno empieza a crecer y no tiene formación profesional es difícil avanzar. Además, a los 30 años es necesario tener la secundaria. Estamos cambiando la normativa para que luego de los 25 años la persona que va a dar su secundario lo haga con un curso de formación profesional de seis meses relacionado con la industria de turismo o agrotécnica, así como lo tiene bien desarrollado México y Colombia en América Latina”, asegura.

 

ACCIONES

El director de INET asegura que la primera prioridad es el cambio del marco regulatorio en el sistema educativo técnico-profesional.

 

“Los marcos regulatorios son los que realmente generan un cambio, porque generan pelea con los sindicatos y el status quo. Yo vengo del mundo emprendedor y digo que puedo hacer bien tres o cuatro cosas antes de irme en vez de hacer 100 mil cosas”, afirma.

 

Gabriel Sánchez comenta que el reto es continuar  enrumbando la reforma de la validación en el sistema técnico-profesional, donde los estudiantes tendrán la facilidad de obtener y convalidar certificaciones a lo largo de su carrera profesional.

 

“Una inversión de 400 millones de dólares del INET basada en indicadores de empleabilidad. La educación tiene que ser pertinente con el mundo laboral de graduación. Actualmente, de 100 que entran al sistema, solo 40 se gradúan a los tres o cuatro años”, señala.

 

Asimismo, siguiendo el ejemplo australiano, la Argentina empezará a cambiar el enfoque de financiamiento del sistema, que -según manifiesta- en la actualidad financia a instituciones educativas sin importar la cantidad de alumnos que tengan.

 

“Eso tampoco está bien. Tenemos mil 800 terciarios en Argentina y casi el 25 % tiene cinco alumnos y casi 100 docentes. Es una oportunidad de trabajo, pero tiene que ser en instituciones que tengan y atraigan alumnos”, afirma.

 

Finalmente, uno de los primeros pasos para conectar el sistema educativo con la demanda laboral ha sido la creación de Consejos Provinciales de Educación, Trabajo y Producción en 21 provincias, los mismos que se reunirán con gremios del sector empresarial para identificar las capacidades que se necesitan.

 

“Además, estamos impulsando mucho lo que son prácticas profesionales en las que los chicos tengan la oportunidad de trabajar en alguna institución en el último año de sus estudios secundarios, algo que no pasaba hasta hoy en Argentina”, destaca. 

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